El Papa luego les dejó
como “tarea” averiguar cómo era el Beato Papa Pablo VI cuando era joven
El
Papa Francisco recibió este sábado a unos 3 mil jóvenes de la diócesis italiana
de Brescia, a quienes desafío a hacerse una importante pregunta: “¿Estoy
dispuesto a hacer míos los sueños de Jesús?”
En
el Aula Pablo VI en el Vaticano y en medio de un ambiente de fiesta, el Santo
Padre explicó que los obispos, que en octubre se reunirán para un Sínodo sobre
los jóvenes, si están escuchando realmente a las nuevas generaciones.
El
Papa cuestionó luego a los presentes si “¿Están dispuestos a escuchar a Jesús y
cambiar cualquier cosa de ustedes mismos? Dejo esta pregunta para que entre en
vuestro corazón”.
“Cada
uno reflexione dentro de sí, en el propio corazón: ¿Estoy dispuesto a hacer
míos los sueños de Jesús? ¿O tengo miedo de que sus sueños puedan ‘perturbar’
mis sueños? ¿Y cuáles son los sueños de Jesús? El sueño de Jesús es aquel que
en los Evangelios es llamado el Reino de Dios”.
El
Papa explicó que “el Reino de Dios significa el amor a Dios y el amor entre
nosotros, formar una gran familia de hermanos y hermanas con Dios como Padre,
que ama a todos sus hijos y se llena de alegría cuando uno que estaba lejos
vuelve a casa. Este es el sueño de Jesús”.
“Les
pregunto: ¿Están dispuestos a hacerlo suyo? ¿Están dispuestos también a cambiar
para abrazar este sueño? (Los jóvenes responden ¡Sí!) Está bien”.
Francisco
indicó que “Jesús es muy claro. Dice: ‘Si alguno quiere seguirme –conmigo,
detrás de mí– que se niegue a sí mismo’. ¿Por qué usa esta palabra que suena un
poco fea ‘negarse a sí mismo’? ¿Cómo así? ¿En qué forma debe entenderse? No
quiere decir despreciar lo que Dios mismo nos ha dado: la vida, los deseos, el
cuerpo, las amistades… No, todo esto Dios lo ha querido y lo quiere para
nuestro bien”.
Entonces,
precisó el Pontífice, “lo que Jesús pide a quien quiere seguirlo es ‘negarse a
sí mismo’ porque en cada uno de nosotros hay algo que la Biblia llama el
‘hombre viejo’: es un ‘hombre viejo’, un yo egoísta que no sigue la lógica de
Dios, la lógica del amor, sino que sigue la lógica opuesta, la del egoísmo, la
de hacer el propio interés, disfrazado con frecuencia de una cara buena para
esconderlo”.
“Ustedes
conocen todas estas cosas, son cosas de la vida. Jesús ha muerto en la cruz
para liberarnos de esta esclavitud del hombre viejo, que no es externa sino
interna. Cuántos de nosotros somos esclavos del egoísmo, del apego a las riquezas,
de los vicios. Son estas esclavitudes internas, es el pecado que nos hacer
morir dentro”.
El
Pontífice resaltó luego que solo “Jesús puede salvarnos de este mal, pero es
necesaria nuestra colaboración, que cada uno de nosotros diga: ‘Jesús, perdóname,
dame un corazón como el tuyo, humilde y lleno de amor’. Así era el corazón de
Jesús. Así amaba Jesús. Así vivía Jesús”.
“¿Saben?
¡Una oración así Jesús la toma en serio! Sí, y a quien se confía en Él le
regala experiencias sorprendentes” como “sentirse atraído a participar en la
Misa, que no es algo común para un joven, ¿cierto?” o “estar en silencio ante
la Eucaristía”.
“Piensen
en lo que sintieron cuando hicieron algo bueno para ayudar a otro. ¿No es
cierto que experimentaron algo bello? Esto lo da Jesús. Y es Él quien nos
cambia” y también “nos da el coraje de hacer su voluntad yendo contracorriente,
pero sin orgullo, sin presunción, sin juzgar a los otros”.
Como
ejemplo de esta entrega al Señor, el Santo Padre recordó a San Francisco de
Asís, que siendo joven “abrazó el sueño de Jesús, se despojó de su hombre
viejo, se negó a su yo egoísta y acogió el yo de Jesús, humilde, pobre,
sencillo, misericordioso, lleno de alegría y de admiración por la belleza de
las criaturas”.
El
Papa luego les dejó como “tarea” averiguar cómo era el Beato Papa Pablo VI
cuando era joven: “nos hemos acostumbrado a recordarlo como Papa, pero antes
fue un joven, un muchacho como ustedes, de vuestra tierra”.
Para
concluir, el Pontífice deseó a todos que “la Virgen los acompañe en el camino.
¡La vida es un camino y es necesario caminar! Y les pido que no se olviden de
rezar por mí. ¡Gracias!”
Por Walter Sánchez Silva
Fuente:
ACI Prensa