“El ciego de nacimiento nos representa cuando no nos damos cuenta de que Jesús es la luz del mundo"
El
Papa Francisco explicó este domingo antes del rezo del Ángelus que el cristiano
está llamado a actuar como “hijo de la luz” y esto comporta una serie de
cambios, como abandonar las “luces falsas” y los prejuicios que distorsionan.
Desde
la ventana del Palacio Apostólico, el Papa comentó el Evangelio del día en el
que Jesús devuelve la vista a un ciego de nacimiento. “Cristo le restituye la
vista y obra este milagro con una especie de rito simbólico: primero mezcla la
tierra con la saliva y la pone sobre los ojos del ciego. Después le ordena
lavarse en la piscina de Siloé”.
El
Pontífice subrayó que “estamos llamados a comportarnos como ‘hijos de la luz’”
pero “esto exige un cambio radical de mentalidad, una capacidad de juzgar a los
hombres y las cosas según una nueva escala de valores que viene de Dios”.
“¿Qué
significa caminar en la luz?”, se preguntó. “Significa ante todo abandonar las
luces falsas: la luz fría y fatua del prejuicio contra los otros, porque el
prejuicio distorsiona la realidad y nos llena de aversión contra aquellos que
juzgan sin misericordia y hace que condenemos”. "Cuando hablamos mal de
los demás caminamos en las sombras", añadió.
“Otra
luz falsa, porque es seductora y ambigua, es la de los intereses personales: si
valoramos hombres y cosas en base al criterio de nuestro beneficio, de nuestro
placer, de nuestro prestigio, no actuamos con verdad en las relaciones y en las
situaciones”.
Volviendo
al Evangelio explicó que “con este milagro Jesús se manifiesta como luz del
mundo, y el ciego de nacimiento representa a cada uno de nosotros, que hemos
sido creados para conocer a Dios, pero a causa del pecado estamos como ciegos,
tenemos necesidad de una luz nueva, la de la fe, que Jesús nos ha donado”.
Francisco
aseguró que este episodio de la Biblia “se refiere
también al Bautismo, que es el primer Sacramento de la fe: el Sacramento que
nos hace ‘venir a la luz’, mediante el renacimiento en el agua y del Espíritu
Santo, así como sucedió con el ciego de nacimiento, al cual se le abrieron los
ojos después de lavarse en el agua de la piscina de Siloé”.
“El
ciego de nacimiento nos representa cuando no nos damos cuenta de que Jesús es
‘la luz del mundo’, cuando nos fijamos en otros lugares, cuando preferimos
confiar en pequeñas luces, cuando andamos a tientas en la oscuridad”.
El
Papa señaló que “el hecho de que el ciego no tenga un nombre nos ayuda a vernos
a nosotros mismos con nuestro rostro y nuestro nombre en su historia”.
Al
concluir, el Santo Padre pidió que la Virgen María “nos de la gracia de acoger
nuevamente en esta Cuaresma la
luz de la fe, redescubriendo el don inestimable del Bautismo. Y esta nueva
iluminación transforme nuestras actitudes y nuestras acciones, para ser también
nosotros, a partir de nuestra pobreza, portadores de un rayo de luz de
Cristo”.
Por Álvaro
de Juana
Fuente:
ACI Prensa