Martirologio Romano: En Echternach en
Austria, en el territorio de la actual Luxemburgo, deposición de san
Willibrordo, que, de origen inglesa, ordenado obispo de Utrecht por el papa san
Sergio I, predicó el Evangelio entre las poblaciones de Holanda y de Dinamarca
y fundó sedes episcopales y monasterios, hasta que, enfermo por las fatigas y
de avanzada edad, se durmió en el Señor en un cenobio fundado por él († 739).
Breve Biografía
Natural de Northumbría. Cuando su padre, Wilgils, noble anglosajón, se quedó viudo, ofreció a su hijo Willlibrordo al monasterio benedictino de Ripon, entonces gobernado por el abad san Wilfrido. Fue su preceptor san Ceolfrido. El pequeño oblato creció en un ambiente de santidad y cultura. Fueron sus maestros los santos: Engelmondo, Egberto y Wilfrido de quiénes aprendió los dos ideales que fueron el norte de su vida: la fidelidad a Roma y las ansias misioneras. A los quince años ratificó libremente, con su profesión monástica, la propia donación a Dios hecha por su padre.
Después
de los conflictos de Wilfrido con el rey, Willibrordo, marchó a Irlanda,
Egberto, le acogió paternalmente en su monasterio de Rathmelsigi; le acompañó
san Wigberto. Egberto y el cenobio de Rathmelsigi debieron de imprimir en el
alma de Willibrordo una huella duradera durante los doce años que permaneció
allí estudiando Teología. Fue ordenado presbítero en el 688.
Dos
años después (690), con once monjes más, fue a evangelizar Europa central.
Willibrordo y sus compañeros, pues, debían trabajar en terreno prácticamente
virgen, logran grandes éxitos de conversiones, con la ayuda del papa san Sergio
I y de Pipino II. Pero aquellos monjes eran valientes y emprendedores. Les
impulsaba al amor de Cristo, confiaban plenamente en Dios. Frisia había sido
constituida en iglesia sujeta inmediatamente a la Sede romana.
Pipino
II regaló al arzobispo de los frisones el ruinoso castrum romano de Utrecht,
donde surgió muy pronto la basílica del Salvador, la escuela y la residencia
del arzobispo y sus clérigos. Utrecht, fue, pues, el centro de la nueva
diócesis. Pero quiso, además, Willibrordo, conforme al método benedictino que
le trajo al continente europeo, fundar un monasterio destinado a servir de base
a la acción misionera. La abadía se presentaba como el tipo concreto de la vida
religiosa y social, y los monjes la señalaban como ejemplo a los que pretendían
convertir al cristianismo. El monasterio de san Willibrordo y de la misión de
Frisia fue Echternach (tierras cedidas por santa Irmina), situado prudentemente
en Luxemburgo, es decir, en territorio franco, lejos de los riesgos de la
vanguardia misionera. Cada dos años iba regularmente Wilibrordo a pasar unos
meses de reposo y recogimiento en su querida abadía, su residencia favorita.
Entretanto
se revelaban las bellas cualidades del arzobispo de los frisones. Era, según
testimonio de san Bonifacio, varón "de gran santidad y de austeridad
maravillosa", pero bueno y paternal para los otros. Verdad es que intentó
evangelizar la Frisia del Norte y hasta estuvo en Dinamarca movido por el mismo
impulso misionero; pero pronto comprendió que era empresa prematura y regresó a
su campo de acción.
Pero
cuando los frisones se alzaron contra los francos, él y sus monjes tuvieron que
replegarse. Evangelizó también Holanda, Zelanda y los Países Bajos. Dejó como
sucesor en su misión a Bonifacio. Murió en el monasterio de Echternach.
Las últimas noticias que de él poseemos nos las proporciona san Beda el
Venerable en 734. Willibrordo -dice- "inflige todos los días derrotas al
diablo; a pesar de su ancianidad combate todavía, pero el viejo luchador
suspira por la recompensa eterna".
Por:
Cristina Huete García