El sacerdote Daniel A.
Escobar Portillo, de la Delegación Episcopal de Liturgia de Madrid despeja las
dudas acerca de la comunión de los celíacos
¿Qué novedades
destacaría de la carta de la Congregación para el Culto divino sobre el pan y
el vino para la Eucaristía con respecto a la normativa anterior?
En
primer lugar, la circular, aunque es pública, está dirigida a los obispos
diocesanos, no a la generalidad de los fieles, como otros documentos
eclesiásticos. El motivo es que, tal y como recuerda la carta, son ellos los
principales responsables en garantizar lo necesario para la celebración
eucarística.
En segundo lugar, la carta no aporta, en sentido estricto, ninguna
novedad. No modifica la reglamentación anterior sobre la materia del pan y del
vino, sino que recuerda a los prelados las disposiciones vigentes, al mismo
tiempo que les sugiere algunas indicaciones prácticas.
Entonces, si únicamente
se recuerda una reglamentación ya existente, ¿cuál es el sentido de esta carta
precisamente ahora?
La
motivación concreta para escribir una carta sobre la materia del pan y del vino
a los obispos en este momento parte sobre todo de un interés pastoral. La
Iglesia debe, por una parte, cuidar de que los sacramentos se celebren conforme
al mandato del Señor; por otro lado, debe ser capaz de dar respuesta a las cuestiones
o problemas concretos que pueden surgir en cada momento…
Por internet y las redes
sociales han circulado muchas noticias falsas estos días acerca de la comunión
a los celíacos. ¿Cómo pueden comulgar en realidad estas personas?
En
realidad, la comunión de los celíacos no plantea grandes problemas.
Ciertamente, a la hora de distribuir la comunión se debe atender esta
particularidad, cada vez más frecuente. La cuestión se solventa de dos maneras:
por una parte, se permite la utilización de pan con pequeñas cantidades de
gluten. Además, en casos de intolerancia absoluta al gluten, los celíacos
pueden comulgar únicamente del cáliz. Esta es una práctica común desde hace
muchos años en España y en nuestra diócesis. Sin embargo, la carta quiere salir
también al paso de diversas propuestas, como utilizar otros cereales, frutas u
otros ingredientes que no se corresponden con la sencillez del pan y del vino,
utilizados por el mismo Jesucristo y mantenidos siempre en la vida de la
Iglesia.
¿Por qué la Iglesia pide
que el pan utilizado para la Eucaristía sea de trigo?
Y
el vino ha de ser natural, del fruto de la vid y sin mezcla de sustancias
extrañas. El motivo es que Jesús eligió precisamente estos elementos para
quedarse entre nosotros. La Iglesia ha de ser fiel siempre a ese mandato del
Señor. Sin embargo, garantizando esto, el pan puede tener cantidades mínimas de
gluten e incluso ser modificado genéticamente para este fin. También se admite
el mosto como materia para la Eucaristía, siempre que no sea alterada su
naturaleza.
La carta habla de la
necesidad de controlar la preparación de las hostias y del vino para la Misa.
¿En España, quien fabrica las formas y proporciona el vino para la Misa?
La
circular es consciente de que, si hasta hace poco tiempo, esta misión se
realizaba casi exclusivamente por determinadas comunidades religiosas,
actualmente el pan y el vino se puede adquirir prácticamente desde cualquier
sitio, como en supermercados o por internet. Por eso pide a los obispos no
tanto limitar los proveedores del pan y vino para la liturgia, sino garantizar
de algún modo la producción y conservación adecuada de los dones que se
utilizarán para la Eucaristía. En España y en Madrid, la mayoría de las hostias
y del vino que se compra para la Misa provienen de comunidades o de
establecimientos que desde hace tiempo los proporcionan. Algunos de estos
proveedores también se encargan de fabricar las formas con menor cantidad de
gluten para las personas con intolerancia a este elemento.
Juan
Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Fuente: Alfa y Omega