Escogió a la Sagrada Familia como modelo, queriendo que sus comunidades aprendiesen de ella como ser familias cristianas acogedoras, unidas en el amor actual, en la fraternidad serena, en la fe fuerte simple y confiada
Paola Elisabetta Cerioli, nació en Soncino (Cremona ? Italia), el
28 de enero de 1816. Sus padres fueron el noble Francisco Cerioli y la Condesa
Francisca Corniani, ricos terratenientes, y aún más ricos por la vida cristiana
que testimoniaban en la familia y en la sociedad.
Recién
nacida fue bautizada en su misma casa, pues corría riesgo de muerte. Superada
la fase crítica, el día 2 de febrero se completó en la Iglesia el rito de su
Bautismo.
Desde
temprana edad tuvo que lidiar con el sufrimiento físico y espiritual pues su
cuerpo frágil sufría también viendo la miseria, muy presente en la época entre
las personas del campo, hacia las cuales su madre supo despertar especial
atención y cariño.
Llegado
el tiempo de su formación cultural y moral, fue enviada al Monasterio de las
Hermanas de la Visitación en Alzano Maggiore (Bérgamo ? Italia), como era
costumbre en la época para las familias nobles. Allí habían sido enviada
también para su hermana y se encontraba la tía, la hermana Giovanna.
Constancia
vivió en aquel colegio hasta los 16 años. Después de vuelta a casa, la voluntad
de los padres, en la cual ella siempre reconoce la voluntad de Dios, la llevó
con 19 años, al matrimonio con Gaetano Busecchi, de 58 años, heredero de los
Condes Tassis de Comonte de Sériate (Bérgamo ? Italia).
El
difícil matrimonio la hizo una esposa dócil y cuidadosa. Tuvo la alegría de
engendrar cuatro hijos, de los cuales tres murieron recién nacidos; y otro,
Carlos, murió con 16 años. Pocos meses después murió también el marido, dejando
a Constancia sola y heredera de un gran patrimonio.
La
pérdida del último hijo y del marido fueron para ella una experiencia
dramática. Cayó en un estado de gran aflicción. Gracias a la ayuda de los
Obispos de Bérgamo, Mons. Luis Esperanza y Mons. Alexandre Valsecchi, que la
acompañaron espiritualmente, tuvo la fuerza de sostenerse en la fe. Se unió con
el misterio de la Madre de los Dolores y se abrió, a través de una profunda
vida de fe y de caridad activa, al valor de la maternidad espiritual,
preparándose de esta forma para una donación total de sí a Dios en el servicio
de los pequeños y más pobres.
Así,
pocos meses después de haber quedado viuda, se hizo religiosa y abrió su
palacio para acoger y atender en educación, alimentación y formación espiritual
a las niñas abandonadas del campo. En 1857, junto con seis compañeras más,
funda el Instituto de las Hermanas de la Sagrada Familia.
Habiendo
enfrentado muchas dificultades, el día 4 de noviembre de 1863, realiza su más
profundo anhelo: abre la primera casa para la acogida y la educación de los
pobres hijos del campo, donando para ese fin su propiedad de Villacampagna
(Cremona ? Italia): el primer y fiel colaborador era el Hermano Juan Capponi,
natural de Leffe (Bérgamo ? Itália).
De
esta forma, Paola Elizabetta Cerioli se convirtió en la fundadora de los
Institutos de las Hermanas de la Sagrada Familia para el socorro material y la
educación moral y religiosa de la clase campesina, en aquella época, la más
excluida y pobre.
Escogió
a la Sagrada Familia como modelo, queriendo que sus comunidades aprendiesen de
ella como ser familias cristianas acogedoras, unidas en el amor actual, en la
fraternidad serena, en la fe fuerte simple y confiada.
Feliz
por haberse consagrado a sus amados pobres, el 24 de diciembre de 1865 murió
dejando a los cuidados de la Providencia el Instituto femenino ya bien
encaminado y la semilla del Instituto masculino.
El
perfil espiritual de Cerioli fue marcado por la acción fuerte de la Trinidad
que moldearon su vida y su corazón de manera sorprendente. En el centro de todo
su deseo y actividad tenía siempre una referencia explícita a Dios Padre y a su
Hijo Jesús, más el desenvolvimiento de su testimonio espiritual fue marcado de
manera especial por la figura de María, Madre de los Dolores.
Este
misterio de María, que manifiesta la unión total y profunda con el misterio de
Jesús, que en su vida terrena no excluye la tentación y la cruz, para Cerioli
no fue solo objeto de contemplación exterior: durante el año 1854 se tornó
verdadera iluminación que vivificó el destino de su vida y de su obra: «Confesó
que una vez, considerando los dolores de María Santísima e imaginando el
momento en que ella vio la muerte de su Divino Hijo, sintió un presentimiento
tal y una opresión en el corazón, que angustiada se dejó caer sentada casi
desmayándose. "No sé — dijo después — como he podido sobrevivir, frágil y
probada como estaba".
Fue
así que lentamente se sintió llevada a tener estas actitudes y disposiciones
propias de la profundísima relación filial que hubo y hay entre María y su Hijo
agonizante. De manera profética y por el dolor que ella también había pasado
con el fallecimiento de sus hijos, era invitada a entender lo que Dios le guardaba
también a ella en recompensa cuando consolaba a la Virgen María, dciéndole:
«Madre no llores, Dios te dará otros hijos».
En su
vida diaria, se destacó por la maternidad espiritual, la caridad concreta, la
piedad, la absoluta confianza en la Providencia, el amor para la pobreza, la
humildad, la simplicidad y por la admirable sumisión a los Superiores (los
Obispos, sus orientadores espirituales). Valorizó mucho la dignidad y el papel
de la mujer en la familia y en la sociedad.
Creó
colegios para huérfanos, instituyó escuelas; cursos de doctrina cristiana,
ejercicios espirituales; recreación y asistencia a las enfermas. Venciendo
dificultades e incomprensiones de todo tipo, quiso dar inicio a una institución
religiosa constituida por hombres y mujeres que, de alguna forma, imitasen el
modelo evangélico del misterio de Nazaret constituido por María y José que
acogen y protegen a Jesús para darlo al mundo.
La
contemplación de la Familia de Nazaret sugiere a ella la aceptación de un
modelo de paternidad, de maternidad y también de filiación características solo
posibles de vivir con el amplio horizonte que da la fe.
Fue
beatificada en 1994 y canonizada por el Papa Juan Pablo II el 16 de mayo de
2004 (VI Domingo de Pascua).
Fuente: Biografía:
Página oficial del Vaticano Traducción: ACI Prensa