“Si nos ponemos en la escucha de la ‘buena noticia’ seremos convertidos y transformados, capaces entonces de cambiarnos a nosotros mismos y al mundo”
La
nueva catequesis del Papa Francisco en la Audiencia General del miércoles trató
sobre el Evangelio y la homilía en Misa. A este respecto señaló que las
homilías deben estar bien preparadas y no aburrir.
“El
diálogo entre Dios y su pueblo, desarrollado en la Liturgia de la Palabra en la
Misa, alcanza su culmen en la proclamación del Evangelio”, dijo al comienzo.
Francisco
explicó que al igual que “los misterios de Cristo iluminan la revelación
bíblica, así, en la Liturgia de la Palabra, el Evangelio constituye la luz para
comprender el sentido de los textos bíblicos que lo preceden, sea del Antiguo o
del Nuevo Testamento”.
El
Papa recordó que su lectura “está reservada al ministro ordenado, que termina
besando el libro”. “En estos signos la asamblea reconoce la presencia de
Cristo que dirige la ‘buena noticia’ que convierte y transforma”.
“En
la Misa no leemos el Evangelio para saber cómo han sido las cosas, sino para
tomar conciencia de aquello que Jesús ha hecho y ha dicho una vez, y Él
continúa cumpliéndolo y diciéndolo ahora también para nosotros”.
En
este sentido, recordó que “Cristo se sirve también de la palabra del sacerdote
que, después del Evangelio, pronuncia la homilía”.
Francisco
se detuvo en este punto y subrayó que “no es un discurso de circunstancia, ni
una conferencia o una lección, sino un retomar el diálogo que ya era abierto
entre el Señor y su pueblo para que encuentre cumplimiento en la vida”.
“Me
decía un sacerdote una vez –contó el Papa– que fue a una ciudad donde vivían
sus padres. Su padre le había dicho: ‘estoy contento porque con mis amigos
hemos encontrado una iglesia donde se hace la Misa sin homilía’. ¡Cuántas veces
vemos que en las homilías algunos se duermen, otros hablan, o se van fuera a
fumar un cigarrillo! Por esto, por favor, que sea breve, aunque sea preparada.
¿Y cómo se prepara? Con la oración, con el estudio de la palabra de Dios,
haciendo una síntesis clara”.
Además,
manifestó que “quien hace la homilía debe realizar bien su ministerio,
ofreciendo un servicio real a todos aquellos que participan en la Misa, pero también
a los que escuchan”.
“La
responsabilidad de quien hace la homilía se conjuga con la posibilidad, de
quien está en los bancos, de hacer presente, de modo oportuno, las expectativas
que la comunidad siente”. “No se trata de acusar, sino de ayudar, esto sí”,
dijo el Papa. “¿Quién puede ayudar a los fieles que le son cercanos?”.
Por
último, recordó que “el conocimiento de la Biblia favorece mucho la
participación a la liturgia de la Palabra” y esto significa que “quien no lee
habitualmente el Evangelio tiene más dificultad en escuchar y comprender la
lectura de la Misa”.
Hablando
de nuevo del Evangelio, afirmó que “si nos ponemos en la escucha de la ‘buena
noticia’ seremos convertidos y transformados, capaces entonces de cambiarnos a
nosotros mismos y al mundo”.
Fuente:
ACI Prensa