El camino como lugar del
feliz anuncio del Evangelio, sitúa la misión de la Iglesia bajo el signo del
‘caminar’, del ‘movimiento’ y nunca de la parálisis”
Durante
el rezo del Ángelus, este domingo 4 de febrero en la Plaza de San Pedro en el
Vaticano, el Papa Francisco recordó que la predicación de Jesús se sustenta en
el camino y por ello, sus discípulos y la Iglesia, deben sostener el anuncio
del Evangelio en el camino, en el movimiento, nunca desde la parálisis.
“El
anuncio del Reino de Dios por parte de Jesús encuentra su lugar en el camino”,
explicó el Santo Padre.
El
Papa recordó cómo, en el Evangelio de este domingo, “a los discípulos que le
buscaban para llevarlo a la ciudad, a Cafarnaúm, Él les responde: “‘Vayamos a
otra parte, a los pueblos vecinos, para que también allí predique’”.
“Ese
es el camino del Hijo de Dios y ese será el camino de sus discípulos: el camino
como lugar del feliz anuncio del Evangelio, sitúa la misión de la Iglesia bajo
el signo del ‘caminar’, del ‘movimiento’ y nunca de la parálisis”.
En
el fragmento del Evangelio de San Marcos leído este domingo se realiza una
descripción de un día de Jesús en Cafarnaúm, “era un sábado, la fiesta semanal
de los hebreos. En esta ocasión, el evangelista Marcos pone de relieve la
relación entre la actividad taumatúrgica de Jesús y el despertar de la fe de
las personas con las que se encuentra”.
“De
hecho, con los signos de curación que realiza para los enfermos de todo tipo, el
Señor quiere suscitar como respuesta la fe”, destacó Francisco.
Como
ejemplo de esto se sitúa la curación de la suegra de Pedro, “que no sólo
refleja el extraordinario poder de Cristo sobre un cuerpo enfermo. Por medio de
esta breve narración, Marcos hace surgir un significado general de los
milagros: la curación del cuerpo se dirige a la curación del corazón”.
Este
episodio evangélico “contiene también una exhortación válida para cada
creyente: una vez liberados del camino del mal y recuperadas las fuerzas como
resultado de la intervención de Jesús, es necesario seguir el ejemplo de la
suegra de Pedro, que rápidamente se puso al servicio del Señor y de los otros
huéspedes”.
“La
jornada de Jesús en Cafarnaúm finaliza con la escena de la gente de toda la aldea
reunida ante la casa donde se alojaba para llevarlo donde los enfermos. La
multitud, marcada por el sufrimiento físico y la miseria espiritual,
constituye, por decirlo así, el ‘ambiente vital’ en el cual se desarrolla la
misión de Jesús hecha de gestos y de palabras que sanan y consuelan”.
En
medio de esa multitud, “una humanidad afectada por el sufrimiento, las fatigas
y los problemas”, Jesús finaliza la tarde del sábado. “A esa pobre humanidad se
dirige la acción potente, liberadora y renovadora de Jesús”.
“Antes
del alba del día siguiente, Jesús salió sin ser visto por la puerta de la
ciudad y se retira a un lugar apartado para rezar. Jesús reza. De ese modo,
sustrae también de su persona y de su misión toda visión triunfalista que
malinterprete el sentido de los milagros y de su poder carismático”.
De
hecho, “los milagros son signos que invitan a la respuesta de fe, signos que
siempre están acompañados de las palabras que iluminan, y juntos, signos y
palabras, provocan la fe y la conversión por medio de la gracia divina de
Cristo”.
El
Papa finalizó pidiendo a la Virgen “que nos ayude a permanecer abiertos a las
voces del Espíritu Santo que empujan a la Iglesia a poner siempre la tienda en
medio de la gente que para llevar a todos la palabra sanadora de Jesús, médico
del alma y del cuerpo”.
Fuente:
ACI Prensa