Testimonio de conversión de David Munk en Retrouvaille y la Renovación Carismática
| David Munk era ateo y muy precavido contra los cristianos, pero una efusión del Espíritu derribó sus murallas |
A los 49 años, David Munk era un argentino ateo de familia judía, totalmente opuesto
al cristianismo, enfrascado en
una crisis matrimonial que parecía llevar a la separación. A los 53, en
cambio, es un católico devoto que con su esposa representaba al movimiento Retrouvaille, de ayuda a matrimonios, en un encuentro con el
Papa.
Algo sucedió
que lo transformó en unas pocas semanas y cambió su vida para siempre.
Lo cuenta en un vídeo del canal de YouTube La
voz del Espíritu.
Padre judío, madre
católica... la fe como problema
David Munk nació en Argentina de padre judío y madre católica. Su abuelo era un judío ortodoxo
polaco, muy religioso. Su abuela católica también era muy religiosa y
muy devota de la Virgen.
Desde niño, sus
padres establecieron que David no elegiría religión hasta los 18 años. Iría
en ocasiones a la iglesia con su madre, y en otras a la sinagoga y las fiestas
del círculo cultural judío con su padre.
A Israel, a España... tiempos
duros
Con el tiempo, él se acercó más a los ambientes judíos. "De
hecho, emigré a Israel y
estuve viviendo allí, en Tel Aviv. Tengo familia allí".
En 2001 David llegó a España. Fueron tiempos duros, probó negocios
que no funcionaron, se volcó en varios trabajos a la vez. Trabajaba mucho,
faltaba de casa y poco a
poco, la relación con su esposa Andrea fue empeorando. En 2011 era
mala y en 2016 estaban a punto de romper.
"Hicimos
terapia, primero individual, luego de pareja. Nos ayudó un poco, pero
no terminábamos de arrancar", explica.
En 2014 se mudaron de Madrid a Rivas, una población cercana. Su esposa Andrea empezó a
participar en el coro de la parroquia, "porque en Argentina cantaba y
le gustaba cantar".
Al mismo tiempo, se apuntaron a Retrouvaille, el programa de ayuda a parejas en crisis, de
origen católico aunque abierto para todos. "Fue como un meteorito en nuestra relación, como
una crisis fuerte pero que la
hizo ir a mejor".
"Yo era un
ateo convencido, muy convencido por mi historia familiar. Yo tenía
dudas con lo de Retrouvaille por su origen católico, pero lo hicimos igual. Y
empezó a funcionar".
Además, David empezó a acompañar a Andrea a la parroquia, para
cantar con ella en el coro, "por hacer una actividad, mudados en un barrio
nuevo". No sabía lo que correspondía en cada parte de la misa, no rezaba
nada, simplemente cantaba
lo que tocaba.
Grupo carismático:
"enfervorizadas, unas pilas increíbles"
Por esa misma época, David empezó a llevar a su mujer e hijas a un grupo de oración carismática,
en el que también se cantaba mucho. "Yo las dejaba en la puerta y me iba a ver el fútbol. Pero
luego las iba a buscar y veía que estaban como enfervorizadas, con unas pilas
increíbles. Y me dije: 'voy a
ver, porque esto no es normal'".
El grupo se llamaba "Ruah", que en hebreo significa
'espíritu', y eso también le llamó la atención.
Decidió quedarse a una sesión de oración. Mucha música, mucho canto, palmadas, ritmo...
"Yo, ateo, asistía como un espectador. Pero como ya en esa época
acompañaba en el coro parroquial, dije, vamos a probar, y empecé a cantar, como acompañamiento.
Y al poco, sin darme cuenta, empecé a dar palmadas, a participar y a sentir
cosas".
La efusión del Espíritu
Las hijas de David participaron en un Seminario de Vida
en el Espíritu, un conjunto de charlas con testimonios que los grupos de carismáticos suelen
impartir en 7 sesiones, una por semana. Hacia el final del seminario, se
realiza una oración
especial de invocación del Espíritu Santo, la "efusión del Espíritu"
o "bautismo en el Espíritu".
David no acudió a todo el Seminario, pero sí a la efusión. Y allí rezaron por él, que no estaba ni
bautizado.
"Empecé a
llorar sin parar. No sabía lo que me pasaba. Pero sí sabía que era una
emoción muy fuerte y el efecto posterior era liberador. Fue como una ducha, como si te sacas un peso,
una mochila, una carga. Y me dije: 'esto no tiene explicación. Pero me
ocurre'".
Cambios visibles en su vida
Desde esa experiencia, algo cambió en su interior, y también en su
vida. Empezó a acudir a la
oración semanal sin poner barreras a lo que pasara, abierto a vivir la experiencia. Completó
su propio seminario, recibió su propia efusión y en otro retiro sintió muy
fuerte la presencia de Dios.
También decidió participar más intensamente en Retrouvaille,
"y nuestra pareja empezó a recuperarse, y empezamos a ayudar y participar
sirviendo a otras parejas".
Sigue enumerando cosas que cambiaron en su vida: "En el coro, donde antes sólo estaba como
cantante, empecé a arrodillarme, a rezar el Padrenuestro... Y empecé a
sentir el valor de la misa. Por ejemplo, cada palabra de la homilía tenía que ver con mi familia, mi
pasado. Y sentía necesidad
de leer la Biblia. Era necesidad, no era algo impuesto".
A menudo se
encontraba a sí mismo cantando canciones de fe en los descansos del
trabajo.
Era un cambio radical con la persona que era unas semanas antes. "Yo era ateo. Uno puede
ser judío siendo ateo, porque tienes la cultura judaica, celebras unas fiestas
y unas costumbres. Y a los
cristianos les tenía mucho resquemor. Pero aquí mi experiencia era tan
brutal..."
David añade que "si
no hubiera tenido esta experiencia, yo no habría creído. Desde lo
racional, no. Yo tenía la formación judaica, en Tel Aviv estudié judaísmo. Yo
tenía una idea muy racional de Dios. Y muchos prejuicios. Eso de que alguien podía
resucitar... no me entraba".
Hacia el bautismo
Dándose cuenta de que su vida ya estaba transformada por Dios,
pidió bautizarse. Quería hacerlo rápido, pero en la parroquia le hicieron pasar por un proceso
de catequesis de adulto durante un año.
"Leí casi de
todo. Me metí a leer Santo Tomás, San Agustín... cuando te conviertes con
50 años, mi edad, te vienes con todo tu bagaje y pides la explicación perfecta. Pero fui viendo que lo
importante es compartir
con el Señor la alabanza, la oración, un Rosario, ves que tu vida cambia, que
hay más paz, que empiezas a hacer una oración en la comida, que
compartes de todo con tu grupo de oración, sobre todo esa fe que te llena... y
todo lo demás pasa a ser secundario".
Su mayor temor ante el bautismo era entristecer a su padre judío,
allí en Buenos Aires, con quien tenía una relación buena y fluida.
- Mira, papá, tengo una novedad que darte. Me voy a bautizar, voy
a ser cristiano - le dijo David por teléfono.
- Mira, David,
estoy contento. Al menos vas a creer. Yo sufría mucho porque tú no creías.
Para mí, que tu tengas fe y creas, ya está -respondió su padre.
Le bautizaron en su parroquia de Santa Mónica de
Rivas-Vaciamadrid, el día de la Santísima Trinidad de 2019, en junio.
Asistieron sus amigos del grupo de oración, del coro y de Retrouvaille, donde
llegó a ser uno de los coordinadores.
"Estuve llorando toda la ceremonia, el mismo llanto que en el
bautismo en el Espíritu. A los 49 era ateo, y a los 53 no paro de hacer
actividades relacionadas con la fe", dice con humor.
P. J. Ginés
Fuente: ReL





