¡No
hay imposibles para Dios!
San
Juan Bautista proclamó que Jesús era el hijo de Dios… no debe haber sido
fácil hacer esta afirmación cuando un rey quería tu cabeza en una bandeja de
plata… ¿qué hacía que san Juan no tuviera miedo si no gozaba ni de poder, ni de
dinero, ni de amigos importantes…? Lo único que tenía en abundancia era fe en
Dios.
Y
es que la fe del Bautista fue más grande que las amenazas de Herodes, su
confianza Dios le quitó el miedo y alegremente anunció la venida del Hijo de
Dios. ¡Sería maravilloso que tuviéramos una fe así de profunda! Nuestra vida
sería bien diferente…
Muchos
vivimos en una angustia constante, o con una tristeza bien arraigada… sin
duda en esos momentos nos falta más fe para saber que Cristo nunca nos dejará
solos y que nos sacará bien librados de todos nuestros aprietos.
Creamos en Dios en medio
de las dificultades
Todos
con facilidad decimos que creemos en Dios cuando nuestra vida es bendecida,
cuando no nos falta nada, cuando nuestra familia está bien, pero la
verdadera fe se prueba en medio de las dificultades.
Piensa
en los santos: aunque sufrían persecuciones, hambre, soledad, enfermedades,
calumnias y demás… tenían su fe bien firme en Dios y no temblaban porque sabían
que el que tiene la última palabra es Dios. Su fe les decía que nada ni nadie
los separaría del amor de Cristo, el cual era su protector, y antes bien en
medio de las dificultades su confianza en Dios les aumentaba las fuerzas y la
alegría; incluso en la cárcel daban gloria a Dios, en el martirio sonreían y
sin dinero hacían grandes obras.
Ahora
te pregunto a ti: ¿tiemblas ante las dificultades? Y si tu respuesta es
“sí”, necesitas aumentar tu fe para descubrir que Dios es más grande que
todos tus problemas, más fuerte que cualquier enemigo, más poderoso que
cualquier dificultad…
Creamos en Dios en la
enfermedad
Lamentablemente
la enfermedad en algún momento toca nuestras vidas o las de nuestros seres
queridos y cuando esto ocurre no sabemos qué hacer y nos angustiamos… pero
conozco muchas personas que aunque están en fase terminal se les ve tan serenas
y alegres que desconciertan, y preguntándoles cuál es su secreto te afirman que
Dios está detrás de esa paz, dándoles fortaleza.
Cuántos
de nosotros ante una enfermedad nos ponemos tristes, nos deprimidos, incluso
nos enojamos con Dios y le reclamamos: ¿por qué a nosotros, Señor?
El
problema no es la enfermedad, sino la falta fe, necesitamos poner nuestra
esperanza en el buen Jesús que pasó toda su vida sanando enfermos y dando
esperanza a los que lo necesitaban. Así es que si la enfermedad te hace
tambalear, ¡aumenta tu fe y descubrirás que no hay imposibles para Dios!
Creamos que Dios nos
ayudará a cambiar
Los
grandes santos tienen metas bien altas, pero la primera es cambiar de vida,
alejarse del pecado. No es suficiente con decir que tenemos fe, ella nos tiene
que ayudar a detenernos cuando queramos hacer el mal, a detenernos de recaer en
nuestros vicios, a detenernos cuando la violencia llene nuestro ser, ¡nuestra
fe debe ayudarnos a ser santos!
Hay
personas que me dicen que ya lo intentaron todo, que no pueden cambiar y
portarse bien, ¿no será más bien que les falta fe en que Dios tiene el
poder para ayudarlos a cambiar? Necesitamos comprometernos y ser mejores cada
día, tú y yo sabemos a qué debemos renunciar, ánimo, aumenta tu fe y pronto
santo serás.
De
antemano a todos nos falta fe, no importa qué tan cercanos estemos a Dios,
llegan momentos tan difíciles que nos hacen caer, pero no te rindas, con
humildad dile al Señor: “Mi Dios creo en ti, pero aumenta mi fe”. Con una fe
tan sólida como la de san Juan Bautista podrás estar en paz en medio de
cualquier tormenta, no te canses de pedirle al Espíritu Santo que te regale el
don de la confianza en Dios y verás que serás prácticamente invencible ante
cualquier persona o problema.
La
fe mueve montañas, ¡créelo de corazón!
Por el padre Sergio
Fuente:
Aleteia