“Mientras el hombre frecuentemente abstrae, afirma
e impone ideas; la mujer, la madre, sabe custodiar, unir en el corazón,
vivificar”
En la primera misa del año 2018,
el papa Francisco ha señalado que la Madre de Dios, María, ha sido la primera
discípula de Jesús. Antes que el Verbo tuviera la palabra, siendo niño y sin el
habla, Jesús, en el Portal de Belén, fue acogido por una mujer que vivió su
maternidad como una misión divina (desenfrenada, insensata o irracional ante
ojos humanos).
María
fue la primera que creyó que el niñito Jesús era el Mesías, incluso antes que
los hombres de su tiempo y de su mismo esposo, José. El Papa insistió en que “mientras el hombre frecuentemente
abstrae, afirma e impone ideas; la mujer, la madre, sabe custodiar, unir en el
corazón, vivificar”.
El
mundo necesita de buenos líderes; sean ellos hombres o mujeres, el género no
determina la eficacia o la inhabilidad, podría ser más bien que indica
características diversas inescrutables a simple vista, pero complementarias.
La
mujer, representada en María, nos lleva a estar “animados a soltar tantos pesos
inútiles y a encontrar lo que verdaderamente cuenta”, enseña Francisco.
Entonces, hablamos del liderazgo que da una dirección para alcanzar nuevas
metas, objetivos y sueños. “Mirar al centro de la persona, de los afectos, de
la vida”, añadió el Papa.
Un
pensador nos recuerda que la diferencia entre perseguir un sueño y una ilusión
depende de sí se sueña junto con otras personas para hacer de esos sueños una
realidad o en cambio nos abstraemos y encerramos en nosotros mismos en una
ilusión perenne e ineficaz.
Las mujeres no necesitan copiar
el liderazgo masculino. Una mujer líder, con su estilo femenino y materno (por el
don natural) podría hacer soñar con su dirección una empresa, una organización
o una familia. Hoy es más frecuente encontrar en algunos lugares de trabajo
grupos conformados en su mayoría por mujeres y madres de familia.
Las
mujeres demuestran capacidades distintas y en algunos ámbitos, depende de la
persona, con mayor desempeño que los hombres; por ejemplo en la organización y
en la realización de múltiplex funciones. No se trata de destacar en que son
mejores ellas respecto al varón. Cada uno puede observar en su propio contexto
la riqueza del trabajo en equipo del personal mixto en varias circunstancias.
Por
ejemplo en la Iglesia Católica, el Papa ha manifestado en varias ocasiones que
el papel de la mujer no debe ser funcional con cuotas ‘rosa’ o instrumental al
perseguir la equidad de género. De las palabras a los hechos hay mucho en el
camino.
Sin
embargo, se destaca que las mujeres líderes pueden y deberían desempeñar
actividades de mando y responsabilidad hasta hoy exclusivas o limitadas a los
varones. En futuro podemos soñar en la Iglesia con una mujer preparada para ser
jefe del dicasterio vaticano, ‘Laicos, Familia y Vida’.
A
la espera, el Papa ha nombrado, por primera vez en la historia, un director de
sus museos vaticanos, Jatta; mujer, capaz y preparada. Igualmente lo es la
vice-directora de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, García Ovejero,
profesional y curtida en el oficio periodístico.
Por
eso, el liderazgo no tiene género. Se podría decir, en cambio, que el talento
del liderazgo que pertenece a la persona, en la mujer tiene una variante de
portada transformadora desde su unicidad de madre y de fémina y que abraza toda
la realidad cuando se trata de dar una visión de conjunto y asumir directrices
centradas en la persona.
Al
mismo tiempo, se considera que no es una prerrogativa sólo femenina la del
liderazgo que persigue lograr objetivos acompañando a las personas a la cuales
se guía hacía un objetivo y en cada momento, como lo haría una madre con un
hijo, valga el parangón.
Francisco
insiste para salir de un liderazgo de la letra muerta, de los manuales y, se
puede añadir que es una invitación a ejercer un “liderazgo emotivo” (Goleman
2001). De ahí, podemos interpretar sus palabras útiles y sin género, es decir
para todos:
“Para que la fe no sea sólo una doctrina, todos necesitamos
de un corazón de madre” (01.01.2018). En otra ocasión, Francisco ha dicho que
Dios es padre y madre a la vez.
Por
lo tanto, un amor infinito por el bien común expresado en el liderazgo nos hace
salir de la métrica convencional de que el liderazgo es cuestión sólo de
varones.
Efectivamente,
es justo y necesario que muchas mujeres se entusiasmen en compartir el gran
talento que tienen para transformar nuestra realidad.
Ary Waldir Ramos Díaz
Fuente:
Aleteia