Pon
nombre a tus cadenas y conoce por qué te atan
Quiero ser libre para la
vida. La libertad es compromiso. No es vivir sin compromisos, no significa no
tener vínculos.
El otro día leía: “Los jóvenes suelen anhelar la libertad y la independencia
como si estas fueran en cierto modo absolutas. Hablan de ella como un bien en
sí mismo, como si solo existiera en una categoría ideal, sin las trabas de las
obligaciones y el deber”.
Es mucho más. Es un salto en
el vacío. Es confiar en un Dios que nos marca el camino de una libertad más
plena. Es libre el que opta y se compromete.
El otro día leía: “Sólo el hombre puede elegir libremente
no servir a su Creador. Cuando el hombre elige servir a Dios y hacer su
voluntad, conquista su libertad más sublime y más plena. Puede parecer
paradójico afirmar que nuestra libertad más plena y sublime depende de seguir
hasta en el más mínimo detalle la voluntad de otro, pero no deja de ser cierto
cuando ese otro es Dios”.
Soy más libre cuanto más me comprometo con Dios y sigo su voluntad
y me adapto a su querer. Cuando renuncio a mis planes por elegir los suyos. Cuando opto
por comprometerme a lo que Él me propone.
Quisiera ser más libre. Libre
de ataduras que me impiden dar un salto de compromiso mayor. Libre de
dependencias que me lastran.
A veces parece que la
libertad nos viene dada por la ausencia de obligaciones y compromisos.
Relaciones que no comprometen. Amores que no atan.
Pero al final es más libre el
que opta, el que echa raíces, el que elige. No el que vive su vida sin tocar el
corazón de nadie, sin involucrarse en el camino de la vida.
Más libre es el que sabe que lo importante es entregarse sin
límites. El que no teme perder la
posibilidad de elegir entre muchas opciones, porque ya ha elegido seguir una
opción determinada. No tiene menos libertad. En realidad es más libre. Porque
esas elecciones le hacen profundizar en su seguimiento a Dios en el camino.
Pero a veces creo que camino
con muchas ataduras que no me dejan ser libre. Ataduras que me pesan.
Quiero ponerles nombre a mis cadenas. Saber por qué me atan. Me
pesan y me impiden ser más yo mismo, ser más auténtico. Quiero desenmascarar tantas esclavitudes que no
me dejan soñar. Que
me impiden darme por entero.
A veces las circunstancias
que vivo me atan, no me dejan darme con libertad. Quiero ser más libre, quiero
que Dios libere mi corazón. Quiero ser más libre para amar.
Tengo que ser esclavo por
amor para no caer en la tentación de morder a los otros: “Si os mordéis y devoráis unos a otros,
terminaréis por destruiros mutuamente”. Jesús es paciente, manso y humilde.
Jesús es esclavo de todos por amor. No quiere la violencia. No se resiste al
mal. Actúa con bondad. Busca la comunión y la unidad.
Jesús es libre para amar. Su
libertad escandaliza. Su mirada sobre la vida y sobre los hombres. Su mirada
comprensiva hacia el que sufre. No busca quedar bien. No se atiene a
compromisos.
Busca siempre la verdad.
Sirve a todos por amor. No rechaza. No camina sólo con los que piensan como Él. Me impresiona su libertad soberana. Su amor
comprometido.
Carlos Padilla Esteban
Fuente: Aleteia