La religión no es el
problema, sino parte de la solución, pero es necesario que la religión no sea
relegada a la esfera privada
El
observador permanente de la Santa Sede en las Naciones Unidas, Mons. Bernardito
Auza, consideró positivo el plan propuesto este viernes en el Palacio de Vidrio
en Nueva York, para prevenir la incitación a la violencia de líderes u otros
actores religiosos que puede llevar a crímenes de masa. Entra de lleno en ese
sentido, el terrorismo internacional que se escuda en la religión.
“El
Plan, en su conjunto, representa un progreso importante y concreto en la
promoción de una cultura y de una sociedad coherentes con la responsabilidad de
proteger a la gente, como definido por el documento final de la Cumbre
Mundial de 2005”, indicó Mons. Auza.
Se
trata del primer documento internacional de este tipo, destinado a impedir la
incitación al odio y a la violencia contra personas o comunidades sobre la base
de su pertenencia, y que tiene en vista desarrollar estrategias regionales
específicas en este ámbito.
Fruto
de tres años de trabajo y de varias investigaciones a nivel global y nacional,
el Plan de acción contiene una serie de recomendaciones detalladas para los
Estados, organizaciones de la sociedad civil y para los medios de comunicación.
Se
basa en la conciencia de que la prevención de genocidios, crímenes de guerra,
limpieza étnica y crímenes contra la humanidad solicitan la colaboración de
todas las comunidades e instituciones.
El
primer elemento positivo del documento es el hecho de “subrayar la
responsabilidad de los Estados de proteger a las poblaciones de crímenes
atroces y de su incitación”, pero también “de alentar a los Estados a ejercer
sus responsabilidades”.
“El
segundo elemento positivo del Plan de acción es el reconocimiento del papel
positivo de los líderes y organizaciones religiosas en la prevención de tales
atrocidades, en particular en la lucha a instrumentalizar la religión para
justificar la violencia”.
Sin
olvidar que “si bien los líderes y organizaciones religiosas tienen un papel
importante que desempeñar en la prevención de crímenes atroces, ellos no poseen
todos los medios que los Estados disponen para detenerlos”.
“Conforme
subrayado, el 28 de abril pasado, por el papa Francisco en la Conferencia
Internacional para la Paz de Al-Azhar, en El Cairo, Egipto,” la religión no es
el problema, sino parte de la solución “. “Pero para que los líderes religiosos
puedan desempeñar ese servicio es fundamental que la religión no sea relegada a
la esfera privada”, observó Mons. Auza.
El
prelado subrayó la importancia de la participación de los líderes religiosos en
el diálogo entre las religiones, tal como se muestra en el Plan de acción de la
ONU, también a través de obras a favor de la justicia y del bien común.
El
papel y el trabajo de los líderes religiosos, de los fieles en general y del
diálogo interreligioso, son cruciales no sólo para prevenir la incitación a la
violencia religiosa, sino también para estimular un círculo virtuoso que crea
sociedades pacíficas e inclusivas, donde los crímenes atroces son éticamente
inaceptables e inimaginables “, concluyó el observador de la Santa Sede.
Fuente:
Zenit