El Santo Padre hablando a 60 obispos latinoamericanos reunidos por el Celam en Bogotá, dijo que la esperanza tiene rostro de mujer en América Latina
El
pasado 24 de abril se presentaron las conclusiones y recomendaciones de la
reciente Asamblea Plenaria de la Comisión Pontificia para América Latina, CAL,
reunida del 6 al 9 de marzo para tratar el tema: "La mujer, pilar en la
edificación de la Iglesia y de la sociedad en América Latina
La
CAL, consideró oportuno presentar este documento a los embajadores de los
países latinoamericanos acreditados ante la Santa Sede, a los Rectores de los
Colegios Pontificios, a los superiores y superioras religiosos latinoamericanos
y a los oficiales del continente latinoamericano que trabajan en diversos
dicasterios de la Curia Romana. El resultado, afirmó el secretario Guzmán
Carriquirry, es de gran importancia como servicio al Santo Padre, a las
Iglesias en América Latina, a las mujeres de nuestros pueblos y a todos los que
se interesan y empeñan en el reconocimiento de su dignidad y de su aporte para
la construcción de sociedades más humanas.
La Asamblea plenaria: un
evento excepcional
En
la presentación de las conclusiones, estuvo presente el presidente de la CAL,
cardenal Marc Oullet, quien junto a Carriquirry recordaron que la plenaria fue
muy importante para ellos, porque además de la participación de los cardenales
y obispos latinoamericanos, participaron también 15 personalidades femeninas de
diversos países del continente y de diversas trayectorias. Fue un evento
excepcional.
Todos
los que participaron en esta Asamblea quedaron sorprendidos de la libertad,
profundidad y de la belleza de los intercambios y los debates que hubo para
tratar a fondo el tema fijado por el Papa. No extraña, recordó Carriquirry, que
el Santo Padre haya elegido ese tema porque todos recordamos que, hablando a 60
obispos latinoamericanos reunidos por el Celam en Bogotá, dijo que la esperanza
tiene rostro de mujer en América Latina.
Y
en Lima, exclamó: ¿Qué sería de la Iglesia sin las mujeres?, dijo casi
explícitamente que hay que reconocer, promover, sostener y potenciar la fuerza
social y eclesial de las mujeres. Esto por cierto, afirmó Guzmán Carriquirry,
que tiene sus antecedentes, en los pontificados anteriores, pero el tema
de la mujer se está imponiendo como un tema crucial para la Iglesia,
porque hace parte de las enormes transformaciones culturales que estamos
viviendo, y adquiere una envergadura civilizatoria: las relaciones entre
los sexos, las relaciones matrimoniales y familiares, las instituciones y la
Iglesia. Todo queda interpelado por esta renovada autoconciencia de la mujer
sobre su dignidad, sobre su libertad, sus derechos, sus anhelos y también la
conciencia de los sufrimientos, las injusticias y la violencia a la que a
menudo está sometida. Por consiguiente, dijo, los participantes en la asamblea
plenaria fueron muy a fondo tocando cada una de estas temáticas.
El machismo marca la vida
social y eclesial de la mujer
Por
consiguiente, fuimos muy a fondo en el análisis crítico de la sociedad
latinoamericana todavía muy marcada por una cultura machista. Y el rostro
pésimo de esta cultura es la violencia física, psicológica y sexual que se
ejerce contra las mujeres, un poco por doquier. Hasta llegar a casos frecuentes
de feminicidio. La mujer, objeto de la trata, la mujer, objeto del consumo
sexual irresponsable de los varones, a través de la prostitución. A través de
violencias, que después dejan abandonadas a las mujeres con sus proles.
Más
adelante el secretario de la Cal dijo que si uno piensa en los altos niveles de
indigencia y pobreza en América Latina uno ve que, dentro de los altos
porcentajes de estos factores, las que más los sufren son las mujeres. La
pobreza se ha vuelto sobre todo femenina. Los trabajos informales que son los
que abundan en el continente, son ejercidos fundamentalmente por mujeres. Las
mujeres son la mayor parte de la población activa desempleada. Y cuando la
mujer invierte toda su capacidad de sacrificio, de gratuidad y de esfuerzo en
el sostén y el cultivo de la prole dentro del hogar, incluso allí, está
actividad en el Domus tan fundamental, la mujer se ve muchas veces
desvalorizada, incluso menospreciada.
La sociedad tiene signos
positivos
Sin
embargo, Carriquirry dijo que la sociedad presenta signos positivos, ya que la
promoción de la mujer va ligada a la educación y la educación es casi universal
hoy día en América Latina en los primeros niveles. Pero incluso en los niveles
superiores son más las mujeres que se matriculan en las universidades, hay
mujeres que se desempeñan en todos los niveles de responsabilidades
empresariales y profesionales. Y aún, así a todo, hay indiscriminación en los
empleos formales. No se cumple el igual salario, igual paga, y por lo general,
las mujeres, que son madres, pagan también mucha indiscriminación e injusticias
en el ámbito del trabajo.
Hemos
tenido muchas mujeres que han ocupado los más altos cargos políticos en América
Latina, como presidenta de la República, pero la política en el continente
continúa siendo la mayor parte de su composición, de sus corporaciones y de sus
estilos, muy marcada por ese estilo machista. Pero ese estilo machista, añade
Carriquirry, ese condicionamiento machista donde se encarna la Iglesia, una
Iglesia muy clerical, como señala siempre el Papa, influye naturalmente en la
relación que la Iglesia tiene con las mujeres.
Por
una parte, las mujeres son la gran mayor parte del Pueblo de Dios en América
Latina. Nuestros templos están siempre llenos sobre todo de mujeres. Ellas son
el 90 por ciento de las catequistas. Son las que ejercen todos los ministerios
no ordenados, son las que se ocupan del arreglo de los templos hasta los
mínimos detalles. Los hombres, hoy día gracias a Dios, hay mayor participación,
pero todavía tenemos la imagen de los templos llenos de mujeres, y los hombres
en el fondo de los templos, o en los atrios esperándolas, sino en el café con
sus amigos, hasta que terminaran los ritos.
Y
que hablar de las religiosas, afirma el secretario de la Cal, que tienen las
puertas abiertas, las físicas, pero las puertas del corazón abiertas de todos
los latinoamericanos, sean creyentes o no creyentes. Despiertan una
credibilidad, un afecto, una estima y una confianza enorme. Abren caminos a la
evangelización de la lglesia, en todas las periferias. Son las que llevan con
las mujeres, adelante la mayor parte de las obras de la Misericordia. Y no
obstante todo, un clericalismo machista sigue estando muy presente en América
Latina, hay clérigos mandones por doquier.
Además,
Guzmán Carriquirry dijo que el replantamiento a fondo que exigen los tiempos
actuales en todos los niveles se le exige también a la Iglesia, un pastoreo. El
relacionamiento con las mujeres hace parte de esa conversión pastoral a la que
llama y convoca el Santo Padre.
Patricia
Ynestroza-Ciudad del Vaticano
Vatican
News