Los
niños tienen el derecho de guardar una imagen sagrada de cada uno de sus padres
Pareciera
que se nos está haciendo común ver que cada vez se divorcian más y más parejas.
Por favor, que no se nos haga normal lo que en sí mismo va en contra de la
naturaleza. El que muchos estén tomando esa salida no significa que sea la
única ni la mejor, sobre todo por las consecuencias que esta decisión deja en
los hijos. El daño que se les hace con un divorcio no hay palabras que lo
expliquen. La solución a toda crisis matrimonial no es el divorcio, sino
la conversión de los corazones.
Ahora
bien, si ya estás viviendo esa experiencia ayuda a tus hijos para que esta sea
lo más llevadera posible. Este apoyo es de ambos padres. Los hijos de padres
separados tienen mayor probabilidad de vivir felices si los padres comparten
custodia, es decir, que convivan con ambos sin condicionamientos humanos o de
conveniencia para alguno de los padres.
Lo
que para los padres algún día fue un don y no un derecho como lo es el don de
la paternidad y así traer esos hijos al mundo, hoy, en los hijos ese don se
convierte en un derecho divino, derecho a tener un padre y una madre que les
amen y protejan incondicionalmente. El padre y la madre ejercen roles únicos e
intransferibles, es decir, ni papá puede hacer las veces de mamá ni mamá las de
papá. Cada papá y cada mamá son indispensables e insustituibles en la vida de
cada hijo.
Existe
un término que quizá te parezca nuevo, síndrome de alienación parental, el cual
es una forma de maltrato infantil lleno de maldad mediante el cual uno de los
progenitores hace todo y de todo por destruir la imagen del otro y los vínculos
afectivos entre padres e hijos. Es decir, el padre que siente odio, rabia y
rencor en contra del otro padre escupe todo ese veneno al corazón del hijo
pretendiendo que este sienta lo mismo por el progenitor.
Este
síndrome (SAP) o comportamiento del padre crea en el hijo mucho dolor, enojo,
tristeza, frustración, sentimientos que no le corresponden sentir y que son
producto de la maledicencia de uno de los padres. Si quieres que tu hijo se
torne un adolescente depresivo, agresivo, violento y con gran predisposición al
suicidio y, por ende, un adulto inestable y delictivo, este es el camino
directo.
El
hijo -por naturaleza- desea amar a sus padres y si tú eres un padre que actúa
de esta forma no se lo estas permitiendo. Y los más triste es que si el
hijo elije amarle, este generará una culpa espantosa y pensará dentro sí:
“¿Cómo puedo ser capaz de amar a esa persona si es un monstruo? ¿Sabes la
confusión que le crearás a tu hijo?
Hace
poco, el Papa Francisco hizo una exhortación donde pide a los matrimonios
separados que no utilicen a los hijos como rehenes. Afirmó que los hijos deben
crecer escuchando a la madre hablar bien del padre y al padre de la madre,
aunque estos ya no vivan juntos.
Por
eso, poner al hijo a elegir, “¿Con quién te vas con mamá o con papá?”; hacer
preguntas absurdas como “¿A quién quieres más?” o ¿quién te da mejores cosas?; “chantajearles
de alguna manera, hablar mal uno del otro o no dejarle ver al padre porque este
no ha cumplido con la cuota económica mensual, entre muchas otras cosas, es una
forma de terrorismo emocional y espiritual que atenta contra su dignidad y sus
derechos de hijo.
Esta
manera de actuar de algunos padres hace que el alma del niño sufra mucho porque
esta siente una sensación de desesperación y culpabilidad que le dejarán
heridas que le marcarán para toda la vida. Si tu ex tiene defectos, ¡te
callas! No tienes ningún derecho de envenenar el alma de tu hijo.
Si
eres el papá que le está haciendo esas preguntas, o le estás envenenando su
corazón, mejor yo te pregunto a ti, ¿cuál brazo prefieres cortarte, el derecho
o el izquierdo? Qué absurda mi pregunta, ¿verdad? Pues más absurda la pregunta
o los comentarios que tú le haces porque por lo menos tu aprenderás a vivir sin
un brazo y aún sin él serás feliz porque ni tu alma ni tu corazón se vieron
afectados.
Sin
embargo, las huellas de abandono, huellas profundas que se dejan en el alma del
niño por la ausencia emocional o física de alguno de los padres y del cual
quizá tu estas siendo co-participe por tu manera maledicente de hablar y
actuar, son huellas que difícilmente les dejará vivir plenos, felices y en paz.
Padres,
los hijos son un don de Dios para ambos y no una propiedad. Al hablar mal de tu
ex con tus hijos no le haces daño al ex sino a tus hijos, los destruyes
interiormente. Cambia de estrategia para conservar su amor y respeto. El odio
genera rencor y más odio. El amor genera perdón, misericordia y más amor.
LUZ IVONNE REAM
Fuente:
Aleteia