Una antigua tradición cristiana que puedes repetir
cada día
Los padres tienen la importante tarea de
guiar a sus hijos hasta Dios. El Catecismo de la Iglesia Católica explica cómo
“por la gracia del sacramento del matrimonio, los padres han recibido la
responsabilidad y el privilegio de evangelizar a sus hijos. Desde su
primera edad, deberán iniciarlos en los misterios de la fe, de los que ellos
son para sus hijos los ‘primeros […] heraldos de la fe’” (CIC 2225).
Sin duda, no
es una tarea fácil y, en ocasiones hasta puede parecer infructuosa. A veces no
conoceremos el efecto que tuvimos sobre nuestros hijos hasta muchos años más
tarde.
Una parte
importante de “evangelizar” a nuestros hijos es bastante simple y muy antigua.
Se llama “Bendición paterna” y consiste en la capacidad de invocar la bendición
de Dios sobre nuestros hijos. Como padres, tenemos una responsabilidad
especial y el deber de confiar nuestros hijos a Dios, de
modo que nuestras oraciones tienen un doble efecto sobre ellos. Dios nos los ha
dado y es nuestro deber devolverlos a Dios.
Encontramos
ejemplos de este tipo de bendición por todo el Antiguo Testamento. Uno de los ejemplos
más conocidos es la bendición de Isaac sobre su hijo Jacob (cf. Génesis 27).
Hay muchos otros ejemplos en el Antiguo Testamento y por esta razón muchas
personas usan estas bendiciones para sus propios hijos.
Una bendición
que se usa con frecuencia viene del libro de Números y se la conoce como
Bendición aarónica: “Que el Señor te bendiga y te proteja. Que el Señor haga
brillar su rostro sobre ti y muestre su gracia. Que el Señor te descubra su
rostro y te conceda la paz” (Números 6, 24-26).
Encontramos
otra bendición en el libro de Tobías, donde Tobit ofrece a su hijo Tobías una
bendición antes de que parta en su viaje: “El Dios que está en el cielo los
proteja y los haga volver a mi lado sanos y salvos. ¡Que su ángel los acompañe
con su protección, hijo mío!” (Tobías 5, 17).
Una manera sencilla de realizar esta
bendición es tomar un poco de agua bendita (si hay disponible) y marcar la
señal de la cruz en la frente de tu hijo (o simplemente colocar tu mano en su
cabeza). Al
mismo tiempo, puedes rezar cualquiera de las oraciones anteriores o decir
sencillamente: “Que Dios te bendiga en el nombre del Padre, y del Hijo, y del
Espíritu Santo”.
La fórmula de
la oración no está escrita en piedra, así que un padre o una madre pueden
utilizar una oración espontánea para bendecir a sus hijos. La parte importante
es invocar la bendición de Dios sobre ellos, reconocer el poder que Dios nos ha
concedido como padres.
Esta
bendición se pronuncia normalmente antes de acostarse, pero también puede
usarse antes de que los niños vayan a la escuela, se suban al autobús o se
vayan de viaje. Te confortará saber que Dios está con ellos cuando salen de
casa y que un ángel les acompaña a cada paso del camino.
No es fácil
ser padres; educarles en la fe puede parecer una tarea insuperable. Sin
embargo, con la ayuda de Dios, todo es posible.
Philip
Kosloski
Fuente:
Aleteia