Hasta el entonces rey de Marruecos, Hassan II,
estaba dispuesto a declarar a favor de su beatificación
Giorgio La Pira nace el 9 de enero de 1904
en Sicilia, Italia, de origen humilde, estudió Derecho en Messina y llegó a ser
profesor de Derecho Romano en la Universidad de Florencia. Fue miembro activo
de la Acción Católica y perteneció a la rama laical de la Orden de Predicadores
(dominicos). Se volcó enteramente a la ayuda a los pobres. Llegaba a la
universidad con su impermeable lleno de papelitos que los pobres le daban para
pedir ser ayudados, a veces hasta llegaba a gastar su entero sueldo en ellos.
En 1939 funda
una revista en defensa de los derechos humanos con fuertes críticas al fascismo
y nazismo, a los que considera radicalmente anticristianos. El régimen fascista
prohíbe su publicación y en 1940 tiene que huir primero a Siena y después a
Roma.
Termina la
segunda guerra mundial, y La Pira, junto con Aldo Moro y otros personajes
famosos, fueron nombrados miembros de la comisión que debería formular los
principios fundamentales de la Constitución italiana.
Su huella
quedó nítidamente marcada en el artículo segundo: “La República reconoce y
garantiza los derechos inviolables del hombre, ora como individuo ora en el
seno de las formaciones sociales donde aquél desarrolla su personalidad y exige
el cumplimiento de los deberes inexcusables de solidaridad política, económica
y social”. La barbarie del fascismo podía repetirse, por eso quiere, de esta
manera, desterrar cualquier posibilidad de totalitarismo estatal: la persona
tiene una dignidad que es anterior al Estado.
En el 1951
fue elegido alcalde de Florencia, y muchos son los gestos de caridad que tenía
hacia los pobres. Promovió instituciones de ayuda a los pobres, reconstruyó las
infraestructuras destruidas en la guerra, construyó viviendas sociales, mejoró
las escuelas, luchó especialmente por solucionar el problema de las personas
sin hogar de la ciudad, muchos de ellos inmigrantes.
Muy pronto
comenzaron a llamarle el “alcalde santo” y a quien objetaba que no era correcto
usar los fondos de la Alcaldía para hacer obras de caridad, Pira respondía: “No
es caridad. ¡Es justicia! ”
En 1952
organizó el Primer Congreso internacional por la Paz y la civilización
cristiana que luchaba por promover contactos vivos, profundos y sistemáticos
entre los exponentes políticos de todos los países.
En 1959
marcha a Moscú en la época de la guerra fría, para defender ante el Soviet
Supremo la necesidad de la distensión y el desarme. Más adelante, en 1965
viajaría a Vietnam para entrevistarse con Ho Chi Minh e intentar rebajar el
conflicto en aquel país.
Apoya los
movimientos estudiantiles de Irán y entabla una buena relación con el rey de
Marruecos, Hassan II, el cual llegó a decir, tras la muerte de La Pira, que
aunque él no era cristiano, estaba dispuesto a declarar a favor de su
beatificación.
Tampoco
abandonó nunca sus esfuerzos por llevar la paz a Oriente Medio defendiendo la
convivencia de israelíes, palestinos y árabes.
Giorgio La
Pira murió el 5 de noviembre de 1977. Su funeral, multitudinario, se celebró en
la iglesia de los dominicos de San Marcos, en Florencia, donde descansan sus
restos desde octubre de 2007.
En el 1986 se
abre la causa de beatificación bajo el papado de Juan Pablo II, que en un mensaje en
ocasión del centenario del Nacimiento de Giorgio Pira, dijo sobre él: “Fiel
al magisterio de la Iglesia, tuvo el sentido de la laicidad auténtica y de la
justa autonomía de los fieles en el ámbito de las realidades seculares.
Concibió la función pública como servicio al bien común, sin los
condicionamientos del poder y sin buscar el prestigio o el interés personal.”
Maria Paola Daud
Fuentes: dominicos.org, Santi e Beati