Ley Moral es el conjunto de preceptos que Dios ha promulgado para que, con
su cumplimiento, la criatura racional alcance su fin último sobrenatural
1.- EXISTENCIA DE LA LEY MORAL
Ha quedado dicho que un acto determinado es bueno o es
malo si su objeto, su finalidad y sus circunstancias son buenos o malos. De
ordinario, sin embargo, viene de inmediato a la cabeza la pregunta: buenos o
malos, ¿en relación a qué?; ¿cuál es la norma o el criterio para señalar la
bondad o la malicia de un acto? Y con la pregunta, surge también la respuesta:
la ley moral, que es la que regula y mide los actos humanos en orden a su fin
último.
En este capítulo y en el siguiente estudiaremos cómo
la rectitud de un acto nos viene dada por dos elementos: uno exterior al
hombre, que es la ley, y otro interior, que es la conciencia; de esta manera,
la bondad o la malicia es la conformidad o disconformidad de un acto con la ley
y con la conciencia.
La conformidad o disconformidad de un acto con la ley
moral constituye la bondad o la malicia material; y en relación a la
conciencia, la bondad o la malicia formal. De acuerdo con esto, un acto puede
ser:
a) Material y
formalmente bueno: cuando hay conformidad con la ley y la conciencia (por
ejemplo, cuando ayudo al prójimo, ley de la caridad teniendo en la conciencia
la certeza de estar actuando bien).
b) Material y
formalmente malo: cuando hay disconformidad con la ley y la conciencia (por
ejemplo, si odio a alguien, oposición a la ley de la caridad sabiendo en conciencia
que está mal).
c) Materialmente
bueno y formalmente malo: cuando uno cree mala una acción que la ley no
prohíbe (por ejemplo, comer carne los lunes).
d) Materialmente
malo y formalmente bueno: cuando uno cree buena una acción prohibida por la
ley (por ejemplo, robar para dar limosna).
Vamos ahora a tratar, con detenimiento, de esas dos
normas la ley y la conciencia, sin las cuales no cabría siquiera hablar de
moral.
1.1 DEFINICIÓN Y NATURALEZA DE LA LEY MORAL
Por ley moral se entiende el conjunto de preceptos que
Dios ha promulgado para que, con su cumplimiento, la criatura racional alcance
su fin último sobrenatural.
Analizando la definición, encontramos los siguientes
elementos:
1) La ley moral es un conjunto de preceptos. No es tan
sólo una actitud o una genérica decisión de actuar de acuerdo a la opción de
preferir a Cristo, sino de cumplir en la práctica preceptos concretos, si bien
derivados del precepto fundamental del amor a Dios.
2) Ha sido promulgada por Dios. La ley moral es dada
al hombre por una autoridad distinta de él mismo; no es el hombre creador de la
ley moral sino que ésta es objetiva, y su autor es Dios.
3) El objeto propio de la ley moral es mostrar al
hombre el camino para lograr su fin sobrenatural eterno. No pretende indicar
metas temporales o finalidades terrenas.
Una vez aclarada la definición, podemos anotar los
siguientes considerandos:
Es obvio que sólo puede existir un código de moralidad
objetivo (cfr. Documento de Puebla, n. 335), porque de lo contrario cada hombre
podría decidir o cambiar, a su gusto y capricho, qué es bueno o es malo y,
consecuentemente, nada en realidad sería bueno ni malo. Podrían los hombres
realizar impunemente cualquier acto que les viniera en gana. Esto, como es
lógico, acabaría con la vida social y convertiría al individuo en un pequeño
tirano que dicta su propia ley.
Si, como algunos pretenden, la ley moral es algo
cambiante, que varía con los tiempos, que depende de las diversas
circunstancias de cada época, que resulta de un acuerdo entre los hombres,
cualquier acto inmoral que fuera considerado así en conformidad con las
costumbres de una época determinada se consideraría lícito. Según este
relativismo, los actos serían buenos cuando se les considerara como buenos, y
al revés.
No podemos olvidar, sin embargo, que hay acciones que
siempre y en todas partes han sido consideradas malas por la mayoría (por
ejemplo, matar al inocente; robar lo ajeno), lo que quiere decir que no son
sino aplicaciones concretas de unos principios generales que no es posible
eludir: haz el bien y evita el mal; no hagas a los demás lo que no quieras que
te hagan a ti. Principios que estén en la base y son el origen de toda
moralidad. Y son anteriores al consenso de los hombres, es decir, proceden de
una norma previa que Dios ha inscrito en el interior de cada individuo.
Con las solas fuerzas de su razón -y los testimonios
en este sentido podrían multiplicarse- el hombre comprueba también que el
origen de esa ley moral está en Dios, autor de la naturaleza y que, a la vez,
es accesible a su razón.
Así se explican esas palabras de Platón (cfr. Las
Leyes, 716 c.) contra los sofistas que defendían que la ética y la ley dependen
de la simple conveniencia de los hombres: Dios es para nosotros,
principalmente, la medida de todas las cosas, mucho más de lo que sea, como
dicen, el hombre.
El hecho fáctico de que algunos o muchos hombres en
una u otra época no actúen así, no quiere decir que la moral carezca de regla,
de norma o ley objetiva:
- porque la mayor parte de los que actúan así saben
que están actuando mal;
- porque podría darse el caso de individuos o grupos
moralmente degenerados.
Por: Ricardo Sada y Alfonso Monroy
Fuente: http://encuentra.com/