Reflexión del Pontífice en
el rezo del Ángelus del II domingo del tiempo de Adviento
“El
Adviento como un tiempo para reconocer los vacíos que hay en nuestras vidas,
suavizar la aspereza del orgullo y hacer un lugar en nuestro corazón a Jesús
que viene”, fue el tema central del Papa Francisco a la hora del rezo del Ángelus
en la Plaza de San Pedro, el domingo 10 de diciembre, II del tiempo de
Adviento.
Acompañado
por miles de fieles y peregrinos de varias partes del mundo, el Santo Padre
reflexionó sobre la liturgia dominical en la que el profeta Isaías se dirige al
pueblo anunciando el final del exilio de Babilonia y el regreso a
Jerusalén.
Haciendo
alusión a las profecías de Isaías, “Todo valle sea alzado, y bájese todo monte
y collado; y lo torcido se enderece, y lo áspero se allane”, el Pontífice
explicó que los valles que se levantarán representan todos los vacíos de
nuestro comportamiento ante Dios, como puede ser el hecho de no orar, la falta
de caridad; así como todos nuestros pecados de omisión. Mientras que los montes
que “debemos allanar”, son el orgullo, la soberbia, y la prepotencia.
“Debemos
adoptar una actitud de mansedumbre y humildad para poder preparar la venida de
nuestro Salvador, que es mando y humilde de corazón (cfr Mt 11, 29)”, afirmó el
Sucesor de Pedro, indicando que todas estas acciones deben llevarse a cabo con
alegría, ya que están encaminadas a la llegada de Jesús.
“El
Adviento, es por tanto, un tiempo propicio para orar más intensamente, para
reservar a la vida espiritual el lugar importante, y para estar más atentos a
las necesidades del prójimo, como lo estuvo Juan el Bautista”, dijo Francisco
recordando que si actuamos de esta manera, “podemos abrir caminos de esperanza
en el desierto del corazón árido de tantas personas”.
Radio
Vaticano
Fuente:
Aleteia