¿Debe
llevar alguna vestimenta litúrgica?
Un sacristán es un servidor al
servicio, único y exclusivo, de la iglesia desde la sacristía. El
sacristán colabora con el sacerdote en las labores de limpieza y cuidado del
templo, la sacristía y de los objetos sagrados que allí se custodian. Es además
el encargado de preparar todo lo necesario para la celebración de la misa. En
principio aquí acaban sus funciones. En consecuencia no debe estar en el
altar ni al servicio del altar.
Como no es ni un ministro ordenado ni
instituido, el sacristán no debe llevar ninguna vestimenta litúrgica ni en la
sacristía ni en el presbiterio.
Si un sacerdote necesita, como cosa
extraordinaria y de manera puntual, que el sacristán se acerque al altar (cosa
que mejor evitar al máximo) este se acercará como vaya vestido y se moverá
con decoro, respeto y discreción.
Si tiene que pasar por el frente del
altar hará la respectiva venia o reverencia profunda, y si ya se han consagrado
las especies eucarísticas, la genuflexión.
Una aclaración:
la sotana es la “prenda” de vestir exclusiva de los obispos y sacerdotes que se
lleva como distintivo clerical aunque tiene carácter opcional. Una sotana es
una vestimenta de color negro, recta, de mangas largas, larga hasta los
tobillos y abotonada por delante de arriba a abajo, y que se lleva por encima
de la ropa ordinaria. La sotana no hay que confundirla como un ornamento
litúrgico.
Para la
celebración de la misa y la administración de los sacramentos el obispo o
sacerdote se pondrá sobre la sotana el alba (túnica blanca bajo los ornamentos
sacerdotales: estola y casulla).
HENRY VARGAS HOLGUÍN
Fuente: Aleteia