Cada controversia es una oportunidad: significa que tu interlocutor
tiene tu atención, está dispuesto a hablar contigo... aunque,
probablemente, poco tiempo. Hay que aprovecharlo
Esa es la
realidad que propone el método Catholic Voices, que nació en 2010 y ahora se recopila en el libro en español Como
defender la fe sin levantar la voz: respuestas civilizadas a preguntas
desafiantes de ediciones Palabra.
Catholic Voices
cuenta con laicos bien formados para explicar en público y en la prensa la
postura de la Iglesia respecto a numerosos temas: se presentan como voces
autorizadas (con permiso de los obispos para ejercer este servicio) pero no
oficiales.
El libro enseña
a abordar los temas que generan más controversia en 333 páginas ágiles y
rápidamente documentadas, pero reforzando siempre las 10 claves que los
años de experiencia han mostrado que son necesarias para una comunicación
católica que ilumine de verdad y sea eficaz. He aquí un resumen:
1. En lugar de enfadarte, reformula
Hay
que buscar los valores cristianos escondidos bajo esa crítica y
aceptarlos. Después hay que reformular la historia colocando a la
Iglesia en el lugar que honradamente le corresponde.
Por ejemplo, si se acusa a la Iglesia de no preocuparse por el problema del sida en África se puede recoger así el valor cristiano compartido: “A ti te preocupan los enfermos de sida en África, y también a mí, y a la Iglesia, porque Cristo enseña a cuidar a los enfermos. Todos coincidimos en esto y debemos colaborar en este esfuerzo".
2. Echa luz, no leña al fuego; iluminemos, no acaloremos
Por ejemplo, si se acusa a la Iglesia de no preocuparse por el problema del sida en África se puede recoger así el valor cristiano compartido: “A ti te preocupan los enfermos de sida en África, y también a mí, y a la Iglesia, porque Cristo enseña a cuidar a los enfermos. Todos coincidimos en esto y debemos colaborar en este esfuerzo".
2. Echa luz, no leña al fuego; iluminemos, no acaloremos
El objetivo
es comunicar, iluminar, que se entienda qué defiende la Iglesia y por qué.
Por eso se explican las cosas con calma. Son conversaciones, a menudo breves y
en entornos complicados, en las que no podemos pretender convertir a
nadie (aunque, si sucede, bendito sea Dios) sino echar luz en un tema
confuso que la gente no entiende.
3. Piensa en triángulos
3. Piensa en triángulos
El Papa
Francisco a menudo reduce sus homilías a tres ideas o tres puntos, porque es
una forma eficaz de comunicar. De igual forma, en un diálogo oral, un encuentro
breve, una charla informal, en la que vas a tener poco tiempo, es bueno
tener 3 ideas claras, incluso memorizadas, y poder decirlas. Si las cosas
se ponen feas (no dejan hablar, hay ataques que se salen de tema, un brillante
interlocutor ha secuestrado la charla) siempre puedes decir: “Mira, ¿puedo
simplemente decir 3 cosas?”
De esas tres cosas, la primera ha de aglomerar el valor positivo del interlocutor(“Mira, te preocupa el sida en África, y también a mí y a la Iglesia”) y las otras dos lo reformulan (“por eso la Iglesia, y no otras entidades, atienden al 75% de enfermos de sida allí, y lo previene con campañas eficaces de prevención, como demuestran los casos de Uganda, Kenia y Zimbabue, donde con campañas de fidelidad y abstinencia se han reducido los contagios”).
4. La gente no recuerda qué dijiste, sino qué sintió al escucharte
De esas tres cosas, la primera ha de aglomerar el valor positivo del interlocutor(“Mira, te preocupa el sida en África, y también a mí y a la Iglesia”) y las otras dos lo reformulan (“por eso la Iglesia, y no otras entidades, atienden al 75% de enfermos de sida allí, y lo previene con campañas eficaces de prevención, como demuestran los casos de Uganda, Kenia y Zimbabue, donde con campañas de fidelidad y abstinencia se han reducido los contagios”).
4. La gente no recuerda qué dijiste, sino qué sintió al escucharte
La verdad, por
sí sola, no convence tanto como la verdad expresada de forma educada, empática,
clara y amable. No se trata de “emitir ideas”, como una máquina, sino de
tener un trato interpersonal, un encuentro, un conocerse mutuamente y compartir
un rato, sentimientos, pasiones y preocupaciones... Tu interlocutor, ¿quedará
con ganas de seguir tratándote, de acudir a ti y consultarte... o se sentirá
atacado cuando hables y aliviado cuando calles? Los sentimientos del
interlocutor son más importantes a la hora de comunicarse entre humanos que la
exactitud del discurso.
5. No lo digas, muéstralo
5. No lo digas, muéstralo
La gente
prefiere un testimonio personal antes que una argumentación filosófica. La
gente quiere oír cosas que se puedan imaginar. Si hablas del sida en
África, ¡lo mejor es que hayas estado en África y cuentes lo que has visto y
tocado!
Si no has estado en África, describe lo que cuentan los que sí han estado: dispensarios remotos, monjas con retrovirales en canoa que llegan a poblados de cabañas de paja donde no va nadie, enfermos que piden algo tan sencillo como vitaminas o comida, jefes, ancianos y familias que se reúnen para hablar de cómo enseñar la fidelidad matrimonial a los jóvenes, etc...
6. Acuérdate de decir “sí”
Si no has estado en África, describe lo que cuentan los que sí han estado: dispensarios remotos, monjas con retrovirales en canoa que llegan a poblados de cabañas de paja donde no va nadie, enfermos que piden algo tan sencillo como vitaminas o comida, jefes, ancianos y familias que se reúnen para hablar de cómo enseñar la fidelidad matrimonial a los jóvenes, etc...
6. Acuérdate de decir “sí”
A menudo al
católico se le pregunta ¿“por qué estás en contra de tal cosa”? Es
una trampa: hablar “en contra” te dará mala imagen, a ti y a la iglesia, y tu
comunicación será ineficaz. El contertulio pensará en la Iglesia como en una
antipática policía moral, en vez de ver un testimonio del amor de Dios, como
Madre Teresa. Hay que reformular el tema para explicarlo en positivo.
7. La compasión importa
7. La compasión importa
Mucha gente ha
sufrido abusos, traumas sexuales, malos tratos por parte quizá de algún
eclesiástico... o experiencias duras de enfermedad, dolor, infertilidad, deseos
frustrados... y descarga eso contra la Iglesia y contra Dios. Si hablas con
ellos, o hablas sobre ellos (enfermos que sufren y piden la eutanasia, madres
asustadas que creen que necesitan abortar, etc...) has de dejar claro que
sientes compasión, solidaridad, que los entiendes en sus sentimientos, que
empatizas. La Iglesia es madre y las madres se duelen con sus hijos dolidos.
Los enemigos de la Iglesia la presentarán una y otra vez como una máquina fría,
insensible. Como voz católica, en encuentros personales, muchas veces, en
vez de dar argumentos, habrás de mostrar compasión, acogida y escucha.
8. Las cifras son complicadas y no convencen mucho
8. Las cifras son complicadas y no convencen mucho
“Las
estadísticas pueden resultar abstractas e inhumanas, o simplemente una
tapadera. No es extraño que, cuando un político las usa, la gente piense que
está mintiendo. No bases la argumentación en cifras y datos, aunque puedes
usarlos para ilustrar el argumento principal”, enseña el modelo de Catholic
Voices, pensando sobre todo en el coloquio hablado. Además, hay que
simplificar las cifras: no digas “un 33,5%” sino “uno de cada
tres”. Con todo, en una exposición por escrito, o con gráficos
visuales, pueden ayudar.
9. Se trata de dar testimonio, no de vencer a nadie
9. Se trata de dar testimonio, no de vencer a nadie
La gente casi
nunca cambia de mentalidad ante un argumento firme, sino ante una realidad
visible... que suele ser una persona. Por ejemplo, quien veía a la Iglesia
como fría e insensible puede cambiar al ver cristianos empáticos y
compasivos. Para que “se vea”, el cristiano ha de testimoniarlo. Los
interlocutores hostiles a Jesús le tendían muchas trampas y mostraban su fuerte
oposición, pero Él respondía sin violencia y sin victimismo. La mentalidad
de “ganar la argumentación”, o peor aún, “hundir al otro” no sirve para dar testimonio,
no ilumina.
10. No se trata de ti
10. No se trata de ti
Como Juan el
Bautista, el cristiano anuncia a alguien más grande, Cristo y su Iglesia, y se
retira, sin protagonismos. Es bueno rezar antes de un debate, charla,
encuentro... y ponerlo en manos de Dios, saber que es cosa Suya, no tuya.
Hay que pedir al Espíritu Santo que hable a través de ti. E incluso si lo haces
mal, puedes aprender en cada ocasión sabiendo que lo pones en manos de Dios y
vas a intentar mejorar.
P. J. Ginés
Publicado
originalmente en ReL






