El equipo de
restauradores del Santuario del Santo Sepulcro retiró la losa de mármol que
cubre la superficie sobre la que se apoyó el cuerpo de Cristo tras la
crucifixión
Por vez primera
desde el siglo XVI, el grupo de científicos a cargo de la restauración del
Santuario expusieron a la luz el que, de acuerdo a la tradición, ha sido
considerado como el sepulcro de Jesús.
Ubicado dentro
de la Iglesia del Santo Sepulcro, en Jerusalén, la tumba en la que los
Evangelios narran fue colocado el cuerpo de Jesús después de la crucifixión
había sido cubierta, en el año 1555, con un andamiaje de mármol.
“La cobertura de mármol de la tumba ha sido retirada”, dijo Fredrik Hiebert
a NatGeo, “y estamos realmente sorprendidos con la cantidad de material de
relleno que hemos encontrado debajo del mármol”. Hiebert, que es además
arqueólogo residente de la National Geographic Society y uno de los miembros
principales del proyecto de restauración, añadió que “será un largo proceso de
análisis científico, pero al final lograremos ver la roca original sobre la que
se acostó el cuerpo de Cristo, de acuerdo a la tradición”.
La tradición,
precisamente, señala que el cuerpo de Cristo fue apoyado en una especie de
lecho mortuorio tallado en la ladera de una cueva de piedra caliza después de
su crucifixión, en el año 33 DC. La fe cristiana señala que Cristo resucitó a
los tres días después de su muerte, y que quienes fueron a buscarle luego al
sepulcro para preparar el cuerpo para las exequias se encontraron, más bien,
con la tumba vacía.
El lecho
mortuorio está cubierto ahora por la “edícula” (del Latín, “aedicule”, la
“pequeña casa”), reconstruida en el temprano siglo XIX después de haber sufrido
un incendio. Esta edícula y la tumba dentro de ella están ahora siendo objeto
de una restauración, llevada a cabo por un grupo de arqueólogos y restauradores
de la Universidad Técnica Nacional de Atenas.
La exposición
del lecho mortuorio ofrece a los investigadores una oportunidad única para
estudiar la superficie original del que se considera el sitio más sagrado de
toda la Cristiandad –el lugar en el que Cristo habría resucitado-, en el sitio
que habría indicado la emperatriz Helena, la madre de Constantino, en el año
326.
DANIEL R.
ESPARZA
Fuente: Aleteia






