El Pontífice a pocos días del adviento anima desde
Birmania a los jóvenes: Miren a María, era joven y dijo ‘sí’ al mensaje del
ángel
El papa Francisco se despidió de los
jóvenes de Myanmar con una misa en la Catedral de Santa María en Yangon este
jueves 30 de noviembre de 2017. “El Evangelio siempre crece a partir de
pequeñas raíces”, dijo.
El Pontífice instó a los jóvenes
a ser misioneros de esperanza que con sus vidas se traduzca en dar la mano a
los que sufren y están desanimados en un país que ha vivido por mucho
tiempo la violencia, la pobreza y la división.
“Cuando ella (María) respondió
‘sí’ al mensaje del ángel, era joven, como ustedes. Sin embargo, tuvo el valor
de confiar en la “buena noticia” que había escuchado”, expresó ante una
multitud de fieles, la mayoría, jóvenes, venidos de todas la diócesis del país
asiático.
“Que siguiendo el ejemplo de
María, llevéis a Jesús y su amor a los demás con sencillez y valentía”, animó.
Al final de la homilía, les
exhortó a inspirarse en la vida de la joven María, la Madre de Jesús para
traducir el Evangelio “en una vida de consagración fiel a su vocación, de
entrega total de sí y completa confianza en los cuidados amorosos de Dios”.
La juventud que camina por los
senderos del bien es para el papa Bergoglio la ‘buena noticia’ para la nación y
el mundo.
¿Dónde
están las buenas noticias cuando hay tanta injusticia, pobreza y miseria que
proyectan su sombra sobre nosotros y nuestro mundo?, preguntó
En la homilía, exhortó a los
jóvenes a hacerse oír. “Le pido que griten,
pero no con sus voces, no, quiero que griten, para ser con su vida, con sus
corazones, signos de esperanza para los que están desanimados”.
Francisco instó a los jóvenes a
ser una “mano tendida para el enfermo, una sonrisa acogedora para el extranjero,
un apoyo solícito para el que está solo”.
En su mensaje invitó a estar
dispuestos “a llevar la Buena Noticia a sus hermanos y hermanas que sufren y
que necesitan de sus oraciones y de su solidaridad”.
También motivó la pasión de los
jóvenes “por los derechos humanos, por la justicia y porque crezcan el amor y
la paz que Jesús nos da”.
Escuchar, el ruido apaga
la voz de Dios
Francisco dirigió tres preguntas basadas en
san Pablo. La primera ha sido: «¿Cómo puede
alguien creer en el Señor sin haber oído hablar de él?».
“Nuestro mundo está lleno de ruidos y
distracciones, que pueden apagar la voz de Dios. Para que otros se sientan
llamados a escucharlo y a creer en él, necesitan descubrirlo en personas que
sean auténticas”.
En este sentido, reclamó que la
escucha es importante. Pablo invita a que las personas sepan escuchar.
“Seguro que ustedes quieren ser
genuinos. Pero sólo el Señor les puede ayudar a serlo. Por eso hablen con él en
la oración. Aprendan a escuchar su voz, hablándole con calma desde lo más
profundo de tu corazón”.
El
Papa recordó en el día de san Andrés que los jóvenes también cuentan con la
ayuda de los santos “nuestros amigos del cielo que nos sirven de
ejemplo”.
“Andrés fue un sencillo pescador que acabó
siendo un gran mártir, un testigo del amor de Jesús. Pero antes…cometió sus
errores, tuvo que ser paciente y aprender gradualmente a ser un verdadero
discípulo de Cristo”, aseguró.
“Así
que no tengan miedo de aprender de sus propios errores. Dejen que los
santos les guíen hacia Jesús y les enseñen a poner sus vidas en sus manos. Sepan que Jesús está lleno de misericordia”.
Por lo tanto, les invitó a compartir con él todo lo que llevan en el
corazón: “Sus miedos y preocupaciones,
así como sus sueños y esperanzas”.
“Cultiven
la vida interior como cuidaríais un jardín o un campo”, dijo, en el día que la iglesia recuerda a uno de
los primeros apóstoles, y el
calendario marca como referencia el próximo domingo más cercano al inicio del adviento, es decir las cuatro semanas que
anteceden la Navidad.
No tener miedo, gritar con
la vida el bien
“La segunda pregunta de Pablo es: «¿Cómo van a oír hablar de Jesús sin un
mensajero que lo anuncie?»”, expresó.
“Esta es una gran tarea encomendada de
manera especial a los jóvenes: ser ‘discípulos misioneros’, mensajeros de la
buena noticia de Jesús, sobre todo para sus compañeros y amigos”.
Como lo hizo en la primer JMJ,
hablando con los jóvenes argentinos, Francisco invitó a no tener miedo “de hacer lío, de plantear
preguntas que hagan pensar a la gente”.
“Y no se preocupen si a veces se
sienten que son pocos y dispersos. El Evangelio siempre crece a partir de pequeñas
raíces. Por eso háganse oír”, animó.
¡Sean valientes, sean generosos y, sobre todo, sean
alegres!”.
La última pregunta – continuó – de
Pablo es: «¿Cómo puede haber un
mensajero sin que sea enviado?».
“Al final de esta Misa, todos
seremos enviados, para llevar con nosotros los dones que hemos recibido y
compartirlos con los demás. Esto puede provocar un poco
de desánimo, ya que no siempre sabemos a dónde nos puede enviar Jesús. Pero
él nunca nos manda sin caminar al mismo tiempo a nuestro lado, y siempre un poquito por delante de nosotros,
para llevarnos a nuevas y maravillosas
partes de su reino”.
El Pontífice les invitó a seguir
las diversas vocaciones para ser testigos del Evangelio. “Sacerdotes, a otros
los llamará a la vida religiosa, a otros
a la vida matrimonial, a ser padres y madres amorosos. Cualquiera que sea
su vocación, les exhorto: ¡sean valientes,
sean generosos y, sobre todo, sean alegres!”.
Por último, al dar la bendición,
el Papa aseguró: “Y les pido, por favor, que se acuerden de rezar por mí. Dios
bendiga a Myanmar” Y en lengua nativa: Myanmar
pyi ko Payarthakin Kaung gi pei pa sei.
Ary Waldir
Ramos Díaz
Fuente:
Aleteia