Al rezar el Ángelus, Francisco invita a dar la
bienvenida a la realidad divina que viene a nuestro encuentro
Guglielmo Mangiapane I SOS Méditerranée |
En alusión a la lectura dominical que narra cuando
Jesús es rechazado como profeta en su propia tierra, el papa Francisco exhortó
hoy a “abrir el corazón a la fe”, gracia con la que Dios, “hecho hombre”,
quiere llenar nuestro vacío interior.
Lo hizo este
domingo 8 de julio al rezar la oración mariana del Ángelus, como es habitual,
desde la ventana del Palacio Apostólico acompañado por miles de fieles y
peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro.
Nadie es profeta en su
tierra
Profundizando sobre la lectura dominical,
el pasaje del Evangelio según san Marcos (6, 1-6) que relata el regreso de
Jesús a Nazaret para enseñar en la sinagoga (sin guardar el sabat),
el Papa explicó cómo Jesús, cuya fama de sabio y maestro se había extendido por
toda Galilea, no fue capaz de realizar ningún prodigio en su propia tierra,
sino sólo un par de curaciones.
Y a partir de
este hecho, indicó el Obispo de Roma, surge una frase que se ha convertido en
proverbio: “Nadie es profeta en su tierra”.
De esta
manera, “lo que podría considerarse un éxito, se convirtió en un rechazo
rotundo”, dijo Francisco,observando la actitud del pueblo nazareno: “primero
escucha y se queda asombrado; luego se pregunta perplejo: “¿de dónde vienen
estas cosas?”, ¿esta sabiduría?… y al final se escandaliza, reconociendo en él
al carpintero, el hijo de María, a quien vieron crecer”.
Pero… ¿cómo
es que los conciudadanos de Jesús pasan de la maravilla a la incredulidad?
El Papa
destaca que los habitantes de Nazaret “hacen una comparación entre el origen
humilde de Jesús y sus capacidades actuales: es carpintero, no ha estudiado,
sin embargo, predica mejor que los escribas y hace milagros. Y en lugar de
abrirse a la realidad, se escandalizan”.
El escándalo de la
encarnación de Dios
“¡Dios es demasiado grande para rebajarse a
hablar a través de un hombre tan simple!”, puntualiza Francisco, recordando que
se trata del escándalo de la encarnación: “el evento desconcertante de un Dios
hecho carne, que piensa con una mente humana, trabaja y actúa con manos
humanas, ama con un corazón humano, un Dios que lucha, come y duerme como cada
uno de nosotros”.
El Sucesor de
Pedro va más allá de este hecho y subrayó que esta es una causa de escándalo e
incredulidad incluso hoy en día.
“El cambio
hecho por Jesús compromete a sus discípulos de ayer y de hoy a una verificación
personal y comunitaria. En nuestros días, de hecho, puede pasar el hecho de
alimentar prejuicios que nos impiden captar la realidad”, añadió Francisco.
Y dijo que
Cristo hoy nos invita a adoptar una actitud de escucha humilde y de espera
dócil, “porque la gracia de Dios a menudo se nos presenta de maneras
sorprendentes, que no se corresponden con nuestras expectativas. Dios no se
ajusta a los prejuicios”.
Abrir el corazón a la fe, gracia
de Dios
Por último, el Papa exhortó a esforzarnos
para abrir el corazón y la mente, “para dar la bienvenida a la realidad divina
que viene a nuestro encuentro”.
Se trata, en
definitiva, de tener fe: “la falta de fe es un obstáculo para la gracia de Dios”,
afirmó Francisco, señalando que muchos bautizados viven como si Cristo no
existiera: los gestos y signos de fe se repiten, pero no corresponden a una
verdadera adhesión a la persona de Jesús y a su Evangelio. Cada cristiano, está
llamado a profundizar en esta pertenencia fundamental, tratando de atestiguarlo
con una conducta coherente de vida, cuyo hilo conductor es la caridad”.
Francisco
concluyó pidiendo, con la intercesión de la Virgen María, que el Señor ablande
la dureza de los corazones y la estrechez de mentes, “porque estamos abiertos a
su gracia, a su verdad y a su misión de bondad y misericordia, dirigida a
todos, sin exclusión”.
Artículo originalmente
publicado por Radio Vaticana
Fuente:
Aleteia