“El tiempo de cautiverio fue realmente muy
largo. No hacía otra cosa sino orar por todas las intenciones”, afirma
El padre Tom con una estatura de Don Bosco, el fundador de los Salesianos |
El
misionero salesiano indio Tom Uzhunnalil cuenta cómo vivió los 18 meses de
cautiverio, en una entrevista exclusiva para la Agencia de Información
Salesiana (ANS).
El
misionero salesiano afirma que el tiempo de cautiverio fue “realmente muy
largo. No hacía otra cosa sino orar. Tuve las piernas y las manos atadas, pero
solamente por algunos días. Pasaba el tiempo orando. Oraba por todas las intenciones
posibles.
Por
lo general dormía, oraba, pensaba en las clases de técnica que solía dar,
mentalmente preparaba algunas lecciones... Y por la noche me quedaba dormido.
Todos los días transcurrían de esta manera. No tenía ninguna comunicación
con el mundo exterior, ni sabía dónde estaba”.
Sus secuestradores no le
torturaron
Al
igual que manifestó en la rueda de prensa ofrecida en Roma, en esta entrevista
insiste en que sus secuestradores no le lastimaron ni le torturaron.
“Me
daban de comer tres veces al día. Solamente una vez me preguntaron algunos
detalles sobre mi familia, los lugares que había visitado, la gente que
conocía... Yo era su prisionero y estaba sentado todo el día en una
almohada esponjosa, y cuando me sentía cansado, me dormía. Mis días han
pasado de esta manera”.
El asesinato de las
religiosas
El
padre Tom relata pormenorizadamente cómo fue el asesinato.
“Era
el 4 de marzo de 2016, un viernes. Después de la adoración eucarística y
la bendición eucarística para las cinco hermanas, desayuné. Luego pasé un
tiempo en la capilla, en la oración personal. A las 8.40 am, recién salido de
la casa de las hermanas, escuché un disparo y casi inmediatamente
después uno de los atacantes me bloqueó las manos.Le dije que era de
origen indio. Me puso en una silla, cerca de la sala de seguridad, cerca de la
puerta principal del instituto. El jefe de los atacantes fue en busca de
las religiosas, que ya estaban trabajando con los ancianos, y volvió con dos de
ellas.
Luego
retornó por las otras dos hermanas, que fueron dejadas en la puerta principal.
Nuevamente se fue en busca de la quinta religiosa, pero no la encontraron.
Volvió a la puerta principal, donde había dejado a las hermanas, las sacó fuera
de la puerta y fuera de mi vista, disparó y las asesinó. Volvió en busca de las
otras dos hermanas que estaban muy cerca e hizo lo mismo. Todo sucedió dentro
del instituto. Rogué a Dios para que fuera misericordioso con las hermanas y
para que tuviera piedad de los secuestradores. En aquel momento no lloré,
ni temí a la muerte”.
Prosigue
contando que “tras haber cometido el asesinato, me metieron en el maletero
del coche, que estaba estacionado cerca del instituto de las hermanas, y me
encerraron. Ellos fueron a la capilla de la comunidad, sacaron el tabernáculo
con el Santísimo y lo tiraron en el maletero del coche donde me habían metido.
Y me llevaron de esa manera. Sentí una gran angustia. He rezado a
Dios para que fuera misericordioso con las hermanas y con las víctimas, y he
orado para que perdonara a los asesinos. Le pedí al Señor que me diera la
gracia y la fuerza para aceptar su voluntad y permanecer fiel a Dios, para
ser fiel a la misión por la cual Él me ha querido en ese lugar”.
Carisma salesiano
Respecto
a cómo le ha ayudado el carisma salesiano, responde que la mayor parte del
tiempo, cuando estaba despierto, de día o de noche, estaba dedicado a la
oración. Empezaba mi día con el Ángelus, seguido por un Padre Nuestro y una Ave
María por cada una de las hermanas asesinadas, y luego continué orando por mi
Inspectoría, por la Congregación, por la parroquia y la familia, recordando a
todas las personas e intenciones que podía y orando por todos ellos. También
oré por mis secuestradores, pidiendo al Señor que los perdonara y los
convirtiera”.
Aunque
no tenía ni vino ni hostias, ni un misal ni leccionario, celebraba la Misa
espiritualmente todos los días. “Ofrecía la Santa Misa al Señor todos los días.
Para las lecturas, trataba de recordar algunos episodios del Antiguo o del
Nuevo Testamento, y del Evangelio trataba de recordar algunos pasajes
donde se narraba algún milagro, alguna parábola o episodio de la vida de
Jesús; y las meditaba. Tuve tiempo de rezar por los salesianos muertos, por mi
familia, por los feligreses y por todas las personas que conocía. He seguido
orando por muchas intenciones”.
Asegura
que oró mucho para que se hiciese la voluntad del Señor, y para ser liberado si
era la voluntad de Dios. Muchas veces rezaba el rosario. A veces, sin embargo,
no podía orar porque hablaban en árabe y no podía concentrarse.
La mentira de los vídeos
Respecto
los vídeos transmitidos, el padre Tom cuenta que “todo estaba bien diseñado por
ellos. Me habían dicho de antemano que harían un vídeo con la finalidad de
obtener un rescate, y no podía hacer otra cosa que obedecerles. Gritaban y
hacían ruidos como si me estuvieran golpeando, pero nunca me hicieron
daño. Esperaban que los vídeos realizados tuvieran como resultado el pago
del rescate”.
Ahora
que está en libertad siente que el Señor “me ha hecho un gran milagro y me ha
dado otra vida. Si me salvó, significa que tiene un plan para mí y
quiere que sea su testigo. Quiero dar las gracias a Dios Todopoderoso, a las
autoridades de la Iglesia de la India y al Vaticano, a la Congregación
Salesiana, a mi familia y a todas las personas que han orado por mi liberación.
Gracias a las oraciones de todos, me han salvado la vida”.
Encuentro personal con
el Papa Francisco
Después
de ser recibido personalmente por Francisco, un día después de su liberación,
piensa que “esta es otra gracia concedida a causa de mi secuestro. Lloré
profundamente delante de él. Compartí mi experiencia con el Santo Padre.
Me mostró sus sentimientos, su compasión y su preocupación. Besó mis manos dos
veces. Nunca hubiera esperado todos esos gestos. Me han dado una nueva vida. Le
pedí al Santo Padre que diera las gracias a todos los que oraron por mí en el
mundo”.
El
misionero salesiano se siente físicamente débil y debe pasar por algunos
exámenes médicos y espero volver pronto. “Cuando estaba en Adén, pesaba 82 kg;
cuando me pesaron después de mi liberación, llegué a pesar 55 kg. Ahora estoy
recuperando mi peso normal. Estoy seguro de que estaré bien, porque la
gracia de Dios y las oraciones de tanta gente me han ayudado. Para el futuro,
no tengo otros planes que hacer la voluntad de Dios, que se expresará a través
de mis Superiores en la Congregación Salesiana. Finalmente, regresaré a la
India y daré las gracias a todos y me encontraré con toda mi gente, pero
esperaré hasta que los médicos den la orden”.
Fuente:
ReligionConfidencial