Dios escucha y contesta
todas nuestras oraciones, pero a veces la respuesta es No y esas
normalmente se sienten como no respondidas
Déjenme
comenzar diciendo que el término “oraciones sin respuesta” me parece uno
bastante equivocado porque Dios escucha y contesta todas nuestras oraciones. Es
solo que a veces la respuesta es “No” y esas normalmente se sienten como no
respondidas. Esas son las oraciones que se sienten como que se han estrellado
contra un muro enorme, que han sido enviadas de regreso a la tierra de golpe.
Pero, las oraciones sin respuesta, pueden ser muchas veces bendiciones
disfrazadas, aun cuando en ese momento, parezcan pérdidas que nos destrozan el
corazón.
Creo
que el misterio que hay en un “No” de Dios puede ser una de las más
inexpugnables y difíciles piedras de tropiezo para los Cristianos. Puede ser
colocada justo ahí, al lado de la maldad, y muchas veces ambas se combinan
cuando nuestras oraciones parecen seguir sin respuesta en medio de la tragedia
y el dolor. Puede ser aún más frustrante cuando nuestras oraciones parecen
ignoradas y otros a nuestro alrededor ven pronto auxilio a sus clamores.
En
la universidad, un compañero estaba comprometido con su novia de la escuela.
Ellos estaban en su último año de universidad y esperaban con ansias su boda y
su vida juntos. De pronto ella cayó enferma, de algo serio. Esto hizo que
prácticamente toda la universidad se volcó en oración juntos para interceder
por su sanación, pero ella falleció. Al mismo tiempo, conocí a una mujer que
estaba luchando con la infertilidad después de haber sufrido en la adolescencia
un aborto que tuvo complicaciones. Algunos de los compañeros oramos por ella en
alguna ocasión y supimos luego que estaba embarazada. Tengo amigos que ha
recibido provisión financiera que llegó de la nada en el último minuto, cuando
la esperanza parecía pérdida y otros que vieron sus plazos vencerse sin recibir
el rescate esperado.
¿Qué
hacemos cuando hemos volcado nuestros corazones en oración a Dios y nada
sucede, o pasa todo lo contrario de lo que hemos estado pidiendo? He encontrado
algunas cosas que me han dado esperanza al pasar por esos valles.
Mis
primeros pensamientos de consuelo llegan cuando recuerdo que éste no es
nuestro hogar. Cualquier cosa que suceda o no en esta vida no es el final de
nuestra historia. Mi esposa y yo sufrimos la pérdida de un bebé en un embarazo
interrumpido hace unos años. Con las primeras señales de problemas, oramos y
oramos y oramos, pero se sentía como que todas nuestras oraciones chocaban con
el techo o no iban a ninguna parte. Pero el recordar que este mundo no es el
final nos ayudó durante el proceso de duelo. El saber que nos encontraríamos
con nuestro bebe algún día puso nuestro sufrimiento temporal, pero totalmente
real, en perspectiva. San Pablo, un hombre no extraño al dolor y las
dificultades, escribió a los Corintios “No se pueden equiparar esas ligeras
pruebas que pasan aprisa con el valor formidable de la gloria eterna que se nos
está preparando. Nosotros, pues, no nos fijamos en lo que se ve, sino en lo que
no se ve; porque las cosas visibles duran un momento, pero las invisibles son
para siempre.” (2ª Corintios. 4, 17-18)
Otra
cosa que me ha ayudado cuando Dios dice “No” es recordar que Él sabe lo
que hace aun cuando yo no lo sepa. Dios es Amor. Es nuestro Padre amoroso. Sus
planes y propósitos para mi vida van más allá de lo que pueda comprender desde
mi perspectiva. A veces parece difícil confiar en Dios cuando parece que no
escucha o no le importan nuestras circunstancias actuales. Mi propio orgullo,
miedo o ansiedad pueden nublar mi comprensión u oscurecer mi vista del gran
diseño. Es precisamente en ese momento en el que nuestra oración parece sin
respuesta que nos vemos obligados a tomar la decisión – ¿dudaré de la bondad de
Dios o buscare su consuelo? En esencia, ¿confió en Él solo cuando me da lo que
quiero, o confiaré en Él aun cuando no comprenda lo que hace? Aprender a
confiar a Dios cuando todo tu interior está enojado con Él y listo para
alejarse de su presencia, es un precioso momento de crecimiento espiritual.
Finalmente, nunca
malgastes tu sufrimiento. Puede ser por algo pequeño o trivial, o por algo que
parezca de vida o muerte, cada vez que sentimos que nuestras oraciones son
ignoradas o no respondidas, cada vez que Dios nos dice No, hay una decepción o
nivel de sufrimiento. Cuando nos unimos en el sufrimiento con Jesús, no importa
sea grande o pequeño, estamos unidos a Él en una forma única y poderosa. Cuando
llevamos nuestras heridas a tocar sus llagas, podemos decir “Ahora me alegro
cuando tengo que sufrir por ustedes, pues así completo en mi carne lo que falta
a los sufrimientos de Cristo para bien de su cuerpo, que es la Iglesia.” (Colosenses
1, 24). Por irónico que parezca, el dolor que experimentamos al no recibir
respuesta a nuestras oraciones, puede ser por sí mismo, una oración de
intercesión por otros. Podemos tomar nuestra desilusión y ofrecerla a Jesús
como ofrenda, como sacrificio por aquellos en necesidad de Su gracia. Esto
puede redimir nuestro sufrimiento, nuestra decepción o nuestra desilusión y
traernos curación y consuelo, mientras profundizamos en nuestra relación con
Dios y nos ayuda a confiar en Él nuevamente.
Por:
Tom Ponchak
Fuente:
Catholic365.com // PildorasDeFe.net