«El sonido de las campanas era el Whatsapp de la época; el encargado de comunicar las emociones de los pueblo. Creemos que su historia, que se remonta a la Edad Media, se debe proteger y patrocinar»
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Los campaneros de la localidad valenciana de Albaida |
Hispania Nostra realiza
un censo de las que se tañen manualmente para presentarlas a las lista de la
UNESCO
Cuando
Antonio Berenger era un niño pequeño vivía a los pies de la iglesia
renacentista de la localidad de Albaida, un pequeño pueblo valenciano donde
residen ahora unas 6.000 personas.
Desde
su hogar, este joven escuchaba tres veces al día el tañer de las campanas
manuales; ese sonido que lleva regulando la vida de los habitantes del lugar
ininterrumpidamente desde el siglo XIII.
Con
el fin de revitalizar esta práctica y evitar que caiga en el olvido, la
asociación cultural Hispania
Nostra, así como otras instituciones, han puesto en marcha la iniciativa
«Echamos las campanas al vuelo». Durante su celebración – a las 12:00 de este
sábado 21 de abril- la música de las campanas manuales de 300 iglesias de
España y unas 1.000 en Europa resonarán al unísono. «El objetivo final que
perseguimos es que esta labor sea puesta en valor y reconocida como Patrimonio
Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO», explica a ABC la presidenta de Hispania Nostra,
Araceli Pereda.
Cuando
Antonio Berenger creció, comenzó a sentir una gran fascinación por la
centenaria dedicación de los campaneros de su tierra. Por su entrega voluntaria
y desinteresada a una práctica que está cayendo en desuso, como tantas otras, a
causa de la mecanización. En 1981, con tan solo 9 años, decidió comenzar a
realizar activamente esta labor. A día de hoy, ya con 46 años, si le preguntan
qué son las campanas él les responderá que «son emociones. Un lenguaje
universal».
«El
sonido de las campanas
era el Whatsapp de la época; el encargado de comunicar las emociones de los
pueblo. Creemos que su historia, que se remonta a la Edad Media, se debe
proteger y patrocinar», explica a ABC Antonio Berenger. En la actualidad, este
valenciano ocupa el puesto de coordinador de la asociación de campaneros de
Albaida, que cuenta con 20 miembros de edades comprendidas entre los 7 y los 50
años. Ellos son los encargados de tañer las diez campanas situadas en lo alto
de la iglesia albaidense. Desde su campanario -el punto más alto del pequeño
pueblo mediterráneo- estos voluntarios pueden otear a la perfección los campos
de cultivo que bañan la comarca, los olivos y naranjos que salpican su tierra y
la sierra de Mariola, frontera natural entre la provincia de Valencia y la de
Alicante.
A
la hora de llevar cabo esta iniciativa, los campaneros de Albadia
han contado con el apoyo y la guía de Hispania Nostra: una asociación dedicada
al cuidado de nuestro patrimonio cultural desde hace 40 años. «Creemos que la
campana ha jugado un papel muy importante en la Historia. No hace mucho tiempo
era su sonido el que regulaba la vida de la gente. El que tocaba a rebato, a
difuntos o a gloria entre otros. Esa es la razón por la que estamos todos
involucrados en ponerla en valor», dice a ABC Araceli Pereda.
La
presidenta se muestra muy preocupada por el futuro del campanero, cuya figura
ve «en peligro de extinción». Explica que este 2018, Año Europeo del Patrimonio
Cultural, les pareció el momento más oportuno para poner en marcha esta
iniciativa. Para lograr que la campana sea reconocida como Patrimonio de la
Humanidad, en Hispania Nostra están realizando un inventario de campanas, torres y campanarios para
documentar el expediente que se entregará a la UNESCO.
Olvido
Uno
de los grandes protagonistas durante la jornada del sábado 21 será el
carrillón: un grupo conformado por una media de 48 campanas que produce un
exquisito sonido melódico. Sin embargo, este instrumento -originario de Flandes
y que vivió su máximo apogeo entre los siglos XVI y XVII- no resonará en
ninguna de las 300 localidades españolas que participaran en «Echamos las
campanas al vuelo», solo en las del extranjero.
«A
día de hoy, en España solo están activos el carrillón del Palacio de la
Generalidad en Barcelona y el de la diputación provincial de Zaragoza», explica
a ABC Ignacio Navarro, un campanólogo de 32 años que está al cargo del
carrillón de la localidad aragonesa y que, además, fue el último músico en
tocar el de la basílica de San Lorenzo de El Escorial. El de la localidad
madrileña fue adquirido en el siglo XVI por el mismísimo Felipe
II; pese que aún sigue utilizándose pasó a ser completamente mecánico hace
ya seis años.
Navarro
lamenta que el uso de este instrumento no sea valorado por las instituciones
públicas. Afirma que el problema reside en la falta de cultura de carrrillón en
España. «Si sales del país y visitas otros, como Bélgica y Holanda, es muy
difícil no escuchar un carrillón tocado de forma manual. Sin embargo, aquí cada
vez son más contadas las ocasiones en las que esto ocurre. Da mucha pena en
España, el país donde hay un mayor número de toques de campana, ocurra esto»,
dice Navarro. Esta es la razón por la que el músico considera que el que se
realicen iniciativas como «Echamos las campanas al vuelo» es de vital
importancia para que se preserve el toque manual: «La campana es el objeto más
sagrado que hay fuera de una iglesia. Tiene una carga simbólica brutal».
RODRIGO
ALONSO
Fuente: ABC