La humildad sin
humillaciones no es humildad
La
humildad es una dote indispensable en la vida del cristiano: lo subrayó
el Papa Francisco en su homilía de la Misa matutina celebrada en la
capilla de la Casa de Santa Marta el primer martes de diciembre. Inspirándose
en un pasaje del profeta Isaías, el Pontífice recordó que todo
cristiano es como “un pequeño brote donde se posará el Espíritu del Señor,
Espíritu de sabiduría y de inteligencia, Espíritu de consejo y de fortaleza,
Espíritu de conocimiento y de temor del Señor”.
“Estos
son los dones del Espíritu Santo. De la pequeñez del brote a la plenitud del
Espíritu. Ésta es la promesa, éste es el Reino de Dios”. Ésta es “la vida del
cristiano”, dijo el Papa y añadió:
Ser
consciente de que cada uno de nosotros es un vástago de aquella raíz que debe
crecer con la fuerza del Espíritu Santo
“Ser
consciente de que cada uno de nosotros es un vástago de aquella raíz que debe
crecer, crecer con la fuerza del Espíritu Santo, hasta la plenitud del Espíritu
Santo en nosotros. ¿Y cuál sería el deber del cristiano? Sencillamente
custodiar el brote que crece en nosotros, custodiar el crecimiento, custodiar
al Espíritu.”
¿Y
cuál es el estilo de vida del cristiano? “Un estilo – explicó Francisco –
como el de Jesús, de humildad”:
Se
necesita fe y humildad para creer que este brote, este don tan pequeño, llegará
a la plenitud de los dones del Espíritu Santo
“Se
necesita fe y humildad para creer que este brote, este don tan pequeño llegará
a la plenitud de los dones del Espíritu Santo. Se necesita humildad para creer
que el Padre, Señor del Cielo y de la Tierra, como dice el Evangelio de hoy, ha
escondido estas cosas a los sabios, a los doctos, y las ha revelado a los
pequeños. Humildad es ser pequeño, como el brote pequeño, que crece cada día,
pequeño, que tiene necesidad del Espíritu Santo para poder ir adelante, hacia
la plenitud de la propia vida.”
“Algunos
creen que ser humilde – observó el Papa Francisco – es ser educado,
cortés, cerrar los ojos en la oración”… “No, ser humilde no es eso”. “Entonces
– se preguntó el Santo Padre – ¿cómo puedo saber si soy humilde?”. A
lo que respondió diciendo:
La humildad sin
humillaciones no es humildad
“Hay
un signo, una señal única: aceptar las humillaciones. La humildad sin
humillaciones no es humildad. Humilde es aquel hombre, aquella mujer, que es
capaz de soportar las humillaciones como las ha soportado Jesús, el gran
humillado.”
Por
último, Francisco aludió al ejemplo de tantos santos “que no sólo han
aceptado las humillaciones, sino que las han pedido” para asemejarse a Jesús.
“Que
el Señor – terminó diciendo el Papa en su homilía – nos dé esta
gracia de custodiar al pequeño hacia la plenitud del Espíritu, sin olvidar la
raíz y aceptando las humillaciones”.
De
María Fernanda Bernasconi – SpC
Radio Vaticano