Simplicio dice de la sede de Pedro en Roma: “Esta misma norma de doctrina apostólica se mantiene firmemente por sus sucesores (los de Pedro), a quien el Señor confió el cuidado de todo el rebaño de ovejas, a quien prometió no dejarle hasta el fin de los tiempos”
Reinó
entre 468-483; se desconoce su fecha de nacimiento; murió el 10 de marzo de
483. Según el “Liber Pontificalis” Simplicio era hijo de un ciudadano de Tívoli
llamado Castino; y después de la muerte del Papa Hilario en 468 fue elegido
para sucederle. La elevación del nuevo Papa no se alcanzó sin dificultades.
Durante
la controversia monofisita, que aún proseguía en el Imperio de Oriente,
Simplicio defendió vigorosamente la independencia de la Iglesia contra el
cesaropapismo de los gobernantes bizantinos y la autoridad de la Sede
Apostólica en cuestiones de fe.
El canon vigésimo-octavo del Concilio de
Calcedonia (451) concedía a la sede de Constantinopla los mismos privilegios de
honor que se disfrutaban por el obispo de Roma, aunque la primacía y el rango
supremo de honor se debieran a este último.
Los
legados papales protestaron contra esta elevación del Patriarca Bizantino, y el
Papa León sólo confirmó los decretos dogmáticos del Concilio. Sin embargo, el
Patriarca de Constantinopla pretendía poner en vigencia el canon, y el
emperador León II deseaba conseguir su confirmación por parte de Simplicio.
Este último, sin embargo, rechazó la petición del emperador y se opuso a la
puesta en ejecución del canon, que además limitaba los derechos de los antiguos
patriarcados orientales.
La
rebelión de Basilisco, que en 476 condujo al exilio al emperador Zenón y se
apoderó del trono bizantino, intensificó la disputa monofisita. Basilisco buscó
el apoyo de los monofisitas, y dio permiso a los patriarcas monofisitas
depuestos, Timoteo Ailuros de Alejandría y Pedro Fullón de Antioquía, para que
volvieran a sus sedes. Al mismo tiempo publicó un edicto religioso (Enkyklikon)
dirigido a Ailuros, que ordenaba que sólo se aceptaran los tres primeros
sínodos ecuménicos, y rechazaba el Sínodo de Calcedonia y la Carta del Papa
León.
Todos
los obispos debían firmar el edicto. El obispo de Constantinopla, Acacio (desde
471), vacilaba y estuvo a punto de proclamar este edicto. Pero la firme
posición tomada por el pueblo, influido por los monjes que eran rígidamente
católicos en sus opiniones, movió al obispo a oponerse al emperador y a
defender la fe amenazada. Los abades y sacerdotes de Constantinopla se unieron
al Papa Simplicio, que hizo todos los esfuerzos para mantener el dogma católico
y las definiciones del Concilio de Calcedonia.
El
Papa exhortó a la leal adhesión a la verdadera fe en cartas a Acacio, a los
sacerdotes y abades tanto como al propio usurpador Basilisco. En una carta a
Basilisco de 10 de Enero de 476, Simplicio dice de la sede de Pedro en Roma:
“Esta misma norma de doctrina apostólica se mantiene firmemente por sus
sucesores (los de Pedro), a quien el Señor confió el cuidado de todo el rebaño
de ovejas, a quien prometió no dejarle hasta el fin de los tiempos” (Thiel,
“Rom. Pont.”, 182).
De
la misma manera emprendió con el emperador el estudio de la causa del patriarca
católico de Alejandría, Timoteo Solofaciolo, que había sido suplantado por
Ailuros. Cuando el emperador Zenón en 477 expulsó al usurpador y logró de nuevo
la supremacía, envió al Papa una confesión de fe completamente católica,
después de lo cual Simplicio (9 de Octubre de 477) le felicitó por su
restauración en el poder y le exhortó a atribuir la victoria a Dios, que
deseaba de este modo restaurar la libertad de la Iglesia. Zenón retiró los
edictos de Basilisco, desterró a Pedro Fullón de Antioquía y repuso a Timoteo
Solofaciolo en Alejandría. No molestó a Ailuros por su avanzada edad, y de
hecho éste murió pronto. Los monofisitas de Alejandría presentaron entonces a
Pedro Mongo, el antiguo arcediano de Ailuros, como su sucesor.
Urgido
por el Papa y los católicos orientales, Zenón ordenó el destierro de Pedro
Mongo, pero éste pudo esconderse en Alejandría, y el miedo a los monofisitas
impidió el uso de la fuerza. En un momento de debilidad el propio Solofaciolo
había permitido la colocación del nombre del patriarca monofisita Dióscoro en
los dípticos que debían leerse en los oficios de la iglesia. El 13 de marzo de
478, Simplicio escribió a Acacio de Constantinopla que se debía instar a
Solofaciolo para que borrara la ignominia que había atraído sobre sí mismo.
Este último envió legados y cartas a Roma para dar satisfacción al Papa.
A
solicitud de Acacio, que todavía se mostraba activo contra los monofisitas, el
Papa condenó de manera nominativa a los herejes Mongo, Fullón, Pablo de Éfeso y
Juan de Apamea, y delegó en el Patriarca de Constantinopla para que fuera su
representante en esto. Cuando los monofisitas de Antioquía suscitaron una
revuelta en 479 contra el Patriarca Esteban II, y lo mataron, Acacio consagró a
Esteban III, y después a Calendio como sucesores de Esteban. Simplicio hizo una
enérgica petición al emperador de que castigara a los asesinos del Patriarca, y
reconvino también a Acacio por excederse en sus competencias al llevar a cabo
esta consagración; al mismo tiempo, no obstante, el Papa le concedió la
necesaria dispensa.
Tras
la muerte de Solofaciolo, los monofisitas de Alejandría eligieron de nuevo
patriarca a Pedro Mongo, mientras los católicos elegían a Juan Talaia. Tanto
Acacio como el emperador, al que aquél influía, se oponían a Talaia, y tomaron
partido por Mongo. Mongo fue a Constantinopla a promover su causa. Acacio y él
acordaron una fórmula de unión entre los católicos y los monofisitas que fue
aprobada por el emperador Zenón en 482 (Henotikon). Talaia había enviado
embajadores al Papa Simplicio para notificar al Papa su elección.
Sin
embargo, al mismo tiempo, el Papa recibió una carta del emperador en la que se
acusaba a Talaia de perjurio y soborno y se hacía una petición de
reconocimiento de Mongo. Simplicio, por tanto, aplazó reconocer a Talaia, pero
protestó enérgicamente contra la elevación de Mongo al Patriarcado de Alejandría.
Acacio, sin embargo, mantuvo su alianza con Mongo y pretendió prevalecer sobre
los obispos orientales para introducirlo en la comunión de la Iglesia. Durante
mucho tiempo Acacio no envió información de ninguna clase al Papa, así que éste
se lo reprochó severamente en una carta. Cuando finalmente Talaia vino a Roma
en 483 Simplicio ya había muerto.
Simplicio
también ejerció un celoso cuidado pastoral en Europa Occidental, no obstante
las difíciles circunstancias de la Iglesia durante los desórdenes de las
migraciones. Publicó decisiones sobre cuestiones eclesiásticas, nombró al
obispo Zenón de Sevilla vicario papal en España, de forma que las prerrogativas
de la sede papal pudieran ejercerse en el propio país para beneficio de la
administración eclesiástica. Cuando el obispo Juan de Rávena reclamó en 482 la
diócesis de Mutina como sufragánea de su sede metropolitana, y sin más consagró
al obispo Jorge para esta diócesis, Simplicio se le opuso vigorosamente y
defendió los derechos de la sede papal.
Simplicio
fundó cuatro iglesias nuevas en la propia Roma. Un enorme edificio construido
en forma de rotonda en la colina del Celio se convirtió en una iglesia y se
dedicó a San Esteban; la parte principal de este edificio aún existe como la
iglesia de San Stefano Rotondo. Un bello edificio próximo a la iglesia de Santa
Maria Maggiore fue dado a la Iglesia Romana y convertida por Simplicio en una
iglesia dedicada a San Andrés con la añadidura de un ábside adornado con
mosaicos; ya no existe (cf. de Rossi, “Bull. Di archeol. crist.”, 1871, 1-64).
El Papa construyó una iglesia dedicada al protomártir, San Esteban, detrás de
la iglesia conmemorativa de San Lorenzo in Agro Verano; esta iglesia ya no está
en pie. Hizo una cuarta iglesia construida en la ciudad en honor de Santa
Balbina, “juxta palatium Licinianum”, donde estaba su tumba; esta iglesia aún
subsiste.
Para
asegurar la celebración regular de los servicios de la iglesia, de la
administración del bautismo, y de la disciplina de la penitencia en las grandes
iglesias de las catacumbas fuera de las murallas de la ciudad, a saber las
iglesias de San Pedro (en el Vaticano), de San Pablo en la Via Ostiensis, y de
San Lorenzo en la Via Tiburtina, Simplicio ordenó que el clero de tres
distritos de la ciudad se hiciera cargo, en un orden establecido, de las
funciones religiosas en estas iglesias de las catacumbas. Simplicio fue
enterrado en San Pedro del Vaticano. El “Liber Pontificalis” da el 2 de Marzo
como día del entierro (VI non.); probablemente deba leerse 10 de Marzo (VI
id.).
Después
de su muerte el rey Odoacro deseó influir en la provisión de la sede papal. El
prefecto de la ciudad, Basilio, afirmó que antes de su muerte el Papa Simplicio
le había pedido que emitiera la orden de que nadie debía ser consagrado obispo
de Roma sin su consentimiento (cf. referente a la regulación Thiel, “Epist.
Rom. Pont.”, 686-88). El clero romano se opuso a este edicto que limitaba su
derecho de elección. Mantenían la vigencia del edicto, publicado por el
emperador Honorio a instancias del Papa Bonifacio I, de que sólo podía ser
considerado como legítimo obispo de Roma la persona que fuera elegida de
acuerdo con la forma canónica con la aprobación divina y el consentimiento
universal. Simplicio fue venerado como santo; su fiesta es el 2 de marzo.
Fuente:
ACI