Queremos escoger lo mejor
para ellos... ¿de dónde sacaremos las fuerzas?
Estuve muchos años cuidando
a mi suegra. Sufría una enfermedad física y después se le desarrolló una
demencia senil prematura.
Cuando pasan estas coses
siempre tienes que tomar una decisión y el factor más importante es que la
persona esté lo mejor posible: acompañada, cuidada,… querida.
Muchas veces es difícil,
porque en esta situación hay muchos momentos en que no puedes vivir con la
libertad que quisieras.
Por otra
parte, desde el punto de vista del sentimiento, a menudo esperamos de nuestra
donación una respuesta del otro hacia nosotros. Necesitamos que nos agradezcan
lo que hacemos, que nos contesten al menos con una sonrisa o con alguna
expresión.
Cuando haces las coses,
siempre esperas un agradecimiento del otro y mentiría si dijera que en mi caso
no era así. ¡Claro que lo era!
Muchas veces me costaba
mucho que no hubiera respuesta en sus ojos, en su cara.
También empezaba a dudar de
hacerlo lo suficientemente bien…
Cuando pasa esto es muy
difícil decir que hay amor. Al menos no lo sientes.
Pero Dios nos pone a
nuestro lado a las personas para nuestro bien y tenemos que ver las coses
buenas que nos aportan.
No puedo dejar de agradecer
poder haber estado tantos años viviendo este aprendizaje de amor.
Podría decir que en aquel
momento y cada vez más fui entendiendo lo que es amar sin esperar respuesta. No
sé si es muy osado decirlo, pero quiero hacerlo. Y dar gracias a Jesús por
haberme permitido probar un poco el amor sin esperar nada a cambio.
Mientras lo estaba viviendo
no me di cuenta. Pero ahora voy comprendiendo…
La relación con las
personas, empezando por las que tenemos más cerca, es como una red que se va
tejiendo con amor, y esta red es más bonita y agradable a medida que vamos
entendiendo el amor.
Pero en cambio parece que
estos hilos se rompen cuando nosotros damos (amamos) y los otros no nos aman,
no corresponden a esta donación (amor). Nosotros les damos y no lo agradecen,
no sonríen, “pasan” de lo que tú haces.
Dios es Amor. Lo hemos oído
muchas veces. Cuando sentimos las cosas de manera repetitiva puede pasar que
nos resbalen y pierdan su valor.
¿Quién nos acerca a este
Dios que es Amor? JESÚS.
Jesús ama y nos lo
demuestra al máximo. Da su vida sin esperar nada a cambio. Jesús, con su vida,
da sentido al sufrimiento.
Por Maria Carme Valls
Fuente: Aleteia






