Discurso en el Congreso
"(Re) pensando Europa"
“En
este tiempo, los cristianos están llamados a dar nuevamente alma a Europa, a
despertar la conciencia, no para ocupar los espacios, sino para animar procesos
que generen nuevos dinamismos en la sociedad”, lo dijo el Papa Francisco la
tarde del último sábado de octubre, en la Conferencia sobre el futuro del
proyecto europeo, (Re) Thinking Europe.
Una
contribución cristiana al futuro del proyecto europeo organizado por la
Comisión de las Conferencias Episcopales de la Unión Europea (COMECE), en
colaboración con la Secretaría de Estado Vaticano.
En
su discurso, el Santo Padre resaltó la participación en este importante espacio
de debate. “El Diálogo de estos días – dijo el Pontífice – ha sido una
oportunidad para reflexionar ampliamente sobre el futuro de Europa desde
múltiples ángulos, gracias a la presencia entre ustedes de diversas
personalidades eclesiales, políticas, académicas o sencillamente representantes
de la sociedad civil”.
En
este importante espacio de debate, afirmó el Papa, los jóvenes han podido
expresar sus expectativas y esperanzas, confrontándose con los más ancianos,
quienes, a su vez, han tenido la ocasión de ofrecer su propio bagaje cargado de
reflexiones y experiencias.
“Es
significativo – agregó – que este encuentro buscase ser sobre todo un diálogo
en un espíritu de confrontación libre y abierta, a través de la cual
enriquecerse mutuamente e iluminar el camino del futuro de Europa, más allá de
la senda que todos juntos estamos llamados a recorrer para superar las crisis
que padecemos y para afrontar los desafíos que nos esperan. Hablar de una
contribución cristiana para el futuro del continente significa ante todo
preguntarse sobre nuestro deber como cristianos hoy, en estas tierras
fecundamente plasmadas por la fe a lo largo de los siglos”.
¿Cuál
es nuestra responsabilidad – se preguntó el Papa Francisco – en un tiempo en el
que el rostro de Europa está cada vez más marcado por una pluralidad de
culturas y de religiones, mientras que para muchos el cristianismo se percibe
como un elemento del pasado, lejano y ajeno?
Persona y comunidad
Comentando
el Prólogo de la Regla de San Benito, el Santo Padre señaló que, “el hombre ya
no es simplemente un civis, un ciudadano dotado de privilegios para consumarse
en el ocio; ya no es un miles, combativo servidor del poder de turno; sobre
todo ya no es un servus, mercancía de cambio privada de libertad, destinada
únicamente al trabajo y al desgaste”.
San
Benito no se preocupa de la condición social, ni de la riqueza, ni del poder.
Él mira la naturaleza común de cada ser humano, que, cualquiera que sea su
condición, anhela profundamente la vida y desea días felices. Para san
Benito no hay roles, hay personas.
Este
es uno de los valores fundamentales que ha traído el cristianismo: el sentido
de la persona, creada a imagen de Dios. A partir de ese principio se
construyeron los monasterios, que con el tiempo se convertirían en cuna del
renacimiento humano, cultural, religioso y, también, económico del continente.
La
primera, y tal vez la mayor, contribución que los cristianos pueden aportar a
la Europa de hoy – precisó el Pontífice – es recordar que no se trata de una
colección de números o de instituciones, sino que está hecha de personas.
“Lamentablemente,
a menudo se nota cómo cualquier debate se reduce fácilmente a una discusión de
cifras. No hay ciudadanos, hay votos. No hay emigrantes, hay cuotas. No hay
trabajadores, hay indicadores económicos. No hay pobres, hay umbrales de
pobreza. Lo concreto de la persona humana se ha reducido así a un principio
abstracto, más cómodo y tranquilizador. Se entiende la razón, afirmó el Papa:
las personas tienen rostros, nos obligan a asumir una responsabilidad real y
«personal»; las cifras tienen que ver con razonamientos, también útiles e
importantes, pero permanecerán siempre sin alma. Nos ofrecen excusas para no comprometernos,
porque nunca nos llegan a tocar en la propia carne.
Reconocer
que el otro es ante todo una persona significa valorar lo que me une a él. El
ser personas nos une a los demás, nos hace ser comunidad. “Por lo tanto –
puntualizó el Papa Francisco – la segunda contribución que los cristianos
pueden aportar al futuro de Europa es el descubrimiento del sentido de
pertenencia a una comunidad. No es una casualidad que los padres fundadores del
proyecto europeo eligieran precisamente esa palabra para identificar el nuevo
sujeto político que estaba constituyéndose”.
Radio
Vaticano
Fuente:
Aleteia