Sebastián narra que el encuentro fue breve pero
intercambiaron direcciones de Facebook para compartir luego con ellas las
fotografías. Él les regaló un rosario
El mexicano Sebastián Jiménez y la polaca Agnieszka
Piotrowski se conocieron el 16 de agosto de 2011 durante la Jornada Mundial de
la Juventud (JMJ) en Madrid.
Tiempo después se casaron en Alemania, y ahora vuelven
a vivir una JMJ, esta vez en Cracovia, Polonia, la tierra de San Juan Pablo II,
a quien también le agradecen por su matrimonio. Esta es su historia.
En diálogo con ACI Prensa, Sebastián de 29 años de
edad, cuenta que el viaje a Madrid lo hizo solo, acompañado luego por un grupo
de la ciudad de León. Ya en España recuerda que llegó a un lugar equivocado y
fue auxiliado por una voluntaria africana, algo que consideró un signo porque
por ese entonces había pensado en la posibilidad de ir a servir a ese
continente.
Agnieszka, Aga como le dice él con cariño, tiene ahora
28 años. En 2011 viajó desde Alemania donde vivía, a Madrid, en medio de
algunos cuestionamientos sobre si ingresar a un convento o formar una familia.
Un día, “después de las catequesis de la mañana y como
buen fan del Real Madrid me dispuse a conocer el estadio Santiago Bernabéu. Al
salir recordé que de camino había una tienda de equipajes y decidí entrar”,
relata.
“Ya con la nueva maleta en una mano y en la otra mi
inseparable cámara me encontré con un grupo de polacas que estaban haciendo
burbujas de jabón. Debo decir que es una de las cosas que más me gusta
fotografiar. Dudé en pedirles tomar una foto, pero dejé la vergüenza de un lado
y con un pésimo inglés pude conseguir el permiso para realizar unas cuantas
fotografías”.
Sebastián narra que el encuentro fue breve pero
intercambiaron direcciones de Facebook para compartir luego con ellas las
fotografías. Él les regaló un rosario.
El día de la vigilia en la base de Cuatro Vientos, con
dos millones de jóvenes reunidos bajo la lluvia y ante Benedicto XVI, Aga había
rezado y le había pedido un signo a Dios: “si ella veía al Papa al día
siguiente en primera fila lo entendería como una señal para ir al convento; si
lo veía en la segunda fila sería entendido como formar una familia. Al día
siguiente se despertó tarde y se dispuso con unas amigas a asearse, después de
muchos minutos de espera y querer regresar a su sector, unos policías no las
dejaron pasar ya que el Papa se acercaba con el papamóvil. Y fue así como Aga
vio al Santo Padre en la fila 2”, recuerda Sebastián.
Ambos volvieron a México y Alemania respectivamente; y
un día ella le habló por Facebook. Comenzaron a conversar, siguieron las
llamadas por teléfono y después de un tiempo se enamoraron.
Después Aga tuvo la oportunidad de viajar a México
para una peregrinación a la Basílica de la Virgen de Guadalupe.
“Aga no tenía todo el dinero para completar los gastos
del viaje pero con la ayuda del padre y una tía pudo realizarlo. Por fin nos
volveríamos a reunir, después de tanto tiempo la pude ver y abrazar. Fue al
terminar laMisa en polaco en la Iglesia de San Felipe Neri en la Ciudad de
México”.
Sebastián cuenta que “el momento culmen fue a los pies
de nuestra Madre María de Guadalupe, ahí le pedí que nos guiara en nuestras
decisiones y nos abriera los caminos necesarios para continuar juntos. Otro
momento emotivo fue poder ver juntos la estatua de San Juan Pablo II que está
en la explanada de la Basílica”.
“A él le confiamos nuestra relación, él podía
comprendernos bien ya que tiene las dos nacionalidades la polaca por nacimiento
y la mexicana por ‘adopción’, así que no nos podía fallar, teníamos la mejor
combinación”, recuerda.
En el segundo viaje que Aga realizó a México
decidieron casarse. Se casaron en 2013, año de la JMJ de Río de Janeiro. Ahora
tienen dos hijos pequeños: Patricio y María Guadalupe.
“La vida no ha sido fácil ni mucho menos en otro país,
con otro idioma y cultura; pero esas pruebas nos ayudan aumentar nuestra fe y a
saber que Aquel que nos permitió encontrarnos providencialmente, al mediodía
ese 16 de agosto, siempre está de nuestro lado y nunca nos deja solos”, explica
Sebastián.
Pese a los problemas que tienen y ante los diversos atentados
ocurridos en Alemania en los últimos días, ellos viven cargados de esperanza y
“echándole ganas” a la familia. Aga está a poco de terminar la carrera de
derecho.
“Ahora nos disponemos a vivir juntos después de cinco
años una nueva Jornada Mundial de la Juventud pero de una manera muy especial,
en la tierra de mi esposa y de nuestro intercesor, San Juan Pablo II, ahí donde
comenzó todo”, concluye Sebastián.
Fuente: ACI