Aprovecha al máximo la JMJ -vayas o no- conociendo a estos grandes de
Polonia
El
mes de julio está a la vuelta de la esquina y peregrinos de todo el
mundo empezarán su viaje en masa a Polonia para celebrar la Jornada
Mundial de la Juventud.
El
papa Francisco desea destacar el carácter de este país en este Jubileo
de la Misericordia, centrándose en particular en los grandes santos de la
compasión que se criaron entre sus fronteras.
Los
católicos de Polonia se hanformado en el seno de una cultura profundamente cristiana,
dedicada al Sagrado Corazón y consagrada a su Reina, Nuestra Señora de
Czestochowa.
A
través de estas poderosas lentes de fe católica, santa Faustina Kowalska
escribió en su Diario, de forma profética: “Mientras rezaba
por Polonia, escuché las palabras: Guardo un amor especial por Polonia y,
si se muestra obediente a Mi voluntad, la ensalzaré en poderío y santidad.
De ella vendrá la chispa que preparará al mundo para Mi venida final (Diario,
1732)”.
Aunque
estas palabras, en general, se pensaba que iban referidas a san Juan Pablo
II, su carácter profético se ha hecho realidad en más de una forma.
Erigida
sobre la esencia de la Iglesia católica y purificada por un crisol de
sufrimientos, Polonia ha producido al menos cinco santos que cambiaron el
mundo, literalmente.
1. San
“Hermano Albert” Chmielowski: Posiblemente el menos conocido
de los cinco santos, “Hermano Albert” fue el más influyente en la vocación
al sacerdocio de san Juan Pablo II.
Chmielowski
fue en un principio un artista relativamente famoso que había estudiado
junto con algunos de los mejores pintores de su tiempo.
Sin
embargo, aquella vida no le satisfacía y se dedicó al servicio de los pobres.
Se hizo miembro de la Tercera Orden de San Francisco y se entregó al
cuidado de los pobres y desamparados de Cracovia, al tiempo que vendía sus
cuadros con el fin de recaudar dinero para crear un refugio para personas
sin hogar.
“Hermano
Alberto”, como gustaba ser llamado, llegaría a fundar los Hermanos y
Hermanas Albertinos y a establecer hogares para pobres por toda Polonia.
Juan
Pablo II escribió una obra sobre este santo hombre, con el título El
Hermano de nuestro Dios, y dijo de él: “Encontré en él un verdadero
apoyo espiritual y un ejemplo, cuando dejó atrás el mundo del arte, la
literatura y el teatro para tomar la radical decisión de una vocación por
el sacerdocio” (Don y Misterio).
2. Santa Faustina
Kowalska: Nacida como Helena Kowalska, santa Faustina sintió
deseos de consagrar su vida a Dios desde muy joven, pero al principio se
le negó su entrada al convento a causa de su pobreza.
Después
de trabajar como ama de casa durante varios años, se unió a la
Congregación de las Hermanas de Nuestra Señora de la Misericordia en
Varsovia.
Kowalska
no tardó en ser la beneficiaria de numerosas revelaciones privadas de
Jesús en la década de 1930. Le recomendaron que escribiera sus
experiencias en un Diario, ¡que acabó con nada menos que
600 páginas!
A
través de este Diario, el mensaje de Divina Misericordia empezó
a extenderse lentamente, lo que condujo a la celebración mundial del
Domingo de Divina Misericordia y a la llamada del papa Francisco por un
Jubileo de la Misericordia.
3. San
Maximiliano Kolbe: La vida de este hombre santo puede resumirse en
una visión que tuvo de Nuestra Señora siendo todavía niño. “Aquella noche
pregunté a la Madre de Dios qué sería de mí. Entonces se me acercó
sosteniendo dos coronas, una blanca, la otra roja. Me preguntó si estaría
dispuesto a aceptar alguna de estas coronas. La blanca significaba que
perseveraría en la pureza, la roja, que me convertiría en mártir. Dije que
aceptaría las dos”.
Kolbe
dedicó el resto de su vida a María Inmaculada y fundó un monasterio
franciscano para difundir la devoción a Nuestra Señora a través de
publicaciones impresas.
Durante
la ocupación nazi, Kolbe dio refugio a 2.000 judíos en su monasterio,
hasta que fue arrestado y enviado al campo de concentración en Auschwitz.
En este campo, Kolbe entregó voluntariamente su vida por salvar la de otro
hombre. Su ejemplo de amor abnegado continúa siendo una inspiración para
el mundo.
4. Beato
Jerzy Popiełuszko: Un sacerdote sencillo que desafió con firmeza
al régimen comunista en la década de 1980, Popiełuszko fue una de las
figuras más influyentes en Polonia del movimiento Solidaridad.
Se
enfrentó a las injustas leyes del régimen comunista con la fuerza de sus
sermones y sus “Misas por la Libertad”, celebradas mensualmente al aire
libre.
Sus
palabras se hicieron tan populares entre el pueblo polaco que eran
transmitidas por Radio Free Europe. Miles de personas asistían a sus misas
y su resistencia pacífica contra el comunismo apuntaló las fuerzas de los
que luchaban por el cambio.
Su
oposición no pasó desapercibida y fue asesinado por la policía de
seguridad, hecho que causó un clamor nacional.
El ejemplo
de Popiełuszko mantuvo viva en el pueblo polaco la esperanza por
una Polonia libre, una esperanza que se vio materializada unos cuantos
años después de la muerte del beato.
5. San
Juan Pablo II: Conocido por muchos como “san Juan Pablo el
Grande”, Juan Pablo II ayudó en la caída del comunismo y cambió la
percepción mundial del catolicismo a través de su ejemplo de amor y su
juvenil pasión. La historia lo mirará como uno de los mayores santos
de todos los tiempos.
Sin
duda, estos cinco santos han aportado mucho más que una mera “chispa”,
en efecto, cambiaron el mundo y nos prepararon para la segunda venida de
nuestro Señor.
Philip
Kosloski
Fuente: Aleteia