El
hallazgo de la Vera Cruz se conmemora cada 3 de mayo
Por
muchos siglos se ha celebrado en Jerusalén y en muchas otras partes del mundo
la fiesta del hallazgo de la Santa Cruz el día 3 de mayo. ¿Cómo se
originó esta fiesta?
La
pena de crucifixión ya existía antes de Jesucristo. Testimonios del tiempo de
Julio César mencionan que esta pena era considerada tan infame que primero
se asesinaba a las personas y luego se les colgaba de la cruz; es decir, sólo
se colgaba de la cruz a los muertos.
Para
tiempos de César Augusto, la pena se había hecho más extrema y se colocaba en
la cruz a las personas vivas para exhibirlas públicamente y mostrar lo que
hacía el imperio romano con sus enemigos. Por esta razón, después de que Cristo
fue crucificado, las crucifixiones continuaron hasta el siglo IV cuando el
emperador Constantino abolió la persecución contra los cristianos.
Cuenta
el historiador Eusebio de Cesárea que el general Constantino, hijo de santa
Elena, era pagano pero respetaba a los cristianos. Y que teniendo que presentar
una terrible batalla contra el perseguidor Majencio, jefe de Roma, en el año
311, la noche anterior a la batalla tuvo un sueño en el cual vio una
cruz luminosa en los aires y oyó una voz que le decía: “Con este signo
vencerás”; al empezar la batalla mandó colocar la cruz en varias banderas de los
batallones y exclamó: “Confío en Cristo en quien cree mi madre Elena”. Y la
victoria fue total, y Constantino llegó a ser Emperador y decretó la libertad
para los cristianos.
Escritores
sumamente antiguos como Rufino, Zozemeno, san Cristótomo y san Ambrosio,
cuentan que santa Elena, la madre del emperador, pidió permiso a su hijo
Constantino para ir a buscar en Jerusalén la Cruz en la cual murió Jesús de
Nazaret.
Y
que después de muchas y muy profundas excavaciones encontró tres cruces. Como
no sabían cómo distinguir la Cruz de Jesús de las otras dos, llevaron una mujer
agonizante. Al tocarla con la primera cruz, la enferma se agravó, al tocarla
con la segunda, quedó igual de enferma de lo que estaba antes. Pero al
tocarla con la tercera Cruz, la enferma recuperó instantáneamente la salud.
Y
entonces santa Elena, y el obispo de Jerusalén, Macario, y miles de devotos
llevaron la Cruz en piadosa procesión por las calles de Jerusalén. Así fue como,
según la tradición, se encontró la Vera Cruz, es decir, la verdadera Cruz de
Cristo.
Esto
significó un gran hallazgo por lo que un fragmento de la Cruz se dejó en
Jerusalén y otro se trasladó hasta Roma.
El
fragmento de la Cruz en Jerusalén hizo que el templo donde se guardó se
embelleciera gracias a la mano de un gran grupo de albañiles. También en Roma,
arquitectos y albañiles construyeron pronto una Basílica dedicada a la Santa
Cruz, en donde aún actualmente se venera la preciosa reliquia junto a un
fragmento del letrero de la Cruz y uno de los clavos.
Estos
hechos en los que intervinieron albañiles, así como la leyenda de que uno de
ellos murió cayendo desde lo alto y resucitó gracias a la acción milagrosa de
la Cruz, ha hecho que en muchas partes los albañiles coloquen una cruz florida
en las construcciones y la celebren.
Sin
embargo existiría otra razón para que los albañiles, y cualquier persona,
pusiera una cruz en las construcciones. Esta razón estaría en el salmo 127 que
dice: “Si el Señor no construye la casa, de nada sirve que trabajen los
constructores; si el Señor no protege la ciudad de nada sirve que vigilen los
centinelas”. Con esta razón comprendemos que toda construcción, material o
humana, solo tiene sentido, firmeza y seguridad en Cristo.
Artículo publicado
originalmente por Siame






