La alegría, el gozo y la celebración de la Natividad y de la Manifestación de Jesucristo son sus características principales
I. La Navidad es la celebración, memoria y actualización del
acontecimiento salvífico histórico del nacimiento de Jesucristo, de la
manifestación de la salvación de Dios en Jesús de Nazaret.
II. El centro de la Navidad lo constituye el alumbramiento de Jesús, Hijo de
Dios e Hijo de María, en Belén de Judá. Es el insondable misterio de un Dios
nacido en la carne. El que ha nacido de la Virgen es Hijo de Dios e Hijo de
hombre. Afirmamos las dos realidades juntas, sin merma de ninguna de ellas, sin
deterioro, sin que deje de ser realmente Dios y realmente hombre.
III. Navidad es adentrarse en el misterio de la encarnación del Hijo de
Dios. La fe descubre, sin escándalo, a la Majestad divina humillada; a la
Omnipotencia, débil; a la Eternidad, mortal; al Impasible, padeciendo; al
Bendito, maldecido; al Santo, hecho pecado por nosotros; al Rico, empobrecido
para enriquecernos; al Señor, tomando forma de siervo para liberarnos de la
esclavitud.
V. La liturgia de la Iglesia prolonga el tiempo de Navidad
hasta la Epifanía, que se fija en el sentido y significado de este
acontecimiento. Navidad es la eclosión de la luz y la luz es para alumbrar,
para calentar, para guiar.
VI. La liturgia de Navidad y Epifanía se subdivide, a su vez,
en la semana dentro de la Navidad, la semana de la octava y las ferias de los
días de Epifanía hasta la celebración de la festividad del Bautismo del Señor.
Durante toda la octava de la Navidad se debe rezar o cantar el Gloria en la
Eucaristía y el Te Deum en el oficio de lecturas de la Liturgia de la Palabra.
Igualmente, se recomienda cantar el Aleluya, previo a la proclamación del
Evangelio, en la Misa, o, en la Liturgia de las Horas, donde se prescriba como
Responsorio breve.
VII. La liturgia de Navidad y Epifanía, desde el Nacimiento hasta
el Bautismo en el Jordán, va desgranando las primeras manifestaciones de la
salvación de Dios en Jesús: a los pastores, a los magos, en el templo, a los
discípulos en Caná de Galilea.
VIII. Desde las celebraciones vespertinas de la Navidad (tarde del 24 de
diciembre) hasta la festividad del Bautismo del Señor discurre el tiempo litúrgico de Navidad y Epifanía. Su
color litúrgico es el blanco. La alegría, el gozo y la celebración de la
Natividad y de la Manifestación de Jesucristo son sus características
principales.
IX. Dentro de la octava de la Navidad hay otros dos grandes
fiestas: la Sagrada Familia y Santa María Madre de
Dios. El domingo dentro de la octava de la Navidad es la festividad de la
Sagrada Familia, que, en la Iglesia Católica en España, coincide con el día de
la familia y de la vida. Este año es el día 29 de diciembre. En el día de la
octava de la Navidad (1 de enero), toda la Iglesia Católica celebra la
solemnidad de la Maternidad divina de la Virgen María. Desde 1968, por
disposición del Papa Pablo VI, es también el día de la Jornada Mundial de
oración por la paz, que conlleva siempre mensaje papal.
X. La
Epifanía es una fiesta más conceptual.
Celebra el mismo misterio de la Navidad, pero va más directamente a su
significación salvadora. Palabras claves de este tiempo son: iluminación,
manifestación, aparición, desvelamiento. El día 6 de enero la Iglesia celebra
la Epifanía del Señor. Este misterio complementa al de Navidad. Este año cae en
lunes. En España se une a este día la popularmente llamada festividad de los
Reyes Magos. El evangelio de esta solemnidad litúrgica es precisamente la
adoración de los magos de oriente. La Iglesia Católica en España, en el
contexto de esta solemnidad de marcado carácter misional, celebra el día 6 de
enero el día de los catequistas nativos y del Instituto Español de Misiones
Extranjeras (IEME). El ciclo litúrgico de la Navidad concluye la fiesta del Bautismo
del Señor, el comienzo de su vida pública.
Revista: Ecclesia