Un sacerdote pide que se investigue quién está
detrás de estas muertes
«Pero padre, ¿está
seguro de que puedo publicar esto?». «Sí, necesitamos que nos ayudes a
denunciarlo, que exista presión a nivel internacional para que se esclarezcan
los hechos».
El sacerdote guatemalteco Sergio Godoy se pregunta cómo puede ser
que en menos de una hora un promedio de 30 niñas fallecieran carbonizadas el
pasado 8 de marzo en el Hogar Seguro Virgen de la Asunción sin que nadie las
auxiliara.
Se pregunta por qué la
Policía, que estaba en las inmediaciones, «no se movilizó para romper el
candado que había en la habitación de las muchachas». Dicen en su defensa que
el policía con la llave no estaba en ese momento, pero ¿quién no rompe un
candado para salvar a unas niñas?». Godoy se pregunta también por qué «no se
permitió la intervención de los bomberos», algo que pone en evidencia «un
crimen de lesa humanidad». En ese hogar, mal llamado seguro «había
violaciones, torturas, trata de personas, y niñas embarazadas». Alguien está
afanándose para que la verdad no salga a la luz. Su hipótesis es que el crimen
organizado está detrás del suceso.
El Hogar Seguro Virgen
de la Asunción hacía tiempo que era un depósito de «niños descartados»,
utilizando «el mismo lenguaje del Papa Francisco». El padre Sergio Godoy,
sacerdote guatemalteco coordinador del programa Comunidad Esperanza y socio
local de Manos Unidas, describe el centro como un lugar donde iban a parar
«chicos y chicas en conflicto con la ley, menores de edad enviados por jueces
dada la situación de maltrato y abusos en el ámbito familiar, huérfanos y niños
con necesidades especiales». En este lugar, donde vivían casi 750 menores
aunque su capacidad era para 400, «no se tenían en cuenta ni las condiciones
del menor ni el rango de edad», y estaba gestionado por personas sin vocación
ni capacidad».
Este caldo de cultivo
convirtió el hogar seguro en un foco «de corrupción donde se permitía
la mala alimentación –hay niños que llevaban tiempo denunciando a la
Procuraduría de Derechos Humanos de Guatemala que estaban comiendo alimentos
con gusanos– el maltrato, la trata de personas y los abusos sexuales», lo que
llevó a la rebelión a las niñas, separadas de los niños por pabellones.
Nadie abrió el candado
Todo ocurrió el 8 de
marzo. Los responsables del centro abrieron la puerta para que las menores se
marcharan, «supongo que por estar hartos de sus quejas». Pero poco después
«recapacitaron sobre las consecuencias que podría tener la salida de las chicas
y llamaron a la Policía para que sofocara la rebelión». De este encontronazo,
afirma el padre Godoy, «hay fotos de niñas tiradas por el suelo y tratadas de
forma indigna».
La Policía devolvió a
las jóvenes al hogar, «encerrándolas en una habitación demasiado pequeña para
la cantidad de chicas que había. Un contingente de alrededor de 100 agentes
rodeó la casa y puso un candado a la habitación». Fue en ese momento cuando se
desató la tragedia: una de las niñas prendió fuego a una colchoneta en señal de
protesta y provocó la muerte de 40 compañeras. «30 de ellas murieron
carbonizadas en un espacio muy corto de tiempo». Las otras diez han fallecido
después, en hospitales guatemaltecos, «porque no han sido bien atendidas. Hay
una niña que falleció a causa del dolor, porque nadie le dio analgésicos para
aliviarla y entró en shock», denuncia el sacerdote. Ante esta situación,
Manos Unidas ha ayudado en este primer momento dando respuesta a las
necesidades más inmediatas solicitadas por el padre Sergio Godoy.
Diversos representantes
de la sociedad civil han presionado a las instancias gubernamentales para que
las menores pudieran salir de los hospitales públicos. «Gracias A Dios, dos
niñas fueron enviadas a EE. UU. para ser tratadas, pero una abogada que
acompaña el caso me informó hace unos días de que, en Guatemala, un hospital
privado subvencionado por los fondos de cooperación internacional españoles
pedía 300.000 quetzales por tratar a cada chica. Esto hay que pedir que se
investigue y se denuncie».
Cinco niñas
desaparecidas
Otra de las
preocupaciones del padre Sergio Godoy son las cinco niñas que desaparecieron en
extrañas circunstancias tras el incendio. «Fue difícil determinar que faltaban
chicas, porque no había ningún registro que certificase el número exacto de
jóvenes en el hogar». Pero un informante anónimo dio un chivatazo días después
del supuesto accidente, y las menores aparecieron en un hospital psiquiátrico
de adultos. «Alguien las había escondido, y las niñas estaban con quemaduras de
segundo grado sin ser tratadas».
La periodista pregunta
con estupor el motivo. «Hay varias hipótesis, pero no se sabe nada de manera
oficial. Todo apunta a gente ligada al crimen organizado, al narcotráfico y a
la trata de personas». El motivo de hacer desaparecer a las chicas podría
ser porque «probablemente sepan los nombres de los autores de los abusos y la
trata de personas». De hecho, añade el sacerdote, «una enfermera anónima ha
declarado que alguien le pidió que desconectaran los aparatos en su hospital
para que las chicas no sobrevivieran».
No son las únicas
muertes
«Casualmente» –y hace
hincapié el sacerdote para que lo entrecomille–, unos días después del
accidente hubo otro motín en un centro de menores cercano al Hogar Seguro
Virgen de la Asunción. «Los chicos internos, entre los que había pandilleros,
provocaron la muerte de cuatro de los monitores». Además, la noche de este
lunes «fueron atacadas simultáneamente varias estaciones de la Policía que
dejaron seis agentes muertos».
Para el sacerdote, «es
la misma mano la que crea estos escenarios para generar una crisis
institucional seria, porque favorece a los intereses del crimen organizado o de
un sector político de extrema derecha». El objetivo de orquestar esta cadena de
sucesos «es distraer a la opinión pública y desequilibrar al Gobierno», aunque,
recalca, «está lleno de incompetentes».
Se necesita una nueva
propuesta de ley
Mientras se esclarecen
las oscuras circunstancias de estas muertes, el sacerdote pide a su país que,
al menos, «se elabore una nueva propuesta de ley sobre la protección de
menores». La última, de 2007, «no es aplicable en el día a día, porque no hay
recursos públicos para pagar a gente preparada y competente. El sistema está
diseñado mal, pero tampoco se han buscado otras salidas», advierte.
Quienes «lo hemos hecho
mejor hemos sido las instituciones de la Iglesia y organizaciones sin ánimo de
lucro, que contamos con profesionales mejor preparados. Por eso, en la nueva
legislación, «es importante que se incluya la necesidad de que el Estado tenga
en estas instituciones aliados para acompañar adecuadamente a los menores. No
todo debe centralizarse en las instancias públicas, porque eso favorece la
corrupción. Los niños tienen que ser el centro de las políticas».
La noche del martes,
cientos de guatemaltecos acudieron a las vigilias de oración por las víctimas y
por la paz en Guatemala organizadas en diversas ciudades y ante las embajadas
en otros países. «Estamos al borde de la crisis institucional», sentencia el
padre Sergio Godoy.
Cristina Sánchez Aguilar
Fuente: Alfa y Omega