Bauticemos la llaga, es
decir darle un nombre. ¿Dónde tienes la llaga? ¿Cómo hago padre para
quitármela?
No
tengan miedo de “decir la verdad sobre nuestra vida”, tomando conciencia de
nuestros pecados, confesarlos al Señor “para que nos perdone”.
Es
la exhortación del Papa en la misa de la mañana en la capilla de la Casa Santa
Marta, al reflexionar sobre el Evangelio de Lucas, dedicado a la reacción de
Herodes en la predicación de Cristo.
Francisco
recuerda cómo algunos asociaron a Jesús con Juan Bautista y Elías, otros lo
identificaron con un profeta.
Herodes
no sabía “qué pensar” pero “sentía dentro” algo, que “no era una curiosidad”,
era “un remordimiento en el alma”, “en el corazón”: intentaba ver a Jesús “para
tranquilizarse”. Quería ver los milagros realizados por Cristo pero Jesús –
cuenta el Papa – no hizo “el circo frente a él”, entonces lo entregó a Pilatos:
y Jesús pagó, con la muerte. Cubrió “un crimen con otro”, “el remordimiento de
consciencia con otro crimen”, como quien “mata por temor”. El remordimiento de
conciencia no es “un simple recordar algo”, más bien “una llaga”:
“Una
llaga que nosotros cuando en la vida hemos hecho mal, hace daño. Pero es una
llaga escondida, no se ve; ni siquiera yo la veo, porque me acostumbro a
llevarla y luego se anestesia. Está ahí, algunos la tocan, pero la llaga está
dentro. Y cuando esa llaga duele, sentimos remordimiento. No sólo soy
consciente de haber hecho mal, sino que lo siento: lo siento en el corazón, lo
siento en el cuerpo, en el alma, lo siento en la vida. Y desde ahí la tentación
de cubrir esto para ya no sentirlo”.
Por
lo tanto es “una gracia sentir que la conciencia nos acusa, nos dice algo”. Por
otra parte, repite Francisco, “ninguno de nosotros es un santo” y todos somos
llevados a mirar los pecados “de los demás” y no los nuestros, compadeciendo
quizá a quien sufre en la guerra o a causa de “dictadores que matan a la
gente”:
“Nosotros
debemos – permítanme decirlo – ‘bautizar’ la llaga, es decir darle un nombre.
¿Dónde tienes la llaga? ‘¿Cómo le hago padre para quitármela?’ – ‘Primero que
nada reza: Señor, ten piedad de mí que soy un pecador’. El Señor escucha tu
oración. Luego examina tu vida. ‘Si no veo cómo y dónde está ese dolor, de
dónde viene, que es un síntoma, ¿cómo le hago?’ – ‘Pide ayuda a alguien que te
ayude a salir; que salga la llaga y luego ponle un nombre’. Yo tengo este
remordimiento de conciencia porque hice esto, concreto; la precisión. Y esta es
la verdadera humildad frente a Dios y Dios se conmueve frente a la precisión”.
Esta
precisión, explica el Pontífice, expresada por los niños en confesión. Una
precisión que dice lo que se ha hecho, para “sacar la verdad”. “Así se cura”:
“Aprender
la ciencia, la sabiduría de acusarse a sí mismo. Yo me acuso a mí mismo, siento
dolor por la llaga, hago de todo para saber de dónde viene este síntoma y luego
me acuso a mí mismo. No tengan miedo de los remordimientos de conciencia: son
un síntoma de salvación. Tengan miedo de cubrirlos, de maquillarlos, de
disimularlos, de esconderlos… Eso sí, pero ser claros. Y así el Señor nos
cura”.
La
oración final es para que el Señor nos de la gracia “de tener el valor de
acusarnos a nosotros mismos” para encaminarnos hacia el perdón.
Radio
Vaticano
Fuente:
Aleteia