El
secreto del sacramento “no es meramente una cuestión de derecho canónico, sino
de la Ley Divina, de la cual la Iglesia no tiene poder para dispensar”
La
Cofradía Australiana de Clero Católico (ACCC, por sus siglas en inglés), una
asociación privada sujeta a la Conferencia Episcopal, se unió a otros obispos y
sacerdotes del país que se niegan a romper el secreto de confesión cuando sepan
de casos de abusos sexuales, tal como pretende exigirles una nueva ley.
El
14 de agosto de 2017 la Royal Commission, entidad creada en Australia para
investigar los casos de abusos sexuales, propuso que los sacerdotes de la
Iglesia Católica rompan el secreto de confesión cuando conozcan de algún caso
de abuso sexual. El 7 de junio de 2018 la Asamblea Legislativa del Territorio
de Canberra aprobó dicha ley.
Sin
embargo, sumados a la decisión del Arzobispo de Melbourne (Australia), Mons.
Denis Hart, y varios sacerdotes más en las últimas semanas, la ACCC expresó en
un comunicado del 2 de julio “su
profunda objeción” a la nueva ley, pero aclara su “deseo firme” de proteger a
“niños y adultos vulnerables contra el abuso”.
La
asociación afirmó que el secreto del sacramento “no es meramente una cuestión
de derecho canónico, sino de la Ley Divina, de la cual la Iglesia no tiene
poder para dispensar”. Por lo tanto, explicaron que “ningún sacerdote está
obligado a cumplir ninguna ley humana que intente socavar la confidencialidad
absoluta de la confesión”.
En
ese contexto, sostienen que la “intención de proteger a los niños y adultos
vulnerables se ve frustrada por la naturaleza mal juzgada de la
legislación que indica una comprensión radicalmente inadecuada del
sacramento”.
Los
sacerdotes expusieron también varias “impracticabilidades” ya señaladas
anteriormente –por el Arzobispo de Canberra y Goulburn–
sobre la nueva ley, por ejemplo: Cuando “el penitente confiesa detrás de una
rejilla, ¿cómo puede el confesor saber con certeza a quién confesará? o, ¿cómo
puede el penitente estar seguro de que el sacerdote confesor es quien él o ella
cree que es? o, ¿cómo se asegurará una condena más allá de toda duda razonable,
excepto por la captura de la policía? Dado que los penitentes no necesitan
especificar (más allá del tipo de pecados y las veces que lo cometió) los
detalles de sus pecados (como el lugar, la hora, los nombres, etc.)”.
De
acuerdo a la ley de la Iglesia, un sacerdote está bajo la obligación de no
revelar los contenidos de una confesión, incluso si es amenazado con la cárcel.
De
romper el secreto de confesión, un sacerdote incurre en excomunión latae
sententiae (automática).
En
el párrafo 1467, el Catecismo de la Iglesia Católica explica el sentido del
secreto de confesión: “Dada la delicadeza y la grandeza de este ministerio y el
respeto debido a las personas, la Iglesia declara que todo sacerdote que oye
confesiones está obligado a guardar un secreto absoluto sobre los pecados que
sus penitentes le han confesado, bajo penas muy severas. Tampoco puede hacer
uso de los conocimientos que la confesión le da sobre la vida de los
penitentes”.
“Este
secreto, que no admite excepción, se llama ‘sigilo sacramental’, porque lo que
el penitente ha manifestado al sacerdote queda ‘sellado’ por el sacramento”,
señala.
El
Código de Derecho Canónico advierte que “el confesor que viola directamente el
sigilo sacramental, incurre en excomunión latae sententiae reservada a la Sede
Apostólica; quien lo viola solo indirectamente, ha de ser castigado en
proporción con la gravedad del delito”.
Al
mismo tiempo que defiende el secreto de confesión, la Iglesia señala que el
abuso de menores cometido por sacerdotes es criminal y gravemente pecaminoso.
En
años recientes, el Vaticano aumentó sus esfuerzos para proteger a niños del
abuso sexual. En 2001, la Iglesia emitió normas que, entre otras cosas, exige
que las acusaciones de abusos sean remitidas a las autoridades civiles y a la
Congregación para la Doctrina de la Fe del Vaticano.
En
marzo de 2012, Benedicto XVI emitió lineamientos para evitar el abuso de
menores e involucrar a los fieles en la prevención de abusos.
El
Papa Francisco ha continuado estos esfuerzos al crear dentro de la Congregación
para la Doctrina de la Fe, un grupo que atienda los casos de los sacerdotes
acusados de crímenes graves.
El
Santo Padre también está estudiando la posibilidad de introducir en la
legislación de la Iglesia el crimen de “abuso de autoridad”, para los obispos
que no cumplen su responsabilidad de sancionar los abusos sexuales.
Además
de las sanciones contra los abusadores, la Iglesia también ha trabajado al más
alto nivel para llegar a las víctimas y brindarles consejería y apoyo.
En
su comunicado, la Cofradía Australiana de Clero Católico señaló que la nueva
ley contra el secreto de confesión no solo no protege a los niños y adultos
vulnerables contra los abusos, ni evita que estos sean cometidos, sino que
“crean un precedente en Australia para la violación de la libertad religiosa
por la intromisión del Estado en el dominio de lo sagrado”.
“Es
de esperar que prevalezcan deliberaciones más tranquilas, que se revoquen estas
leyes mal juzgadas, y que otros estados y territorios no repliquen tales
leyes”, añadieron.
Fuente:
ACI Prensa






