En la T4, nos cerraron la capilla de seis a nueve de la mañana porque
había una mujer musulmana que estaba causando problemas de seguridad, pero ha
habido tantas reclamaciones que nos han dejado volver a abrir
Urbano
Monedero nació hace 66 años en Motilla del Palancar (Cuenca), pero cuando tenía
solo 2 su familia se mudó al pueblo madrileño de Barajas, porque su padre había
encontrado trabajo en el aeropuerto de la capital.
De
crío ya ejercía de monaguillo en las Misas de la Terminal 1, donde ahora
celebra todos los días. Con 33 años de sacerdocio a sus espaldas, hoy es
capellán de las tres capillas que hay en Barajas
¿A qué se dedica un
capellán de aeropuerto? No pasará el día en las nubes…
Lo
más importante es celebrar la Eucaristía, que es el centro de nuestra fe y el
apostolado más bonito. Lo hago a diario, rotando en las tres capillas que hay:
en la T1, con la advocación de la Virgen de Guadalupe; en la T2, con la de
Loreto, y en la T4, a Santiago Apóstol. También hacemos media hora de Adoración
del Santísimo antes o después de la Misa, y confesiones. Sobre todo, trato de
atender a las tripulaciones y a los empleados del aeropuerto, y a los
indigentes.
¿A los indigentes?
Sí.
Hay unos 25 o 30 indigentes que viven en las terminales, y también los
atendemos. Hasta hace poco acogí durante varios meses a uno de ellos en mi
casa. Lo había conocido en la plaza Mayor, cuando íbamos dando cenas a mendigos
con otro sacerdote. Es una prolongación de mis tiempos de misionero en Perú,
Colombia, Costa Rica, Guatemala…
¿Pasa mucha gente por la
capilla?
Mucha.
Sobre todo las de la T2 y la T4, y a primera hora. Las capillas están abiertas
de seis de la mañana a diez de la noche, y Aena nos da las prestaciones: luz,
aire acondicionado, calefacción, servicios de seguridad… Aunque desde Zapatero
ya no se anuncian las Misas por megafonía, la gente sigue acudiendo. En la T4,
nos cerraron la capilla de seis a nueve de la mañana porque había una mujer
musulmana que estaba causando problemas de seguridad, pero ha habido tantas
reclamaciones que nos han dejado volver a abrir.
¿Quiénes son sus
feligreses?
La
mayoría es gente de las tripulaciones o trabajadores del aeropuerto, pero
también muchos viajeros que aprovechan para hacer una visita o su oración
personal. Facturan y antes de que pasen el control hacen una visita. También
muchos peregrinos, grupos que salen a Tierra Santa, a Roma, a Lourdes, a
Fátima, a Medjugorje… O gente que llega de fuera para hacer el Camino de
Santiago.
¿Y los que se van de
vacaciones?
Muchos
van con el tiempo justo, pero sí es frecuente ver familias por la capilla. Es
bueno empezar las vacaciones visitando al Señor en el aeropuerto.
¿También atiende a los
deportados?
Estamos
trabajando con el comisario y con el teniente coronel de la Guardia Civil, que
son personas extraordinarias, para ver qué podemos hacer con los inmigrantes
que son rechazados en el mismo aeropuerto y deportados en uno o dos días. No
quiero ser una injerencia, pero sí podemos ayudar. Hasta ahora he podido
intervenir para que se concediesen permisos de tres meses a dos abuelas que
venían a ver a su nieta enferma, y también en algunos otros casos, siempre
respetando a las autoridades.
Estar cerca del cielo,
¿acerca a Dios?
Entre
las tripulaciones hay mucha gente de fe. Hace poco coincidí con un comandante
que estaba con las manos extendidas hacia el sagrario para poner el vuelo, el
despegue, el aterrizaje, la tripulación y los pasajeros en manos del Señor.
Cada Eucaristía la aplicamos por los que trabajan en el aeropuerto, incluidos
los agentes de seguridad, la Guardia Civil y la Policía Nacional. También hay
quien te pide confesión, y seguimos ofreciendo la Misa aniversario por las
víctimas del accidente de Spainair. Aquí hay mucha labor y es muy bonito poder
atenderla.
Fuente: Alfa y Omega