Oración, pequeñez y
sabiduría fueron las palabras subrayadas por Francisco durante su homilía en la
tierra de Padre Pío
El
papa Francisco destacó que la oración no es una receta contra el estrés, sino
un signo de amor contra la ‘autosuficiencia’ que aleja de Dios y de los
sufrimientos de las personas. El Pontífice presidió este sábado 17 de marzo la
misa realizada en la Plazoleta de la Iglesia de San Pío de Pietralcina en San
Giovanni Rotondo, sur de Italia.
“¿O
nos referimos a la oración como tranquilizantes que deben tomarse en dosis
regulares para aliviar el estrés? No, la oración es un gesto de amor, es estar
con Dios y traerle la vida del mundo: es una obra indispensable de misericordia
espiritual”, expresó ante 30.000 fieles reunidos para acompañar a Francisco en
su peregrinaje en las tierras de Padre Pío.
Antes
de la Misa, visitó el Hospital “Casa Alivio del Sufrimiento”. Allí abrazó, rezó
y compartió con los enfermos y sus familiares. Especialmente conmovedor fue el
encuentro con los niños del Reparto de Pediatría Oncológica (cáncer). En esa
línea, reiteró la importancia del legado de los “círculos de oración” iniciados
por Padre Pío.
Oración
El
Sucesor de Pedro destacó que para Jesús la oración no es ‘opcional’ (cf Mc
1,35); el diálogo con el Padre estaba en primer lugar”. Pues, la oración
no es un tranquilizante en píldoras ocasiones contra el estrés. “¿Nuestras
oraciones se parecen a las de Jesús o se reducen a llamadas de emergencia
ocasionales?”
“Si
queremos imitar a Jesús, comencemos donde comenzó, es decir, desde la oración”.
“Debemos preguntarnos: ¿Cómo adoro Dios?”. Podemos preguntarnos: ¿los
cristianos oramos lo suficiente?
Rememoró
la memoria de San Pío, cincuenta años después de su partida al Cielo, “nos
ayuda, porque quería dejarnos la oración. Recomendó: “Oren mucho, mis hijos,
oren siempre, sin cansarse” (5 de mayo 1966).
El
Obispo de Roma indicó que la oración es un diálogo libre y confiado que se hace
con “toda la vida” y ante “la presenta a Dios”.
“Y
si no confiamos a los hermanos, las situaciones al Señor, ¿quién lo hará?
¿Quién intercederá, quién se molestará en tocar el corazón de Dios para abrir
la puerta de la misericordia a la humanidad necesitada? Es por eso que el Padre
Pío nos dejó los grupos de oración.
Ellos
dijeron: “Es la oración, esta la fuerza junto a todas las almas buenas, que
mueve el mundo, la renovación de las conciencias, […] que cura a los enfermos,
que santifica el trabajo, lo que plantea la asistencia sanitaria, que da fuerza
moral […], que difunde la sonrisa y la bendición de Dios en cada languidez y
debilidad “(ibid.).
Mantengamos
estas palabras y preguntemos de nuevo: ¿oro? Y cuando oro, ¿puedo alabar, sé
cómo adorar, puedo darle vida a Dios?”.
Pequeñez
El
Sucesor de Pedro subrayó la segunda palabra de su homilía: pequeñez. “En
el Evangelio, Jesús alaba al Padre por revelar los misterios de su Reino a los
pequeños”.
¿Quiénes
son? “Los pequeños son aquellos que necesitan a los grandes, que no son
autosuficientes, que no creen que sean autosuficientes”. Pidió de tener “un
corazón humilde y abierto, pobre y necesitado, que sienten la necesidad de
orar, confiarse y ser acompañado”.
“El
corazón de estos pequeños es como una antena, que capta la señal de Dios”. Por
lo tanto, sostuvo Dios “prefiere a los pequeños, se revela a ellos, y la forma
de encontrarse con él es rebajarse, encogerse, reconocerse a sí mismo en la
necesidad.
El
misterio de Jesús, como vemos en la Hostia en cada Misa, es un misterio de la
pequeñez, del amor humilde, y solo se puede comprender siendo pequeño y
frecuentando a los pequeños”.
San
Pío – dijo – llamó la pequeñez “un templo de oración y ciencia”, donde
todos están llamados a ser “preservador de amor” para los demás (Discurso por
el 1er aniversario de la inauguración, 5 de mayo de 1957). Así, habló del
hospital de esa obra llamado: Casa de Alivio del Sufrimiento.
“En
el enfermo uno encuentra a Jesús, y en el amoroso cuidado de aquellos que se
inclinan sobre las heridas del prójimo”.
Sabiduría
La
tercera palabra propuesta por Francisco: sabiduría. “La verdadera
sabiduría no radica en tener grandes cualidades y la verdadera fuerza no está
en el poder. Los que se muestran fuertes y los que responden al mal con maldad
no son sabios. La única arma sabia e invencible es la caridad”.
“San
Pío luchó contra el mal a lo largo de su vida y luchó con sabiduría, como el
Señor: con humildad, con obediencia, con la cruz, ofreciendo dolor por amor”,
expresó.
El
Papa después de la misa se trasladó para saludar a la comunidad de los frailes
capuchinos y a los representantes de los fieles. Sucesivamente, volverá en
helicóptero desde San Giovanni Rotondo hasta el Vaticano.
Ary Waldir Ramos Díaz
Fuente:
Aleteia