Este viernes en la homilía
Francisco parte de la Segunda Carta de san Pablo a los Corintios
Nadie
se salva a si mismo, necesitamos la potencia de Dios. El papa Francisco en la
homilía de este viernes en la Casa Santa Marta, señaló así la Segunda Carta de
san Pablo a los Corintios, en la que el apóstol habla del misterio de Cristo,
indicando que “tenemos un tesoro en vasos de creta”.
Exhorta
por lo tanto a todos a tomar conciencia de nuestra debilidad porque sin la
potencia de Dios no podemos seguir adelante.
“Todos
nosotros somos vulnerables, frágiles, débiles y tenemos necesidad de ser
curados. Y él lo dice: sufrimos tribulación, estamos consternados, somos
perseguidos, golpeados como manifestación de nuestra debilidad, de la misma
debilidad de Paolo, manifestación de la creta”.
Añade
que “una de las cosas más difíciles en la vida es reconocer la propia
vulnerabilidad” y a veces intentamos “maquillarla para que no se vea”. El mismo
Pablo en el inicio de este capítulo dice: “Cuando é caído en las simulaciones
vergonzosas”.
Las
disimulaciones son vergonzosas siempre, “porque son hipócritas”. Incluso hacia
nosotros mismos, cuando creemos que somos “otra cosa”, que no
tenemos necesidad de curación ni de apoyo, al pensar “no estoy hecho
de creta”, tengo “un tesoro”.
“Este
es el camino hacia la vanidad, la soberbia, la autorreferencialidad de aquellos
que no sintiéndose de creta, buscan la salvación y la plenitud de sí mismos”.
En cambio es “la potencia de Dios la que nos salva”.
Así
el apóstol Pablo con este planteo, nos lleva a un diálogo “entre el tesoro y la
creta”. Y el sucesor de Pedro lo ejemplifica con la confesión, “decimos
nuestros pecados como si fueran una lista de precios en el mercado”, intentando
“blanquear un poco la creta”. En cambio debemos aceptar nuestra debilidad y
vulnerabilidad, porque aquí entra en juego la vergüenza.
En
cambio, asegura Francisco “es la vergüenza la que ensancha el corazón, para
permitir que entre la potencia de Dios, la fuerza de Dios. La vergüenza de ser
de creta y no un vaso de plata o de oro”. Y asegura que “si llegamos a este
punto seremos felices, muy felices”.
Invitó
a recordar el lavado de los pies, “cuando Pedro le dice a Jesús: ‘No Señor,
¿pero por favor qué haces? Pedro no había entendido que él era de creta, que
necesitaba de la potencia del Señor para ser salvado”.
Solamente
si aceptamos ser decreta, entonces “la extraordinaria potencia de Dios vendrá a
nosotros y nos dará la plenitud, la salvación, la felicidad, la alegría de ser
salvados” y recibiendo “el tesoro” del Señor, concluye el Papa.
Fuente:
Zenit