Sacerdote,
16 de marzo
En Villa del Transito, Córdoba, Argentina, San José Gabriel del Rosaro Brochero, sacerdote diocesano (†1914)
Fecha de beatificación: 14 de septiembre de 2013, durante el pontificado de S.S. Francisco.
Fecha de canonización: 16 de octubre de 2016 por S.S. Francisco.
Breve
Biografía
José Gabriel del Rosario Brochero nació el 16 de marzo de 1840 en Santa Rosa de Río Primero, Córdoba.
Entró
al Seminario Mayor de Córdoba “Nuestra Señora de Loreto”, el 5 de marzo de
1856, cuando tenía 16 años. Un amigo suyo escribió: “Muchas veces le he oído
contar [a Brochero] que la constante preocupación de su juventud fue el
sacerdocio… No sabía qué vocación seguir: la laical o la sacerdotal… Su
espíritu fluctuaba y su corazón sufría con esta indecisión. Un día, dominado
por esta preocupación, asistió a un sermón en que se bosquejaron las exigencias
y sacrificios de una y otra… y apenas concluyó de escucharlo, la duda ya no
atormentaba su alma, y ser sacerdote era para él una resolución inquebrantable”
(CÁRCANO, RAMÓN J., José Gabriel Brochero, en: Periódico Los Principios,
Córdoba, 30 de enero de 1916).
Es
ordenado presbítero el 4 de noviembre de 1866 por el Obispo Vicente Ramírez de
Arellano. El 10 de diciembre del mismo año celebra su primera misa en la
capilla del Colegio Seminario “Nuestra Señora de Loreto”, cuando ésta se
encontraba en la casa detrás de la Catedral, donde hoy se encuentra la
Plazoleta del Fundador.
En
diciembre de 1869 asume el Curato de San Alberto, siendo San Pedro la villa que
hacía de cabecera en aquel departamento. Por aquel tiempo el extenso Curato de
San Alberto (de 4.336 kilómetros cuadrados) contaba con poco más de 10.000
habitantes que vivían en lugares distantes sin caminos y sin escuelas,
desperdigados por las Sierras Grandes de más de 2.000 metros de altura. Era triste
el estado moral y la indigencia material de la gente. El corazón apostólico de
Brochero no se desanima, sino que desde ese momento dedicará su vida toda no
sólo a llevar el Evangelio sino a educar y promocionar a sus habitantes.
Al
año siguiente de llegar, comenzó a llevar a hombres y mujeres a Córdoba, para
hacer los Ejercicios Espirituales recorriendo unos 200 kilómetros cruzando las
sierras. Dicha travesía requería tres días a lomo de mula y las caravanas
muchas veces superaban las quinientas personas. Más de una vez fueron
sorprendidos por fuertes tormentas de nieve. Al regresar, luego de nueve días
de silencio, oración y penitencia sus feligreses iban cambiando de vida,
siguiendo el Evangelio y buscando el desarrollo económico de la zona.
En
1875, con la ayuda de sus feligreses, comenzó la construcción de la Casa de
Ejercicios de la entonces Villa del Transito (localidad que hoy lleva su
nombre). Fue inaugurada en 1877 con tandas que superaron las 700 personas,
pasando por la misma, durante el ministerio parroquial del Siervo de Dios, más
40.000 personas. También construyó la casa para las religiosas, el Colegio de
niñas y la residencia para los sacerdotes.
Con
sus feligreses construyó más de 200 kilómetros de caminos y varias iglesias,
fundó pueblos y se preocupó por la educación de todos. Solicitó ante las
autoridades y obtuvo mensajerías, oficinas de correo y estafetas telegráficas.
Proyectó el ramal ferroviario que atravesaría el Valle de Traslasierra uniendo
Villa Dolores y Soto para sacar a sus queridos serranos de la pobreza en que se
encuentran, “abandonados de todos pero no por Dios”, como solía repetir.
“Un
sacerdote que vivió una verdadera pasión por el evangelio que testimonió y
transmitió en medio de una considerable transformación cultural en nuestro país
después de los acontecimientos de la organización nacional. Sin ingenuidad,
pero también sin ceder a lamentos o enfrentamientos estériles se dedicó con
empeño y con espíritu constructivo a la maravillosa tarea de la evangelización.
De su pasión por el evangelio brotaba también su pasión por sus hermanos y el
deseo de brindarles las condiciones de una vida digna. Por eso trabajó
incansablemente por levantar templos o capillas, la casa de ejercicios
espirituales en la Villa del Tránsito, escuelas y otras obras que aseguraran a
todos una existencia que mereciera el título de humana y cristiana.” (Mons. Carlos
Ñáñez, homilía Misa Crismal 1º de abril de 2010).
Pocos
días después de su muerte, el diario católico de Córdoba escribe: “Es sabido
que el Cura Brochero contrajo la enfermedad que lo ha llevado a la tumba,
porque visitaba largo y hasta abrazaba a un leproso abandonado por ahí”. Debido
a su enfermedad, renunció al Curato, viviendo unos años con sus hermanas en su
pueblo natal. Pero respondiendo a la solicitud de sus antiguos feligreses,
regresó a su casa de Villa del Transito, muriendo leproso y ciego el 26 de
enero de 1914.
Por:
Seminario de Córdoba - Argentina