21.8.17

¿ADORACIÓN AL SANTÍSIMO PARA NIÑOS? EXPERIENCIAS SORPRENDENTES

Si Dios es un “misterio” también lo es el encuentro que un pequeño de 7 años pueda tener con Él en la capilla

La adoración eucarística está volviendo a ser parte central de la vida cristiana. Tras décadas en las que en muchos lugares se desechó y quedó prácticamente relegada, ahora son muchísimas las parroquias que han recuperado la exposición pública del Santísimo.

Esta expansión de la adoración al Santísimo, que tantos frutos tiene según muchos testimonios, también va llegando a los niños. Cada vez se va introduciendo más en las celebraciones con los pequeños aunque sea de manera adaptada a su edad. 

Pioneros en esto son en España la diócesis de Alcalá de Henares donde en la celebración de los Reyes Magos o en Holywins (celebración de todos los santos) ya hay una pequeña parte de adoración en la que participan niños y adolescentes.

¿Niños adoradores?

Pero la pregunta que se pueden hacer muchos es si sirve para algo que niños de seis o siete años sean “adoradores” rezando o estando delante de Cristo Eucaristía cuando aún no tienen una conciencia formada sobre lo que es. La respuesta la da Famille Chretienne en un reportaje precisamente centrado sobre la adoración y los niños.

En Francia, esta experiencia con los niños lleva instalada en algunos lugares más de 15 años y los frutos son fabulosos, según los organizadores. Tanto que se está extendiendo a otros lugares. Si Dios es un “misterio” también lo es el encuentro que un pequeño de 7 años pueda tener con Él en la capilla.

Para los que lo han puesto en práctica y están viendo ahora los frutos, a los niños de una edad muy temprana el culto les lleva de manera natural a una intimidad con Cristo y los va familiarizando con el corazón de Dios directamente.

Conexión directa entre los niños y el Señor, “tienen wifi”

Uno de estos grupos de niños adoradores es el que hay en la ciudad de Rouen. Allí, una de las madres habla a estos niños de seis a ocho años sobre Jesús antes de entrar a la capilla para estar con Él. Allí en silencio todos se arrodillan y de manera natural ponen sus ojos en “Jesús escondido”.

¿Es demasiado tiempo veinte minutos?”, le preguntaron a Jules, de ocho años. Él respondió con una gran sonrisa: “¡Oh no!”.

Una de las preguntas que más hacen a los sacerdotes y laicos que acompañan a estos niños es cómo éstos son capaces de estar en oración cuando muchos adultos no consiguen estar en silencio delante del Santísimo más de dos minutos.  “Hay una conexión directa entre el corazón de los niños y el Señor. Tienen wifi”, asegura Cecile, madre de un niño adorador en París.

Según su experiencia, los niños de esta edad tienen un corazón mucho más abierto y lo acogen en su corazón. Y es una experiencia compartida.

Un tiempo adaptado a la edad de los niños

Evidentemente, para llegar a este punto se requiere paciencia pues no dejan de ser niños y consideran poco realista imaginar a treinta niños durante una hora en silencio rezando. El tiempo se adapta a su edad y los más pequeños pueden estar quince o veinte minutos, incluso si a veces no hay un silencio total. Sin embargo, esta actitud de adoración va calando en ellos.

Florence Schlienger, responsable de uno de estos grupos en Versalles, reconoce que tanto él como todo adulto que se embarca en esta peculiar aventura siembran sin saber lo que va a florecer. Así, recuerda el caso de un niño que daba la espalda al altar durante todo el tiempo. Sin embargo, al mes siguiente hablaba a su madre todo el tiempo del amor de Dios.

Es una educación en la vida interior en la que no vemos los frutos de inmediato sino que se ven más adelante”, aseguran también las madres.

“Cuanto antes se aprende a rezar, más rápido se convierte en algo natural”

El padre Thibaud Labesse, capellán de uno de estos grupos de niños, también insiste en que “cuanto antes se aprende a rezar, más se convierte en algo natural”. Y este cambio lo perciben las madres de estos pequeños sobre todo en el comportamiento que luego tienen en misa pues captan el “misterio” de que Cristo está de verdad en el Sagrario.

La hermana Beata ayuda a las Misioneras de la Eucaristía también este apostolado y relata en qué consisten estas sesiones. Leen con ellos el Evangelio, se lo explican y luego realizan dibujos que colorean sobre estas enseñanzas. Y entonces llega el momento en el que en grupos por edades hacen turnos de adoración donde también cantan alguna canción, hacen ofrendas e intenciones de oración.

Los pequeños de 4 años adoran al Santísimo diez minutos y los de ocho años ya están veinticinco habiendo además intervalos más amplios de silencio.

Caldo de cultivo para vocaciones

Además, destacan que la presencia del sacerdote es importante, es esencial y él reza con ellos. “En la adoración, el niño entra en la intimidad con Cristo, en un reflejo del amor con el Señor que es un caldo de cultivo para las vocaciones”, dice Florence Schlienger, que lleva quince años con esta misión y ha visto ya a muchos niños que ahora son adultos adoradores.

“La introducción de la presencia de Dios en la vida personal es lo que les llevará a la Iglesia, más que todo un curso de Teología”, asegura.


Artículo publicado en Religión en Libertad
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