“No es posible entender la eutanasia y el suicidio asistido como algo que se refiera exclusivamente a la autonomía del individuo, ya que tales acciones implican la participación de otros, en este caso, del personal sanitario”
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La Subcomisión
Episcopal de Familia y Vida de la Conferencia Episcopal Española (CEE) envió
una nota ante las iniciativas legislativas para legalizar la eutanasia y el
suicidio asistido, donde advirtió que ambas prácticas son un “atentado a la
dignidad de la persona”.
En la nota
enviada, los obispos recuerdan que “el mandamiento ‘no matarás’ se encuentra en
el fundamento de toda ética verdaderamente humana y, de modo particular, en la
tradición cristiana”.
Además
precisan, tomando las palabras de la encíclica Evangelium Vitae, que
“explícitamente, el precepto ‘no matarás’ tiene un fuerte contenido negativo:
indica el límite que nunca puede ser transgredido.
Implícitamente, sin embargo, conduce a una actitud positiva de respeto absoluto por la vida, ayudando a promoverla y a progresar por el camino del amor que se da, acoge y sirve”.
En relación con
las propuestas de iniciativas legislativas de la eutanasia y el suicidio
asistido, los obispos indicaron que “son presentados por algunos como
respuestas viables y aceptables al problema del dolor y del sufrimiento”.
Sin embargo,
recuerdan que Benedicto XVI en la Encíclica Spe Salvi, señaló que “es cierto
que debemos hacer todo lo posible para superar el sufrimiento, pero extirparlo
del mundo por completo no está en nuestras manos, simplemente porque no podemos
desprendernos de nuestra limitación, y porque ninguno de nosotros es capaz de
eliminar el poder del mal, de la culpa, que –lo vemos– es una fuente continua
de sufrimiento”.
Por eso, la
Comisión de Familia y Vida de la CEE señala que “debemos recordar que la
eutanasia en sentido verdadero se debe entender como una acción u omisión que,
por su naturaleza y en la intención, causa la muerte, con el fin de eliminar
cualquier dolor”.
También
explican que “la Iglesia siempre ha considerado la eutanasia como un
mal moral y un atentado a la dignidad de la persona”.
En la nota
recuerdan que San Juan Pablo II afirmaba que “la eutanasia es una grave
violación de la Ley de Dios, en cuanto eliminación deliberada y moralmente
inaceptable de una persona humana”.
Según la
proposición de ley presentada en el Congreso de los Diputados de España, se
defiende “una absolutización del principio de autonomía y de la pura
subjetividad como criterios fundamentales de la decisión”.
“A este
respecto, es necesario señalar que nadie es dueño absoluto de la vida.
No existe un derecho a disponer arbitrariamente de la propia vida. Las
decisiones terapéuticas tienen su raíz en los conocimientos de la Medicina
basada en la evidencia”, subrayan.
Por ello “no es
posible entender la eutanasia y el suicidio asistido como algo que se refiera
exclusivamente a la autonomía del individuo, ya que tales acciones implican la
participación de otros, en este caso, del personal sanitario”.
En ese sentido,
recuerdan que el juramento hipocrático afirma: “No daré ninguna droga letal a
nadie, aunque me la pidan, ni sugeriré un tal uso”.
Por eso “la
eutanasia es ajena al ejercicio de la Medicina y a las profesiones sanitarias,
que siempre se rigen por el axioma de ‘curar, al menos aliviar y siempre
acompañar y consolar’”.
Además,
señalan, el Código de Ética y Deontología Médica de la Organización Médica
Colegial española afirma que “el médico nunca provocará intencionadamente la
muerte de ningún paciente, ni siquiera en caso de petición expresa por parte de
éste”.
La nota también
recuerda el mensaje del Papa Francisco al Encuentro Regional Europeo del World
Medical Association, en indicó que si bien “no siempre se puede garantizar
la curación de la enfermedad, a la persona que vive debemos y podemos cuidarla
siempre: sin acortar su vida nosotros mismos, pero también sin ensañarnos
inútilmente contra su muerte.
“En esta línea
–escribió el Papa– se mueve la medicina paliativa que reviste
también una
gran importancia en ámbito cultural, esforzándose por combatir todo lo que hace la muerte más angustiosa y llena de sufrimiento, es decir, el dolor y la soledad”.
gran importancia en ámbito cultural, esforzándose por combatir todo lo que hace la muerte más angustiosa y llena de sufrimiento, es decir, el dolor y la soledad”.
En ese sentido,
los obispos piden “reconocer que la eutanasia y el suicidio asistido
conciernen al conjunto de la sociedad y sus instituciones”.
Esto debido a
que “en el pensamiento que subyace a la proposición de ley, el ser humano
aparece como aislado de los demás, y la sociedad no es considerada como un
tejido de interacciones humanas, sino como mero ámbito en el que existe una
libertad absoluta de los individuos encerrados en sí mismos sin ninguna
referencia a los otros”.
“Ante esta
concepción, es necesario resaltar que el ser humano es un ser con los otros y
para los otros. Este es el fundamento último de la sociedad. Y en este
contexto, el Estado tiene la obligación de proteger la vida de todos los
ciudadanos”, apuntan.
Además afirman
que “lo que realmente demandan los enfermos y sus familias es la ayuda para asumir los problemas y las dificultades personales y familiares que se
suelen presentar en los últimos momentos de la vida”, como son “el
tratamiento del dolor y el abordaje del sufrimiento”, el control de efectos secundarios, el acompañamiento
espiritual y sacramental, y otros muchos aspectos importantes que son
reiteradamente demandados y que configuran los cuidados paliativos.
“Es llamativo
que se quiera proponer una ley de eutanasia cuando no se ha legislado a nivel
estatal sobre la instauración de los cuidados paliativos, así como la necesaria
formación reglada de esta disciplina de altísimo valor científico y ético en el
ámbito universitario y sanitario”, aseguran desde la Comisión de Familia y Vida
e insisten en que “son precisamente estos cuidados los que son demandados
ampliamente por la sociedad y por los profesionales sanitarios en particular”.
Porque “todo
ser humano es un don que refleja el rostro de Dios y que merece acogida,
protección, respeto y amor”, y recuerdan la cita evangélica de que “cada vez
que lo hicisteis con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo
hicisteis”.
Fuente: ACI
Prensa