Empezó
como algo derivado de la moda popular y después tomó un significado espiritual
más profundo
El “cuello
romano”, una banda blanca que rodea el cuello de un sacerdote (o miembros del
clero de algunas congregaciones protestantes), sigue siendo uno de los
elementos más distintivos de la vestimenta clerical. Habla más alto que
cualquier palabra e identifica claramente a los miembros del clero entre una
multitud de cualquier tamaño.
Sin embargo, es
una pieza bastante extraña de ropa. ¿De dónde viene?
No fue sino
hasta los siglos XII y XIII que los sacerdotes adoptaron la sotana romana como
un traje distintivo que los distinguía visualmente de los laicos. Unos siglos
más tarde se estableció que la sotana fuera de color negro y fue durante este
período de tiempo cuando empezó a existir el cuello blanco.
La moda de ese
momento era usar un cuello de lino sobre la parte superior de la ropa. Según
Mateo Bunson, “esto se convirtió en una costumbre aceptada, y en el siglo XVII
había muchas formas de este collar de lino, como la variedad romana adornada,
el collarino, de encaje adornado y caro, y los franceses adoptaron los
collarines usados por clases nobles, de lino y fino encaje”.
Sin embargo, el
papa Urbano VIII en 1624 reguló más el uso del collarín y proclamó que
cualquier adorno o encaje estaba prohibido.
A medida que
pasaron los años se desarrollaron diferentes variaciones del cuello romano, y
los protestantes desarrollaron sus propias tradiciones para distanciarse de la
Iglesia. Sin embargo, se cree que un ministro protestante en el siglo XIX
inventó el collar desmontable moderno y fue popularizado más adelante por el
movimiento de Oxford.
Espiritualmente
se ha convertido en un signo de la consagración de un sacerdote a Dios y de su
función como alguien separado para el servicio sacerdotal. Algunos sacerdotes lo ven como un símbolo de su “esclavitud” a Dios,
mostrando al mundo quién es su verdadero Maestro.
Además, debido
a que muchos sacerdotes lo encuentran bastante incómodo, el alzacuellos se ha
convertido en una manera de llevar a cabo una penitencia diaria a Dios,
ofreciendo el sacrificio para el pueblo al que el sacerdote sirve.
El alzacuellos
sigue siendo un signo distintivo de la disponibilidad del sacerdote y la
naturaleza permanente de las órdenes. El sacerdote “no es suyo” y es una señal
visible de Jesucristo, presente en medio de la vida cotidiana, dispuesto a
reconciliar a los pecadores y a devolver las almas a Dios.
Philip Kosloski
Fuente: Aleteia