25.11.17

FRANCISCO: QUE NUESTRAS IGLESIAS SEAN IGLESIAS DE SERVICIO, NO SUPERMERCADOS

Dios nos ha salvado gratuitamente, no nos hizo pagar nada

Vigilancia, servicio, gratuidad: son las tres palabras que el papa Francisco subrayó en la homilía de la misa de esta mañana en la Casa Santa Marta. Lo hizo al comentar las dos lecturas de la liturgia: la primera del Libro de los Macabeos, la segunda del Evangelio según san Lucas, cuyo tema común es la purificación del templo. 

Como Judas y sus hermanos volvieron a consagrar el templo profanado por los paganos, así Jesús echó a los mercados de la casa del Señor, transformada en una cueva de ladrones. Pero, pregunta Francisco, ¿cómo se vuelve puro el templo de Dios? A través de la vigilancia, el servicio y la gratuidad.

“El templo más importante de Dios es nuestro corazón”, dice el Papa, “dentro de nosotros habita el Espíritu Santo. Pero ¿qué pasa en mi corazón?”

“¿He aprendido a vigilar dentro de mí, para que el templo de mi corazón sea sólo para el Espíritu Santo? Purificar el templo, el templo interior y vigilar. Estate atento, estate atenta: ¿qué sucede en tu corazón? ¿Quién viene, quién va? ¿Cuáles son tus sentimientos, tus ideas? ¿Hablas con el Espíritu Santo? ¿Escuchas al Espíritu Santo? Vigilar. Estar atentos a qué pasa en nuestro templo, dentro de nosotros”.

Jesús, continúa el Papa, de manera especial “está presente en los enfermos, en los que sufren, en los que tiene hambre, en los encarcelados”. Él mismo lo dijo:

“Y yo me pregunto: ¿se cuidar ese templo? ¿Cuido el templo con mi servicio? ¿Me acerco para ayudar, para vestir, para consolar a quienes lo necesitan? San Juan Crisóstomo reprendía a quienes hacían muchas ofrendas para decorar, para embellecer el templo físico y no cuidaban a los necesitados. Los regañaba diciendo: ¡No, esto no está bien. Antes el servicio, y luego las ornamentaciones!” Purificar, por lo tanto, el templo que son los demás. Y, prosiguió el Papa “cuando nosotros nos acercamos para prestar un servicio, para ayudar, nos parecemos a Jesús que está ahí dentro”.

La tercera actitud indicada por el Papa es finalmente la gratuidad y lo explica:

“Cuántas veces con tristeza entramos en un templo; pensemos en una parroquia, un episcopado, no se…- pensemos – y no sabemos si estamos en la casa de Dios o en un supermercado. Hay comercios, incluso una lista de los precios para los sacramentos. Falta la gratuidad. Y Dios nos ha salvado gratuitamente, no nos hizo pagar nada”.

Francisco anticipa una objeción: pero es necesario tener dinero para que sigan adelante las estructuras, mantener a los sacerdotes, etc… y responde: “Tú da la gratuidad y Dios hará el resto. Dios hará lo que falta”. Que nuestras iglesias, concluye, sean “iglesias de servicio, iglesias gratuitas”.

Por Adriana Masotti


Radio Vaticano
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