¿Realmente existe un fracaso en la pastoral
familiar y matrimonial?
Sólo el 22% en España se
casan por la Iglesia. El Instituto Nacional de Estadística ha hecho públicos
los datos sobre el matrimonio en España y pone de manifiesto el cada vez menos
interés de los españoles por casarse en la iglesia.
Los datos son abrumadores. En
los últimos años se ha pasado del 75 % (Año 2000) al 22% (Año 2015). El
número de matrimonios ha descendido, de 216.451 a 168.910, pero mucho más el de
matrimonios por la Iglesia, que no llega a superar los 50.000.
Jaén es la única
provincia española donde la mayoría de los matrimonios son por la Iglesia. En
el resto los datos caen en picado: en Córdoba, un 43% de bodas católicas, en
Tarragona y Vizcaya, un 12%, en Barcelona sólo el 10,5%.
¿Qué
está pasando?
Algunos achacan este
descenso a la gran crisis de secularización que se vive en España, otros
jóvenes simplemente consideran un desafío poder sostener un
matrimonio toda la vida. Es posible también que haya desaparecido el
“postureo” de casarse por la Iglesia y de blanco aunque no se crea en el
sacramento.
Las bodas son menos,
pero podría pensarse que son bodas de verdad, en plena conciencia y sin
presiones sociales o tradicionales. ¿Realmente hay un fracaso en la
pastoral familiar y matrimonial? ¿Qué habría que cambiar? ¿Cuál puede ser la
solución?
La
diferencia entre casarse por la Iglesia y por lo civil
El sacerdote y experto
Jorge Luis Zarazua muestra en Aleteia cuáles son las diferencias entre casarse por
la Iglesia y casarse por lo civil. En un artículo explica que al
casarse por la Iglesia se establece un vínculo conyugal bendecido por Dios; se
le da un sentido trascendente al amor conyugal.
En el matrimonio
cristiano se ofrecen tres ideales, tres ideales que por falta de
presencia de Dios y trascendencia no se dan en el matrimonio civil:
1. Sanar las heridas
causadas por el pecado, para ello se necesita la gracia de Dios e ir viviendo
en la rectitud.
2. Perfeccionarse,
consolidarse ambos en el amor verdadero para alcanzar su plenitud en Dios que
es amor.
3. Elevar su matrimonio
en semejanza al misterio de Cristo con la Iglesia.
El
matrimonio para la Iglesia es una vocación
El matrimonio en una
sociedad secularizada está visto como un mero contrato. Se trata de “arreglar
unos papeles” para tener una serie de derechos por una convivencia. Otras veces
el matrimonio se realiza como manera de legitimar los derechos de la
descendencia o para regular una serie de beneficios.
Esto
no quiere decir que en el matrimonio no canónico no haya amor, sino que el
matrimonio civil no tiene una visión de vocación fundamental de permanencia en
el tiempo, sino de compartir sólo un tiempo, determinado o no, de la vida con
una persona.
En el matrimonio
canónico, el vínculo matrimonial es una vocación. En el Blog de Emma y Didier explican cómo
fueron sus experiencias en los meses previos al matrimonio: “Tengo varios
conocidos que conviven con sus parejas, y cuando supieron de nuestro compromiso
no se hicieron esperar para tratar de disuadirme”.
“¿Por qué estoy
diciendo sí al matrimonio católico? ¿Me estoy perdiendo algo
al comprometerme para toda la vida? ¿Por qué o para qué casarme?”, se
preguntan, y su contestación es clara: “Si sientes que Dios te llama a formar
una familia, el matrimonio es para lo que fuiste creado(a)”.
Menos
matrimonios, pero…¿más preparados?
El descenso de los
matrimonios canónicos puede ofrecer una luz de esperanza. Es posible que estos
matrimonios sean fruto de un profundo discernimiento personal, una preparación
para que el matrimonio sea para toda la vida.
Son muchos los
testimonios de católicos divorciados que expresan, tras recibir la nulidad, que
no estaban lo suficientemente preparados para el matrimonio. Lisa Duffy,
blogger, conferenciante y autora de The Catholic Guide to Dating after
Divorce se pregunta: ¿Por qué la auténtica, significativa preparación
al matrimonio llegó cuando era demasiado tarde?
En este artículo se pregunta si no es necesario volver a
pensar los cursillos prematrimoniales:
“Como católica
divorciada, que recibió la nulidad y volvió a casarse hace quince años, me di
cuenta de que el proceso de nulidad fue mucho mejor preparación al
matrimonio que los cursillos prematrimoniales a los que había ido antes de
pasar aquella vez por el altar”.
Para esta autora, hay
temas que son fundamentales y que se pasan por encima a la hora de preparar el
matrimonio: las discusiones sobre la educación religiosa; los problemas en el
matrimonio de los padres; cualquier tratamiento de problemas emocionales,
psicológicos o psiquiátricos; antecedentes de abuso de alcohol o drogas y
cualquier historia de abuso físico, mental o sexual puede comenzar a pintar el
cuadro más grande necesario para saber si uno o ambos son adecuados para el
matrimonio.
El
éxito estará en si estos matrimonios son verdaderos
En España el matrimonio
canónico está en declive, cae en picado, pero no deberían alarmar tanto las
cifras. Que haya menos matrimonios canónicos no debe ser el barómetro para
medir el éxito o el fracaso de la pastoral familiar.
Habrá que ver este éxito
o fracaso en el número de nulidades que se den en los siguientes años. El
matrimonio es una cuestión demasiado seria como para valorarla sólo por el
número de los que se sellan; más bien habrá que analizarla por el número
de los que, dentro de la Iglesia, siguen siendo duraderos y verdaderos.
ALVARO REAL
Fuente: Aleteia