Jesús crucificado y la Virgen bajo la cruz del Hijo son la imagen y el signo más evidente de que el Señor no nos abandona, sino que nos precede
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| Crucifijo. Foto: Pixabay |
Ante
las familias de las víctimas del derrumbe del puente Morandi en Génova, Italia,
el Cardenal Angelo Bagnasco invitó a fiarse de Dios: “Jesús nos muestra que
podemos fiarnos de Dios, incluso cuando los sucesos humanos no resultan
comprensibles. La fe, de hecho, no disipa todas nuestras tinieblas, pero nos
ilumina el camino paso a paso, día a día”.
El
Cardenal Bagnasco, Arzobispo de Génova, presidió el funeral por las 41 víctimas
fallecidas el pasado martes 14 de agosto tras precipitarse en sus vehículos al
vacío sobre el río Polcevera por el desplome del puente de la autopista de
acceso a la ciudad italiana.
En
su homilía, el Arzobispo señaló que la respuesta de Dios ante la tragedia es
“una presencia que nos acompaña: Jesús crucificado y la Virgen bajo la cruz del
Hijo son la imagen y el signo más evidente de que el Señor no nos abandona,
sino que nos precede”.
“El
derrumbe del puente Morandi –continuó– sobre el torrente Polcevera provocó una
herida en el corazón de Génova. La herida es profunda, producida principalmente
por aquellos que han perdido la vida y por los que permanecen desaparecidos,
por sus familias, los heridos y los muchos afectados”.
Frente
al dolor de las familias que han perdido a sus seres queridos, “sabemos que
cualquier palabra humana, aunque sea sincera, es poca cosa”.
“La
incredulidad inicial, y luego la dimensión creciente de la catástrofe, la
pérdida general, el tumulto de sentimientos, los ‘por qué’ inalcanzables, nos
han hecho tocar, una vez más de manera brutal, la inexorable fragilidad de la
condición humana”.
Sin
embargo, “dentro de esta experiencia, que a todos nos ha golpeado de una manera
u otra, se deja entrever un hilo de luz. Cuanto más nos descubramos como
débiles y expuestos, más sentiremos la necesidad de establecer lazos humanos:
son el tejido no sólo de la familia y de la amistad, sino también de una
sociedad que se declara civil”.
“Estos
vínculos –finalizó–, que nos unen unos a otros, requieren una confianza sólida
y segura: sin un amor fiable, de hecho, no sería posible vivir juntos. Es la
alegría de la simple presencia de los demás la que nos permite llevar vida y
compartir alegrías y dolores”.
Fuente:
ACI Prensa






