¡Qué esto sea nuestra
alegría!
“Dame
tus debilidades, dame tus pecados, yo perdono todo. Jesús perdona todo, perdona
siempre”, lo dijo el Papa Francisco en su homilía en la Misa matutina celebrada
por los Obreros del Centro Industrial Vaticano.
Comentando
el Evangelio del día, en el cual se narra la llamada y la vocación de Mateo, el
Santo Padre señaló que, “Jesús vio a Mateo y lo llamó, lo vio y lo llamó.
¡Sígueme! Jesús escogió a un apóstol entre aquella gente, al peor”. “Esto me
consuela mucho – afirmó el Papa – porque pienso que Jesús ha venido por mí.
Porque todos somos pecadores. Todos. Y cada uno de nosotros sabe dónde es más
fuerte su pecado, su debilidad”.
Por
esto ha venido Jesús, por los pecadores, precisó el Papa Francisco, no por los
justos. Jesús dice: “No son los sanos los que necesitan del médico, sino los
enfermos, vayan y escuchen que cosa quiere decir, misericordia quiero y no
sacrificios. Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores”.
Por
ello, podemos decir, afirma el Pontífice, Jesús ha venido por mí, por cada uno
de nosotros. “Esta es nuestra consolación y nuestra esperanza: que Él perdona
siempre, Él sana el alma siempre, siempre. Esta es nuestra consolación, Jesús
ha venido por mí, para darme la fuerza, para hacerme feliz, para tener mi
conciencia tranquila. No tengan miedo. En los momentos difíciles, cuando uno
siente el peso, de tantas cosas que hemos hecho, Jesús me ama porque son así”.
En
estas circunstancias, afirmó el Papa, me viene a la mente la vida de un gran
santo, San Jerónimo, que tenía un gran carácter, y trataba de ser humilde, pero
tenía un carácter… “Había logrado dominar su modo de ser y así ofrecía al Señor
tantas cosas, tanto trabajo, y oraba así al Señor: ¿Qué cosa quieres de mí?
Todavía no me has dado todo. Pero Señor, yo te he dado esto, esto y esto… Pero
todavía falta una cosa. ¿Qué cosa falta? Dame tus pecados”.
“Es
bello escuchar esto, dijo el Papa: dame tus pecados, tus debilidades, yo los
sanaré, tu ve adelante”. Hoy, invitó el Papa Francisco, en este primer viernes,
pensemos en el corazón de Jesús, pidámosle que nos haga entender esta cosa
bella, del corazón misericordioso, que solo dice: “dame tus debilidades, dame
tus pecados, yo perdono todo”. Jesús perdona todo, perdona siempre. ¡Qué esto
sea nuestra alegría!
Renato
Martínez
Radio
Vaticano