El maestro de espiritualidad san Juan de Ávila (1499-1569),
doctor de la Iglesia, ofrece en sus obras diferentes consejos para vencer las
tentaciones
Fue
coetáneo de santos tan importantes como san Ignacio de Loyola,
san Juan de Dios, santa Teresa de Jesús Ávila, santo Tomás de
Villanueva o san Pedro de Alcántara.
El
misionero laico Christian Huerta, responsable de la iniciativa de
evangelización Semper Fiat, ofrece sus comentarios en este sencillo
decálogo, que ha recogido Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo en el
semanario Alfa y Omega.
1. Practica estos
remedios aun en tiempos en los que no eres tentados
Como
un entrenamiento, estas prácticas te ayudarán sobre todo si las ejercitas en
los tiempos en que no estás especialmente tentado.
2. Considera el poder de
la Cruz, del Nombre del Señor, de la Santa Determinación
“Señor,
no te vendo yo tan barato. Señor, Tú vales más, y te quiero más a Ti”,
recomienda san Juan de Ávila cuando te viene una tentación. Haz la señal de la
cruz en la frente y sobre el corazón, invocando el nombre de Jesucristo. El
demonio no soporta la Cruz ni el nombre de Jesús: Jesús significa “Dios salva”.
El solo nombre de Jesús pronunciado con amor es la mejor oración, tiene poder.
Pero esto no es superstición o pronunciar una palabra mágica, es unirnos a su
Pasión y abrazar su Cruz. San Juan de Ávila pide pronunciar el nombre de Jesús
con devoción, incluso cuando no estamos siendo tentados, pronunciar el nombre
de Jesús espontáneamente, por la calle o después de comulgar… No es un mantra,
es invocar al amigo.
3. Medita en el infierno
“Si
con esto no se quita, baja al infierno con el pensamiento” para mirar el
sufrimiento de los que allí penan. El deleite que te da la tentación es un
momento, pero el pago a cambio es la eternidad.
4. Medita en el cielo
“Sube
al cielo con el pensamiento y en cómo no puede entrar allí bestia alguna, para
aborrecer aquí lo que allí se aborrece por Dios”, dice el santo. ¿Vas a dejar
el cielo por un infiernito?
5. Piensa que estás en
la sepultura y en “cuan hediondos están allí los cuerpos”
Cuando
estés mal piensa en la muerte, en la vida eterna. Como cuando cortan un árbol,
uno cuando se muere va a donde esté inclinado. Entonces procura vivir bien
inclinado.
6. Usa los sacramentales
Son
recursos que nos ayudan a vivir de mejor manera los sacramentos: el agua
bendita, el crucifijo, una estampa… “Acude a Jesucristo en la Cruz, y atado a
la columna y azotado, y dile: ‘Tu divino cuerpo está tan atormentado y
ensangrentado, ¿y quiero yo deleites para el mío? No quiero disfrutar a tu
costa, Señor”. Un buen crucifijo es la mejor inversión que puedes hacer.
7. Medita en la pureza
de María
Representa
delante de ti a la limpísima Virgen María”, dice el doctor de la Iglesia. Si
tienes abierto el corazón puedes decir: “Yo quiero ser como Ella”.
8. Practica el
recogimiento
“Si
sabes cerrar la puerta del entendimiento en oración, hallarás con facilidad el
socorro”. La tentación entra en nuestra vida por los sentidos, hay que
acostumbrarlos a obedecer a tu razón, y cuidar de que los sentidos no estén
alborotados. No hay nadie que desparrame sus sentidos y sea también una persona
de oración. Lee la Biblia a menudo, escucha buena música, sea o no
explícitamente católica… Muchos pecados comienzan cuando tienes los sentidos
dispersos, al aire de tantos mensajes contrarios a Dios.
9. Ten vida sacramental
“Recibe
con la debida preparación el santo Cuerpo de Jesucristo Nuestro Señor”, pide el
santo español, “así nos tendríamos como relicarios preciosos y huiríamos de
toda suciedad”. ¿Cómo va a salir de mi cuerpo un Sí a la tentación, si mi
cuerpo lo ha tocado Cristo? Pero si lo recibimos mal, no hay forma más fácil de
continuar en pecado que comulgar en pecado. Para evitarlo está la Confesión
frecuente, que te da Comunión frecuente, incluso todos los días, lo que te da
una fuerza muy especial.
10. Ejercita las
penitencias corporales
“Y
si con todas estas consideraciones, la carne no se sosiega, debes tratarla como
una bestia”, dice san Juan de Ávila. Ayuna, ten actos de mortificación de
cualquier tipo de placer, renuncia a un alimento que te gusta por un tiempo…
¿Hablas mucho y escuchas poco? Pues escucha más. Véncete. Ayuno, poco sueño,
disciplina… que tu cuerpo se mortifique un poco.
Fuente: Alfa y Omega/ReL