Aquel temor intenso e
irracional a creer en lo revelado por Dios
En
la cultura moderna, existe un notable rechazo a la palabra “dogma” pues es
vista como la imposición de una doctrina inventada por parte de la
Iglesia de forma indiscutible e irreformable, que puede estar equivocada e
incluso obsoleta.
Este
rechazo existe de forma abundante en el protestantismo relativamente joven y
las comunidades eclesiales no denominacionales, para las cuales “no existen
dogmas” como tampoco hay “religión". Ellos prefieren llamarle
“relación", que en el fondo es lo mismo pero les hace sentirse más a gusto
con su religión a su medida.
No
sucede así con el protestantismo tradicional, que aunque difiere de
nosotros en cuales doctrinas admiten como dogmas, reconoce tener dogmas y
reconoce al cristianismo como una religión.
En
la parte del catolicismo infestada por las tesis modernistas, la
dogma-fobia se ha ido expandiendo como gangrena. Una expresión de este
rechazo lo vemos en las declaraciones de Juan Zapatero Ballesteros,
sacerdote de Sant Feliú de Llobregat (Barcelona, España), en la que intentando
defender a Sor Lucía Caram luego de que negara el dogma de la virginidad de
María, ha expresado en una entrevista: «¡Qué mal si mi fe se fundamentara
en los dogmas!» y continúa diciendo: «menos mal que no es así ni
mucho menos; la verdad que no me quitan el sueño ni me aportan nada por lo
que a mi fe se refiere».
Definición de dogma
Según
el Diccionario de la Real Academia Española, un dogma se define como:
1. m. Proposición tenida
por cierta y como principio innegable.
2. m. Conjunto de
creencias de carácter indiscutible y obligado para los seguidores de cualquier
religión.
3. m. Fundamento o puntos
capitales de un sistema, ciencia o doctrina.
Los
católicos llamamos “dogma” a una verdad que pertenece al campo
de la fe o de la moral, que ha sido revelada por Dios, transmitida desde
los Apóstoles ya a través de la Escritura, ya de la Tradición, y propuesta
por la Iglesia para su aceptación por parte de los fieles.
Importancia de los dogmas
La
existencia de dogmas es fundamental porque nos permite profesar juntos una
misma fe, como dice San Pablo tenemos: “Un
solo Señor, una sola fe, un solo bautismo“ (Efesios 4,5).
San
Pablo también nos exige en nombre de Jesús que “no haya entre vosotros divisiones; antes bien, estéis unidos en una
misma mentalidad y un mismo juicio” (1 Corintios 4,1) y es tan radical y
coherente en esto, que excomulga a cualquiera que llegaba enseñando un
evangelio diferente (Gálatas 1,8).
Imaginemos
por ejemplo, que yo afirmo ser católico pero no creo que Cristo sea Dios,
mientras mi vecino que también dice serlo cree lo contrario. ¿Podremos decir
que ambos somos católicos? De ser ese el caso bien podría un luterano o
calvinista o inclusive un testigo de Jehová llamarse católico aunque creamos
doctrinas bien distintas en casi cualquier tema.
No
nos confundamos: el problema no es que existan nombres para las
denominaciones, sino que dichos nombres denominacionales permiten identificar
grupos de personas que profesan creencias o “dogmas” comunes y comparten una
misma fe y doctrina. Un luterano se llama a sí mismo luterano porque comparte
con otras personas las mismas enseñanzas que enseñó Lutero, y esto aunque el
día de mañana prefiera llamarse a secas “cristiano".
Todos tenemos “dogmas”
De
hecho, incluso aquellos que afirman no creer en dogmas, lo suelen hacer de
forma inconsciente. La mayoría de protestantes con los que he conversado que rechazan
creer en dogmas, están muy seguros de doctrinas que ellos consideran
ciertas e inmutables. Aunque no lo admitan, esos son sus “dogmas”. La
diferencia es que son dogmas creados en base a su propia opinión, o la de los
fundadores de su denominación y no verdades reveladas por Dios, ni definidas de
forma solemne por la Iglesia.
El
controvertido sacerdote que dice que su fe no se fundamenta en dogmas, no
explica sobre qué se fundamenta. Seguramente dirá que su fe se fundamenta en
Cristo, pero ¿quién es Cristo?, quizá responda que el Hijo de Dios, en cuyo caso
estará expresando su fe en un dogma.
El
problema probablemente con este sacerdote no sea solo una deficiente
comprensión del significado de lo que es un dogma de fe católica, sino que él no
considera los dogmas católicos como relevantes o importantes, lo cual es mucho
peor porque significa que no profesa la fe católica, ni la comparte.
El
mismo admite que el dogma de la virginidad de María es también para él irrelevante.
¿Pensará lo mismo del dogma de la primacía del Papa, o de la existencia del
purgatorio, de la comunión de los santos, o de la transubstanciación? ¿Nada de
esto agrega ni quita?.
Centralidad de los dogmas
de fe católica
Evidentemente
hay una jerarquía entre los dogmas: hay dogmas más centrales en la fe
cristiana que otros. Pero si dejamos de profesar aunque sea un solo dogma de fe
dejamos de ser católicos. Eso es lo que nos diferencia de los protestantes,
donde cada denominación agrupa a aquellos que piensan similar, y cada vez que
alguien comienza a profesar doctrinas distintas, puede hacer una nueva
denominación en la que aun sin hacerlo explícitamente comparten un nuevo
conjunto de “dogmas".
La
naturaleza de la Iglesia Católica es muy distinta. No debemos ser como “niños, llevados a la deriva y zarandeados
por cualquier viento de doctrina, a merced de la malicia humana y de la astucia
que conduce engañosamente al error” (Efesios 4,5).
Como
católicos creemos que sólo hay una religión verdadera, y sus dogmas son
revelados por Dios. Puede parecer arrogante, pero si a alguien le parece así,
es síntoma de que él también ya ha dejado de ser católico. Quien sí es
arrogante es aquel que inconscientemente cree que puede ser su propia
fábrica de dogmas.
Por:
José Miguel Arráiz